Opinión: «In medias res». Por Aurelio M. Seco

Fou Ts'ong

In medias res

Un artículo de Aurelio M. Seco | @AurelioSeco
Cuando Olivier Bellamy nos habla de Fou Ts'ong en su biografía titulada Marta Argerich, publicada en español por la editorial Blatt & Ríos, describe en un determinado momento un aspecto interesante de la poética artística del gran pianista chino, perspectiva por cierto común al campo de las diferentes artes, que nos habla de la importancia de las Ideas a la hora de explicar las interpretaciones musicales. Ideas metafísicas o consistentes, da igual, porque la sustancia musical se ve, en ambos casos, profundamente repercutida. Así, refiriéndose al enigmático Adagio en si menor K. 540 de Mozart, Fou Ts'ong habría dicho a sus alumnos que «Esa música sublime no tiene principio ni fin, está allí para siempre. Indicar con un rallentando que está por terminar disminuye su grandeza». Después, Ts'ong, insiste en algo que también venimos reivindicando nosotros infructuosamente, pues ya se sabe que los cambios no vienen por la influencia de un gran pianista ni puntualmente porque los sugiera alguien, sino que se desarrollan por caminos misteriosos, pasado el tiempo, por mecanismos diversos imposibles de determinar hasta que ya han concluido. Decíamos que el pianista chino que falleció por culpa de la peste del coronavirus, incitaba a sus alumnos «a desconfiar de los clichés actuales de la música barroca», nos dice Bellamy. «El gran arte es intemporal, y el gran estilo siempre está oculto», afirmaba el pianista. 

   Pero hoy no nos interesa tanto hablar sobre «historicismos» como de la importancia de ciertas ideas en la música. Parece que, por lo dicho, Fou Ts'ong podría estar explorando la idea de Infinitud, a nuestro juicio equivocadamente porque nosotros creemos que el Adagio de Mozart sí concluye más o menos decididamente. Pero lo que nosotros pensemos no importa, ni a Ts'ong ni a la interesante verdad subjetual de su interpretación, que potencia su Idea de intemporalidad. Puede ser que la reflexión de Ts'ong provenga, sobre todo, del comienzo de la partitura, un principio que no parece, desde luego, del todo convencional, un inicio que da la impresión de ofrecérsenos ya comenzado, que proviene de un discurso previo que no existe sonoramente, pero sí sustancialmente, es decir, ontológicamente. Y es que algunas cosas parece que se nos presentan así, como si ya nacieran comenzadas: una frase dicha tras un silencio sin preparación previa sobre el asunto, una música como la mencionada de Mozart... Esta idea de In medias res, la de presentarnos ya la materia sonora «en pleno asunto», nos parece que está latente en la partitura del genio de Salzburgo, lo mismo que en la Balada en sol menor, op. 118 de Brahms, por esa irrupción impresionante e inesperada, sin aviso previo. Algo parecido encontramos en la preciosa y sustantiva canción La nave del olvido cuando, eso sí, está acompañada de su famosa orquestación para conjunto sinfónico. La pieza, que comienza con la palabra «Espera», tambien nace en la voz de alguna forma comenzada, con una Idea de Serenidad trágica, por cierto, si la canta José José, y de Desesperación desgarrada cuando la interpreta Mon Laferte, que considera necesario, creemos que equivocadamente, desgarrar literalmente su voz para mostrar de la forma más clara la Idea. En ambos casos hablamos de  interpretaciones sustantivas de formas y en rangos diferentes, en parte por la Idea del Mar magistralmente plasmada en los violines; en parte  por la elección de la palabra «nave» en lugar de «barco», por ejemplo, porque cuando hay palabras, algunas nos suenan mejor que otras, no por su belleza, que no sabemos lo que es, si no por lo suave de su sonoridad y por su polisemia.