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Crítica: «Il viaggio a Reims» en el Festival Rossini de Pésaro

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Autor: Raúl Chamorro Mena
21 de agosto de 2023

Crítica de Raúl Chamorro Mena de la ópera Il viaggio a Reims en el Festival Rossini de Pésaro

«Il viaggio a Reims» en el Festival Rossini de Pésaro

Juventud en busca de la técnica de canto

Por Raúl Chamorro Mena
Pesaro, 16-VIII-2023, 11 horas. Teatro Sperimentale. Festival Giovane. Il Viaggio a Reims ossia l’albergo del Giglio d’oro. (Gioachino Rossini). Tamar Otanadze (Corinna), Sabrina Gardez (Madama Cortese), Miyoung Lee (Contesa di Folleville), Seray Pinar (Marchesa Melibea), Paolo Nevi (Cavalier Belfiore), Pietro Adaíni (Conte di Liebenskof), Alberto Comes (Lord Sydney), Eduardo Martínez (Don Profondo), Valerio Morelli (Barone di Trombonok), William Kyle (Don Alvaro), Omar Cepparolli (Don Prudenzio), Vittoriana de Amicis (Modestina). Rubén Sánchez-Vieco, fortepiano. Orchestra Filarmonica Gioachino Rossini. Director musical: Andrea Foti. Director de escena. Emilio Sagi. Reposición a cargo de Matteo Anselmi.  

   Desde su primera representación en tiempos modernos en 1984 en el Festival de Pesaro con dirección de Claudio Abbado, Il Viaggio a Reims ha gozado de gran éxito, aunque sin terminar de entrar totalmente en el repertorio de los teatros. Entre otras razones, porque necesita un amplio elenco de voces de gran categoría, excepcional técnica y virtuosismo. 

  La inspiración vertida por Rossini en esta partitura, concebida para celebrar la coronación del Rey francés Carlos X en 1825, puede calificarse de sobrehumana con una fascinante sucesión de números musicales, cada uno aún más espléndido que el anterior. 

  Esta especie de «torneo de canto» convierte a Il Viaggio a Reims en una obra apropiada, en principio, para el fogueo y desarrollo artístico de los alumnos de la academia Rossiniana y por ello se programa tradicionalmente en las últimas ediciones, dentro del llamado «Festival giovane». El problema radica en la enorme dificultad de la escritura vocal, destinada en su día a lo más granado de las voces de la época, que pone en grandes dificultades a cantantes aún no consolidados técnicamente. 

«Il viaggio a Reims» en el Festival Rossini de Pésaro

   La edición de este año 2023 no fue, la verdad, especialmente brillante más allá de la siempre grata frescura, compromiso y desenvoltura juvenil que emanó del escenario en un teatro como el Sperimentale en el que se escucharon a todas las voces con presencia. Cada vez parece más claro, que la técnica se ha convertido en un arcano, algo ya casi desaparecido, en la lírica actual. 

   La puesta en escena de Emilio Sagi sigue funcionando magníficamente y volvió a brillar, en esta reposición a cargo de Matteo Anselmi, con la elegancia y el buen gusto de siempre, al igual que el vestuario de Pepa Ojanguren

   Entre los cantantes destacaría la soprano cubano-española Sabrina Gardez, poseedora de una voz bella y bien emitida, en una Madama Cortese interesante, aún con margen de mejora, lógicamente en el fraseo. También atractivo resultó el timbre de la soprano Tamar Otanadze en el singular y emblemático papel de Corinna, estrenado, nada menos, que por Giuditta Pasta, aunque la georgiana demostró acusada irregularidad en su línea de canto con demasiadas notas abiertas y agrias, otras fijas y de dudosa afinación. Muy justita Miyoung Lee -timbre ingrato y blanquecino- en la exhibición de virtuosismo que supone el aria «Partir o Ciel, desio» de la Condesa de Folleville, papel destinado a una de las cantantes favoritas de Rossini, Laura Cinti Damoreau. Seray Pinar fue una Marquesa Melibea sin graves y débil en el centro. Sólo gana timbre en la zona alta. Muy desenvuelto el tenor Paolo Nevi, en un Cavalier Belfiore de libro en escena. Grato su timbre, si bien atacó los agudos siempre abiertos, al igual que el también tenor Pietro Adaini, un tanto brusco como Conde Liebenskof. Entre las voces graves, la más grata fue la de Valerio Morelli, un apropiadamente desenfadado Barone di Trombonok. Por su parte, sonoro, pero rudo, el Lord Sydney de Alberto Comes, mientras el mexicano Eduardo Martínez acentuó con intención, siempre con el modelo de Ruggiero Raimondi presente, su Don Profondo, pero con un registro agudo muy apretado y sin expansión. Discreto William Kyle como Don Alvaro.

   Anodina y de trazo muy grueso la dirección musical de Andrea Foti al frente de una orquesta de la sólo cabe destacar el entusiasmo. Buena prestación de Cristina Flenghi con la flauta en la gran escena de Lord Sydney. 

Fotos: Facebook Festival Rossini de Pésaro

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