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Crítica: «Il trovatore» en el Festival Chorégies de Orange con  Anna Netrebko

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Autor: Raúl Chamorro Mena
9 de julio de 2025

Crítica de Raúl Chamorro Mena de la ópera Il trovatore en el Festival Chorégies de Orange

«Il trovatore» en el Festival Chorégies de Orange con  Anna Netrebko

La mejor puesta en escena de Il trovatore

Por Raúl Chamorro Mena
Orange, 6-VII-2025, Théâtre Antique-Les Chorégies. Il trovatore (Giuseppe Verdi). Anna Netrebko (Leonora), Yusif Eyvazof (Manrico), Marie-Nicole Lemieux (Azucena), Alexsei Isaev (Conde de Luna), Grigory Shkarupa (Ferrando), Claire de Montiel (Inez), Vincenzo di Nocera (Ruiz/Un mensajero). Coro de Les chorégies y de la Opera Grand Avignon. Orquesta Filarmónica de Marsella. Dirección musical: Jader Bignamini. Versión concierto semiescenificada. 

   Continué este Domingo día 6 de julio mi minigira por la Provenza francesa con la visita a Orange, sede del impresionante Thèâtre Antique, uno de los teatros romanos mejor conservados del orbe –declarado patrimonio de la humanidad- y que alberga otro prestigioso festival de verano, Les chorégies. Este evento data de 1869, aunque sólo desde un siglo después se dedica sólo a la ópera. En el mismo también ha sido importante la intervención de cantantes españoles, especialmente Montserrat Caballé, que cantó aquí su mejor Norma en 1974, junto a Jon Vickers, además de una espléndida Leonora de Il Trovatore un año antes y Elisabetta de Don Carlo en 1984. Interpretaciones, todas ellas, conservadas en audio y video. 

   En esta ocasión también comparecía la Leonora de Il Trovatore sobre el fascinante proscenio del Teatro romano de Orange encarnada por la diva operística de los últimos años, la rusa Anna Netrebko. Se anunciaba una versión concierto, pero realmente fue semiescenificada, sin un solo atril sobre el escenario, con los cantantes interactuando con un eficaz movimiento escénico y como insuperable escenografía el muro del Teatro presidido por la estatua de Augusto. Algunas imágenes proyectadas en dicho muro ambientaron y completaron una “puesta en escena” ideal para la obra verdiana. No eché de menos nada más, ni mucho menos los montajes que se ven por ahí de esta obra maestra verdiana en la que lo principal es el canto –la inspiración melódica es casi sobrenatural- y encauzar las diversas situaciones de alto voltaje teatral.  

   El lugar incomparable y una sugestiva noche provenzal enmarcaron los opulentos medios vocales de Anna Netrebko, centro suntuoso, graves voluptuosos, agudos seguros, timbre bello y singular, emisión firme, bien es verdad que con cierto vibrato al comienzo, que se va controlando a lo largo de la función. Resulta asombroso, que una soprano con el centro tan ancho, denso y oscuro y ese volumen pueda sacar adelante, no sin cierta pesantez, todo sea dicho, los muchos requerimientos belcantistas de la Leonora de Il Trovatore. El recitativo y aria de salida fueron expuestos con esa fluidez de sonido torrencial y la generosidad de ofrecer la cabaletta “Di tale amor che dirsi” con las dos estrofas, algo insólito en vivo y raro, incluso en grabación. Espléndida y efusiva sonó en la voz de Netrebko la sublime frase en el concertante del final del segundo acto: “Sei tu dal ciel disceso, o in ciel son’io con te”. La rusa enfrentó el agotador cuarto acto para la soprano, con un notable “D’amor sull ‘ali rosee”, al que le faltó un punto de ductilidad, pero con ascensos en filado de bella factura y la fermata conclusiva más complicada de las posibles. Intensísimo el miserere y, por si fuera poco, la cabaletta “Tu vedrai che amore in terra”, que solía suprimirse y con ¡¡¡las dos estrofas!!!. Qué importa una agilidad un tanto pesante ante tal generosidad. Ovaciones interminables acogieron todas las intervenciones solistas de la diva. El carisma y personalidad de la rusa encumbraron, en lo interpretativo, una Leonora enamorada, pero también determinada y con carácter.

Trovatore en Orange

   Muy estimable la Azucena –el personaje fundamental para Verdi en esta ópera, el retrato de una madre atribulada en lugar del habitual padre del corpus verdiano- de la mezzo francesa Marie Nicole Lemieux, dueña de una asentada y equilibrada organización vocal, de emisión ortodoxa, centro bien armado, graves negociados con inteligencia, con uso del registro de pecho sin exageraciones y una acrisolada musicalidad. Además de canto elegante y noble, sin exageraciones, la Lemieux acentuó con intenciones –espléndido el relato “Condotta ell’era in ceppi” y su escena del tercer acto en su configuración inteligente, sobria, pero convincente, de la gitana. Su único momento de apuro llegó al final de la ópera, con su muy expuesto ascenso a distacco –con salto interválico-  en “Sei vindicata oh madre” que se resolvió en incidente vocal e, incluso, impidió la primera salida a saludar de la mezzo francesa junto a todo el elenco.

   Por su parte, el tenor Yusif Eyvazof no puede presumir de medios vocales, pues dispone de un material de escaso atractivo tímbrico, falto de brillo y metal. Sin embargo, el cantante es honradísimo, por entrega, buena dicción del italiano, porque intenta cuidar el fraseo y jamás se muestra estentóreo o altisonante. Así lo demostró en un aria “Ah si ben mio”, sin inspiración, pero correctamente delineada. Inmensa la generosidad de su entrega con un “Di quella pira” cantada con las dos estrofas, las frases del tenor con el coro previas a la conclusión y un Do mantenido un buen puñado de segundos hasta el último acorde. Quién pueda hacerlo en vivo que dé un paso al frente. 

Trovatore en Orange

   El para mí desconocido Alexsei Isaev se enfrentó dignamente con un papel tan exigente –como todos los de esta ópera- para el barítono, como es el Conde de Luna. Isaev, genérico como intérprete, posee voz robusta, pero engoladísima de emisión y gris tímbricamente, si bien supo recogerla y mostrar buen legato en “Il balen del suo sorriso” y resolver las larguísimas frases de esta pieza. Falto de rotundidad, pero flexible y capaz de las agilidades requeridas el Bajo Grigory Shkarupa, que sacó adelante apropiadamente su complicada aria al inicio de la ópera. Buenos los secundarios, especialmente el sonoro tenor Vincenzo di Nocera en el doble cometido de Ruiz y el mensajero. 

   Dirección musical conocedora, con pulso, tensión, progresión dramática y apropiado acompañamiento a los cantantes –el portador de la batuta cantaba con ellos- por parte de Jader Bignamini al frente de una Orquesta Filarmónica de Marsella a apreciable nivel, particularmente una cuerda tersa y empastada. Buena prestación del coro, potente y flexible. 

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