
Crítica de José Antonio Cantón del recital ofrecido por Ian Bostridge en Granada
Densa espiritualidad de Britten
Por José Antonio Cantón
Granada, 2-VII-2025. Patio de los Arrayanes de La Alhambra. LXXIV Festival Internacional de Música y Danza de Granada. Recital de canto: Ian Bostridge (tenor) y Julius Drake (piano). Obras de Manuel de Falla y Benjamin Britten.
De auténtico acontecimiento hay que valorar el recital protagonizado por el tenor británico Ian Bostridge en el Festival dedicado casi íntegramente al arte musical de su compatriota Benjamin Britten, destacando de su contenido el ciclo de cinco Canticles, cuya grabación recopilada por el sello DECCA el año 1990 con el autor al piano y el tenor Peter Peers, su inseparable compañero, supuso un referente para la historia de la fonografía como ejemplo absoluto de puridad interpretativa. El variado e introspectivo estilo del compositor queda reflejado en estas cinco canciones aunque no tuviera el músico el propósito de que integraran un conjunto como puede inferirse del amplio espacio de tiempo de casi tres décadas que hay entre el primero de ellos, My beloved is mine, Op. 40, compuesto en 1947, y el último, The Death of Saint Narcissus, Op. 89 de 1974.
Liderada su interpretación por el tenor londinense Ian Bostridge, significó una muestra de por qué es reconocido como uno de los intérpretes punteros en el repertorio “britteniano”, al haberse convertido a lo largo de su carrera en fiel conocedor de ese difícil equilibrio entre poesía y canto que se da en Britten, llevando la palabra a determinar la forma rítmica de la música, integrándose ambos elementos en una sola entidad estética cuyo carácter unívoco surge de la tensión del ritmo que conlleva la estructura sonora del fonema y aquel que puede aportar la organización musical en sí, cuya inspiración ha de estar encadenada a tan misteriosa fusión. Ahí estuvo uno de los principales secretos del esplendor experimentado con la actuación de este cantante, de la que no podemos desligar al pianista Julius Drake que hace que el sonido fluya con especial locución generándose un nuevo sentido y función de la palabra como estimulante de la fantasía del oyente, especialmente aquel que tiene el inglés como vehículo de pensamiento.
Este hecho quedó remarcado en el segundo canticle sobre el posible sacrificio de Isaac ante el mandato divino, que aquí hay que entenderlo como canto hímnico dialogado, Abraham and Isaac, Op. 51, quedando en él realzado ese sentido lírico-dramático propio de una escena de ópera. Como compañero en el papel del hijo del primer patriarca intervino el contratenor Tim Morgan que, desde su vena dramática, más y mejor equilibrada que en su canto de las piezas de Bach adaptadas por Britten contenidas en la primera parte del recital, fue un constante estímulo para la exhibición canora de Ian Bostridge en el papel de Abraham desarrollado con absoluto dominio vocal, dejando así un rastro de asombrosa autenticidad estilística en lo musical e intensa representación realista en lo emocional, que confirmaba la alta dimensión artística de este prodigioso cantante. Acompañado por el arpista malagueño Miguel Ángel Sánchez Miranda, terminó su actuación con una versión transmutada de la Muerte de San Narciso, cuyo texto fue escrito T.S.Eliot en memoria del novelista, poeta y editor sudafricano William Plomer, haciendo patente la sensualidad vital recogida en la primera poética del gran literato norteamericano, que quiso Britten fundir con su creatividad musical desarrollando un especial sentido de tensa transformación expresiva.
El programa, ilustrado con unas excelentes notas informativas del musicólogo y crítico madrileño Luis Gago, se inició con la interpretación de la obra de Manuel de Falla Psyché, de la que recientemente se ha cumplido el centenario de su composición, realizada sobre un poema de Georges Jean-Aubry, con la participación de la mezzosoprano georgiana Ketevan Kemoklidze acompañada por un conjunto instrumental integrado por cinco primeros atriles de la Orquesta Ciudad de Granada, entre los que destacó el flauta Juan Carlos Chornet dando lugar a la entrada en escena de la música de Britten con dos de sus dos aproximaciones a canciones espirituales de J. S. Bach y a unos arreglos también suyos sobre apuntes de Henry Purcell destacando el que cerraba esta parte del concierto, Sound the Trumpet, conocido dúo entre contratenor y barítono, en esta ocasión, en el que Mauro Borgioni anticipó su calidad vocal con la sobresaliente prestancia que posteriormente confirmaría formando parte del trío del Cuarto canticle de Britten, The Journey of the Magi, dedicado a las dudas y avatares de los tres Magos de Oriente en su viaje para adorar a Jesús recién nacido, recogido también en un poema de T.S.Eliot, que ocupa el Opus 86 de tan ilustre compositor británico.
En definitiva, Ian Bostridge, ha liderado nuevamente una velada mágica del Festival granadino que va a quedar en el recuerdo de esta edición, como ya ocurriera con su actuación en el Patio de los Mármoles del Hospital Real el 22 de julio de 2020, junto al pianista Igor Levit, llevando a cabo una memorable interpretación del paradigmático ciclo de canciones Winterreise (Viaje de invierno) de Franz Schubert.
Foto: Fermín Rodríguez
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