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Crítica: Jaime Martín dirige «La vida breve» con la Orquesta y Coro Nacionales de España

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Autor: Raúl Chamorro Mena
24 de enero de 2023

Crítica de Raúl Chamorro Mena del concierto de la Orquesta y Coro Nacionales de España dirigido por Jaime Martín, con La vida breve de Manuel de Falla en el programa

Jaime Martín con la OCNE

«¡Malhaya quien nace yunque en vez de nacer martillo!»

Por Raúl Chamorro Mena
Madrid, 21-I-2023, Auditorio Nacional. Temporada Orquesta y Coro Nacionales de España. Ciclo Sinfónico 10. Ma mère l’OyeMi madre la oca (Maurice Ravel). La vida breve (Manuel de Falla). Versión concierto. Nancy Fabiola Herrera (Salud), Joel Prieto (Paco), María Toledo (cantaora), Ana María Ramos (La abuela), Federico Gallar (El tío Sarvaor), Ariel Hernández (Voz de la fragua), Manuela Mesa (Carmela), Víctor Cruz (Manuel). Juan Manuel Cañizares, guitarra. Coro Nacional de España -Director: Miguel Ángel García Cañamero-. Orquesta Nacional de España. Director: Jaime Martín. 

   Las trayectorias paralelas e identificación artística entre Maurice Ravel y Manuel de Falla vertebraron el programa del primer concierto del año 2023 del ciclo sinfónico de la Orquesta y Coro Nacionales de España.  

   Mi madre la oca fue originariamente una obra para piano a cuatro manos destinada a los hijos del matrimonio Gobedski, amigos de Ravel. La obra se basa en cuentos infantiles y la aparente simplicidad encierra una gran dificultad de ejecución. En 1911, un año después de su estreno, Ravel orquestó la composición son su magisterio habitual e, incluso, en 1912 la amplió para crear un ballet. Jaime Martín, principal director invitado de la Orquesta Nacional, ofreció una interpretación de la suite orquestal, un tanto anodina, ayuna de elegancia y ligazón, sin que terminaran de apreciarse las primorosas tímbricas de la orquestación de Ravel. Sin embargo, obtuvo una buena respuesta de la orquesta, principalmente las maderas y el concertino invitado Luis María Suárez Felipe

   Manuel de Falla, seguramente el más grande músico español y, sin duda, el de mayor dimensión internacional, marchó a Francia para conseguir estrenar su ópera La vida breve, pues a pesar de imponerse con ella en el concurso convocado en 1904 por la Academia de Bellas Artes de San Fernando, chocó con las habituales dificultades de las óperas españolas para estrenarse en el Teatro Real y demás coliseos nacionales. En París, Falla se imbuyó de las corrientes musicales más en boga en la Europa de la época, con lo que enriqueció la ópera con significativos retoques, antes de su estreno en el Casino Municipal de Niza en 1913 y en la Opera Comique de París en enero del año siguiente. El gran músico gaditano consigue combinar magistralmente en los apenas 65 minutos de La vida breve, las influencias de la corriente verista-naturalista, especialmente en la vertiente francesa encarnada por Jules Massenet, del impresionismo y demás músicas de la vanguardia europea, con el folklore andaluz, representado principalmente por el flamenco, no en vano la obra incluye la presencia de un cantaor y guitarrista en el segundo acto. Todo ello con el uso de una orquesta exuberante. Muy importante también resulta el elemento racial, la protagonista es Salud, una gitana del fascinante Albaicín granadino que muere por desamor cruelmente burlada por Paco, señorito andaluz que la camela para luego casarse con una señorita de su clase y adinerada. Asimismo, como bien indica José Luis García del Busto en su artículo del programa de mano, adquiere también gran importancia en la ópera de Manuel de Falla sobre libreto de Carlos Fernández-Shaw la crítica social tan presente en frases como «¡Malhaya quien nace yunque en vez de nacer martillo!» que canta la voz de la fragua o el lamento de los obreros «Ande la tarea, que hay que trabajar! ¡Y pa que disfruten otros, nosotros siempre nosotros, tenemos que sudar!».

Jaime Martín en La vida breve de la OCNE

   La magnitud de la orquestación de La vida breve no justifica la dirección aparatosa y apabullante de decibelios de Jaime Martín, mediante un gesto más bien tosco y poco claro. Una labor sin contrastes, ni articulación, en la que no pudieron apreciarse los detalles de la orquestación de Falla -especialmente situados en el hermosísimo interludio- sin diferenciación alguna de planos orquestales y, desde luego, sin piedad alguna para las voces. Cierto es que pudo rescatarse algún momento con pulso e incandescencia, como las danzas del segundo acto, pero en líneas generales, Martín confundió energía y tensión teatral con ruido y brusquedad. El coro Nacional aceptó la apuesta de la batuta y sonó rotundo, voluminoso, pero poco flexible.   

   El papel de la protagonista, Salud, es el mejor caracterizado dramáticamente -los demás se encuentran tan sólo esbozados- y está destinado a una soprano lírica, particularmente exigida en el registro agudo, por lo que una mezzosoprano como Nancy Fabiola Herrera se mostró incomoda en todo momento con la tesitura. El sonido sin terminar de liberarse y el festival de decibelios de la batuta implicaron que Herrera resultara tapada por la orquesta en numerosas ocasiones. Eso sí, no faltó la musicalidad innata de la mezzo canaria y su entrega en la caracterización, muy sentida y emotiva, de la desdichada protagonista. Insulso a más no poder el Paco del tenor Joel Prieto, de sonido pobre y sin efusión alguna en las envolventes frases, fundamentales en su corto papel, del dúo del primer acto “Por ti yo desprecio las galas del Mundo…”. Un lujo, por su parte, la intervención de la cantaora María Toledo, que, intensa, plena de «jondura», transmitió con fuerza y estupenda voz, toda la expresividad de las soleares en la escena de la boda de Carmela y Paco, espléndidamente acompañada por la guitarra de Juan Manuel Cañizares, que incluso regaló un anticipo de la melodía de la danza española subsiguiente. Uno se quedó con ganas de más de estos dos magníficos artistas, que como suele ser habitual, fueron amplificados. 

   Ana María Ramos prestó intención en el decir a la abuela, a pesar de luchar con una emisión dura, desigual y engoladísima. Por su parte Federico Gallar acentuó con determinación y profesionalidad su Tío Sarvaor. Ariel Hernández cantó con corrección las importantes frases de la voz de la fragua, aunque el ascenso al agudo demostró que obvia el pasaje de registro. Cumplieron Manuela Mesa y Víctor Cruz en su breve cometido. 

Fotos: Facebook OCNE

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