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JORGE DE LEÓN, tenor: «Estamos en un mundo como el de Otello, a la deriva»

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Autor: Inés Tartiere
1 de enero de 2019

JORGE DE LEÓN, tenor: «Otello es una meta, un reto»

Una entrevista de Inés Tartiere / [@InesLFTartiere]
Sumergido en los ensayos del concierto de fin de año en la Scala de Milán, hemos podido hablar con el tenor español Jorge de León, uno de los mejores cantantes de su generación y artista asiduo de los más importantes teatros del mundo. Su innata simpatía y cercanía le alejan de los cánones del divismo, siendo a su vez muy generoso y sincero en sus respuestas. Sin embargo De León se toma su carrera muy en serio, haciendo un trabajo exhaustivo en cada rol debutado. También tiene tiempo para la zarzuela dentro y fuera de nuestras fronteras, convirtiéndose en uno de los grandes embajadores de nuestro género allá por donde va. Su 2019 se presenta apasionante, con el debut de uno de los papeles mas emblemáticos del repertorio, Otello de Verdi, que afronta con humildad pero con valentía, plenamente consciente de la dificultad y de las expectativas que está generando su debut.

 Tiene la oportunidad de despedir el año con una Gala de Verdi, en uno de los mejores Teatros del mundo, el Teatro alla Scala de Milán, ¿cómo se siente?

Muy contento, hace poco que tuve que venir a sustituir a un colega en Aida, en mayo, y cuando estaba cantando sentí algo realmente mágico. En el «dúo de la tumba» ví la sombra del teatro, cómo se iba difuminando la herradura, y entre la magia de la música y sentirme en este escenario, pensaba en toda la historia que había pasado por este teatro, y de alguna forma haber podido entrar en esta historia ya con varias producciones y conciertos que he podido hacer, me llena de ilusión y me genera una gran satisfacción personal. Sin duda una forma magnífica de acabar 2018 y empezar 2019.

¿Sigue siendo el público de la Scala tan exigente como antaño?

Es un público muy muy difícil. Hay que habituarse a él. La Scala no es un teatro extremadamente cómodo, en el sentido de que siempre supone una gran responsabilidad cantar en su escenario, pero con la experiencia que uno va adquiriendo, te rodea esa magia que tiene este teatro. Poder cantar allí es un auténtico lujo, es algo único y muy especial.

¿Que es más dificil llegar o asentarse en un teatro?

Asentarse, porque al llegar llamas la atención, la gente te conoce y la primera impresión es la que cuenta, pero estar en varias temporadas, que los teatros cuenten contigo, que crean que eres un cantante lo suficientemente preparado para su temporada, hacen que esté la responsabilidad de mantenerte. Por eso hay que estar siempre en forma

Usted ya es un asiduo en Viena, La Scala, Munich, Berlín… después de su sonado debut en el Metropolitan de Nueva York con Radamés, ¿ha tenido más ofertas en este teatro?

Sí, cuentan conmigo, pero no tengo nada cerrado todavía. Hemos tenido varios contactos y estamos viendo qué óperas hacer. Que cuenten conmigo en un teatro como el Met, haber entrado con buen pie allí, creo que ha sido lo realmente importante.

Empieza el año con Madama butterfly en el Liceu de Barcelona, otro teatro en el que canta asiduamente.

Es la tercera vez que hago esta producción. El Liceo es un teatro en el que no puedes relajarte, hay que estar en forma, y aunque Pinkerton es un rol muy ingrato, tienes la responsabilidad de hacerlo bien, porque la magia del conjunto para que la produccion funcione es que el cast sea homogéneo y todo esté bien cuadrado. Ahí es cuando realmente la gente capta lo que queremos transmitir. Cuando me encuentro con compañeros y sentimos que estamos equilibrados, es un éxito asegurado y genera una seguridad palpable.

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Hablando de un equilibrio de cast, creo que el de Andrea Chénier de Oviedo con Ainhoa Arteta, Jorge de León y Carlos Álvarez, ha sido extraordinario, de hecho luego repetirían en Katiuska. Personalmente tengo que decirle que me encantaría que en esta Butterfly volviera a cantar con Ainhoa Arteta, pero están en cast diferentes.

Es una pena, porque es su debut en el rol y ha debutado Maddalena del Chénier y Katiuska conmigo, así que hubiera sido muy bonito poder acompañarla tambien en su debut de el gran rol que es Butterfly. Las voces tienen esa peculiaridad y creo que se fusionan muy bien, y además, es una compañera fantástica. Que decir de Carlos Ávarez, !qué profesional, qué persona maravillosa!. Es un padre, un amigo, un dios dentro de la lírica.

Sus inicios siempre han llamado mucho la atención: un policía que se convierte en cantante de ópera de la noche a la mañana… pero detrás de eso hay muchos años de estudio. Cuéntenos como fueron sus comienzos. ¿Hay tradición musical en su familia?

No son músicos, pero eran folcloristas de Lanzarote, y ahí me nace el amor por el folclore, por la música. Mi abuelo era un cantante de reconocido prestigio en el folclore, y gracias a esto encuentro mi afición, por escucharle a él, por tocar la guitarra. Empiezo con grupos folclóricos hasta que entro en una coral, me escuchan y me aconsejan que estudie, y ahí empieza todo.

Cuando fuí policía yo ya había terminado la carrera de canto, pero tenía que trabajar. Quería tener una garantía en caso de que la carrera no funcionara, porque nadie te asegura nada. Empiezo haciendo partiquinos, concursos, hasta que se me presenta la oportunidad, con mi agente con Alfonso Leoz. Empiezo a trabajar con él y se me plantean personajes principales como Andrea Chénier en Málaga, que fue mi debut en el rol, también con Carlos Álvarez, en el 2007, y esto hace que garantice despues el famoso Andrea Chénier del Teatro Real de Madrid, en el que tuve que sustituir a Marcelo Álvarez .

Aunque realmente su punto de partida para gran parte del público haya sido ese Chénier en Madrid, la verdad es que en Valencia ya habían creído en usted desde un principio.

Sí, cuando se produjo mi debut en el Teatro Real, ahí ya tenía contratos con Mehta y con Lorin Maazel. En Valencia hice Cavalleria rusticana, La vida breve, Carmen, Turandot, Aida, Le Cid de Massenet con Plácido Domingo, Tosca

Mi incursión en Valencia fué sustituyendo en el ensayo a Roberto Alagna en la inauguración de Les Arts, me escucharon, y de ahí me surge La bruja y empiezo a hacer más cosas. Después fuí uno de los tenores que más cantó en esa época en Les Arts. Lorin Maazel, Mehta y Helga Schmidt, confiaron mucho en mí. Siempre digo que tuve la oportunidad de debutar las tres “T” con Zubin Mehta: Trovatore, Turandot y Tosca.

Creo que Giancarlo del Mónaco ha tenido que ver también mucho en su carrera.

Por supuesto, el maestro Del Mónaco ha sido fundamental. Creo que ha habido esa parte paternal, a parte de encontrar el homónimo a su padre, un tenor di forza, me ha valido mucho para orientar mi carrera. No es que tenga que imitar la carrera de Mario del Mónaco, pero sí me ha dado muchos consejos, porque lógicamente él conoce de su padre todo este tipo de repertorio, y cómo enfocarlo para mi voz. He debutado muchas obras con él, ha sido mi impulsor. Fue él quien quiso que estuviera de cover en el Teatro Real y el resultado fue óptimo. Para el soy esa criatura que ha guiado. Èl se siente muy orgulloso, y yo muy agradecido

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Se dice de usted que recuerda a los grandes tenores de antaño, ¿qué opina?

Creo que es por el tipo de técnica que utilizo, la forma de cantar y de proyectar, principalmente la zona aguda. Yo intento cantar con mi voz, pero claro que me nutro con la forma de cantar de antes. De Bjorling, Hipólito Lázaro, Volpi. Cantaban con una franqueza y una forma muy sana. Me llama la atención las grandes carreras que han hecho tenores como Gigli, y creo que es por esa forma tan sana de cantar, por eso siempre intento nutrirme de todos ellos.  

A mi me recuerda a ellos en la forma de modular la voz.

Sí, en el giro. Yo lo trabajo como un giro natural, porque mantengo la laringe baja y la voz gira, hace que toda la columna vocal sea homógenea, que liberes totalmente la voz, que la garganta esté relajada.

La facilidad aparente de sus agudos, ese squillo que le caracteriza, ¿es algo innato o muy trabajado?

Se trabaja, creo que es una cuestión de equilibrio. Físicamente siempre hay que estar ordenando la voz, sobre todo una voz que no es fácil. No considero que tenga una voz fácil, de modular y de trabajar así que hay distintos aspectos que siempre hay que estar cuidando. La música no es siempre a todo cañón, se deben cuidar mucho las dinámicas, y controlar eso es a base de trabajo, de técnica y de experiencia.

Su voz es un diamante en bruto pero me imagino que no ha sido fácil de domar, debido en parte a su gran potencia.

Había un diamante, el squillo iba muy bien, los agudos estaban ahí, pero claro era un caballo difícil de domar. Iba contrareloj con la carrera, con la vida, y me encuentro con mi maestro Alfonso Leoz, que es quien invierte en enseñanza conmigo, y el resultado creo que hasta ahora, en unos años de carrera con él, ha sido sin duda, a mejor.

¿Quiénes han sido sus referentes en cuanto a técnica?

Depende de que matices o el énfasis que quieras mostrar. Por ejemplo, si quieres un color, un brillo, buscas tenores de raza como Del Mónaco, si quieres hablar sobre la palabra, un gran referente sería Carreras. Es un puzzle complejo de muchas piezas, para tener referentes a la hora de gestionar la voz y solucionar los pasajes complejos con técnica, palabra, dicción, expresión. Hay momentos puccinianos que a veces la técnica la dejas un poco de la mano para dar una expresión que el público agracede, como un llanto. Es un poco coger de aquí y de allá a ver que sale (risas).

¿Que tiene Canarias que nos ha dejado muchos de los mejores cantantes de cada generación?

Es un compendio de cosas. La forma de hablar, el carácter, el embudo cultural entre Europa y América, todos pasaban por allí. El clima, el carácter folclórico. Esa competición de voces folclóricas. Creo que ha sido de las Comunidades Autónomas de España que ha dado mejores artistas. Está en un momento muy interesante de voces, y es maravilloso encontrarte colegas en temporadas en cualquier teatro.

Otro tenor canario que triunfa en los escenarios de medio mundo es el tinerfeño Celso Albelo.

Y además de la misma ciudad, de La Laguna, donde nos acaban de nombrar juntos hijos predilectos. Éramos amigos de conservatorio, y ahora coincidimos mucho. Acabamos de hacer juntos el XXV Concierto de Navidad de la Orquesta Sinfónica de Tenerife. Tenemos una relación increíble. Somos hermanos de vida, como nos llamamos nosotros. Es algo muy especial.

 

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¿Cuál cree que ha sido el secreto de su éxito?

La receta es fuerza de voluntad, valentía, trabajo duro, instrumento vocal. Pero no es un secreto o una receta que pueda dar a otra persona y que funcione (risas). Las circunstancias de cada uno van determinadas por diferentes cosas.

Siempre he tenido la sensación de que lo da todo en cada nota de cada ópera, sin reservas. Es un lujo poder escuchar a alguien con esa entrega, y se agradece.

Para mi reservarme sería perder la oportunidad de expresar. Cuando tienes problemas y no estas al 100% intentas concentrarte más para no dañarte, pero cuando la voz está fuera, sin llegar al límite de romper, es hasta sano. Yo me libero de esa presión y de llegar a los corazones de la gente, que es de lo que se trata en definitiva, de hacer una interpretación fiel a lo que quieres expresar.

¿Cuántas veces le han dicho que no puede ser un tenor lírico spinto siendo tan joven?

Yo soy de la teoría de que eres demasiado joven para hacer algo, justo hasta el día en que eres demasiado viejo (risas). Partiendo de esa base, uno elige su tiempo. Cada uno tiene su forma de ver las cosas, y uno tiene que tomar la decisión con los consejos, con las críticas, los cánones  establecidos, y una vez tomas la decisión, por suerte puedo decir que no he tenido grandes problemas a la hora de decir cosas como que este rol no tenía que haberlo cantado, estoy fuera de plazo o de tiempo. Hasta ahora lo que he hecho, mejor o peor, lo he llevado hasta el final y estoy contento con el trabajo realizado. Por supuesto hay roles que no puedo retomar ya, pero en cuanto a afrontar nuevos retos, creo que con mi voz, con inteligencia y con cautela, se puede abarcar. Pero si no, también sería honesto decir me precipité, que creo que no estoy preparado y cancelar.

¿Ha cantado algún rol belcantista?

Canté Edgardo de Lucia di Lammermoor en Menorca con Mariola Cantarero en 2003. Acababa de ganar el premio Gayarre y era una incursión, era un Donizetti que podía abarcar. Fue un aprendizaje hasta que realmente ví el repertorio que me iba bien, con el que me desenvuelvo y con el que realmente me siento cómodo y me mantiene la voz sana. Es curioso pero en toda mi carrera sólo he cancelado una Tosca en Berlin, y porque estaba realmente áfono. Siempre me he notado capaz de afrontarlo, cierto que no siempre en plenas condiciones, pero logrando hacerlo, e incluso a veces me dicen «has cantado mejor» (risas). Hace que la técnica la lleves al extremo. Es por la concentración, cuando estás perfecto te relajas más. Kraus decía que sin voz hablada podía cantar, pero él era de otra galaxia.

De hecho es habitual su disposición y compromiso para sustituir in extremis a otros cantantes.

Si, justo este mes he tenido que hacer Pinkerton de Madama Butterfly en Viena a última hora ensayando una hora antes de la función. Lo mismo en mayo con Aida en la Scala, estaba ensayando Manon Lescaut en el Liceo de Barcelona que debutaba el rol, y me llamaron a las once de la mañana, que si podía cantar esa noche que salía un avion a Milán a las tres. Por lo menos la producción ya la había hecho en el 2012, me probé el vestuario y Daniel Oren dándome algunas pautas que casi no me dio tiempo a maquillarme y vestirme. Casualmente era el mismo cast que habíamos hecho Aida en el Metropolitan: Stoyanova, Urmana y Gagnidze.

¿Qué se le pasa por la cabeza antes de entrar en escena?

¿Qué hago yo aquí?, eso me pregunto mucho, ¿quién me manda a mi…? lo tengo ya como una tradición (risas).

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¿Cuántas veces le han propuesto Otello y ha dicho que no?

Varias veces, pero principalmente, la que más me dolío fue la de Zubin Mehta. Me lo ofrecio en el 2015, pero yo me notaba que todavía debía  debutar Manon Lescaut, Ballo in maschera, otros roles.

Porque en Valencia debuté muchos roles y cuando Mehta me lo pidió tuve que tomar la decisión de decir que no, y claro, decirle a un maestro como Zubin Mehta que no, fue algo duro. Pero él lo entendió perfectamente, y he hecho muchas cosas con él después. Hemos seguido manteniendo la relación.

¿Por qué ahora, y en Málaga?

Yo soy de la opinión de que nunca estás preparado para debutar un rol. A medida que lo vas haciendo, lógicamente lo vas madurando, te vas metiendo en la piel del personaje. Era de recibo debutarlo en un Teatro como Málaga, donde debuté Andrea Chénier, Marina, y hacerlo al lado de mi padrino Carlos Álvarez, en su tierra..., se reunían muchas cosas. Está generando muchas expectativas, de hecho han aumentado recientemente el numero de funciones, porque las entradas se habian vendido en muy poco tiempo. He ido cantando en conciertos distintas partes del rol, he visto que la voz se encamina y también me acompañará el maestro Marco Guidarini, que me da la confianza suficiente para hacer un rol como este.

Todos los tenores sueñan con cantar Otello, ¿qué tiene este rol que lo hace tan especial?

He ido analizando Otello desde distintas perspectivas: musical, he leído la obra de Shakespeare, y creo que nos encontramos con una ópera basada en el texto. Verdi quiere captar esa esencia del teatro shakespeariano. Hay un primer plano en cada personaje, en la expresión, en la dicción, en la psicología. Eso añadido a un sabor a sal, a mar. Hay un mar inquieto, tormentoso que rompe una ola que se va, y vuelve la calma. Incluso en las arias, juegan los acordes, como en «Dio! mi potevi, scagliar», esa respiración significa mucho más de lo que parece. Es un personaje a la deriva de su propia fuerza y celos. Es algo extremadamente teatral, con una música exquisita, hace que sea un personaje complejo pero maravilloso. El poder interpretar un personaje que uno ve desde un punto de vista ficticio, me llama mucho la atención, me aporta mucho a mi aspecto teatral y me nutre. Es un personaje en una situación muy compleja. Después de analizarlo bien me he preguntado, ¿cómo actuaríamos nosotros si fuesemos Otello? Porque el que mata a Desdémona es Otello, pero todos culpamos a Yago (risas). Moralmente Yago le envenena, y es cómplice, es un personaje muy curioso, como serpentea y se va. Todo eso añadido a la dificultad de cantar una parte difícil, con una orquestación tremenda, y creo que esto llama la atencion de cualquier cantante. Es una meta, un reto. Todos o lo intentan, o no llegan o se rinden antes de abarcar este personaje. 

¿Cree que puede ser la antesala al que podrá ser uno de los roles de su carrera?

Lo voy a vivir intensamente y me voy a enamorar de este rol, pero no espero de Otello el cúlmen, sino un paso más en mi carrera y en mi repertorio. Es difícil, creo que hasta que no lo debute no voy a poder decirlo. Lo afronto con mucho cariño, y si no puedo con él, seré humilde y honesto.

¿Se está sintiendo cómodo preparando el rol?

Me está apasionando. Ahora tengo que adecuar la voz. Son los procesos de aprender un nuevo personaje, no sólo hay que mirar la música, sino cómo lo quiero plantear. De momento lo estoy interiorizando muy bien, después hay que saber controlar la emoción, si no es imposible cantar. Hay que saber sentirlo pero controlando siempre, porque es muy fácil emocionarse con la música.

¿Cómo lo consigue?

Por los ensayos. Si lo tuvieramos que vivir en el momento, sería incluso traumático. Por ejemplo yo no puedo cantar el final de Butterfly habiendo escuchado antes el «Tu tu piccolo iddio!» Se me pone un nudo en la garganta que no puedo cantar ni una nota.

¿Quién considera como referentes en este rol?

Vickers, Mario del Monaco, Martinucci, Giacomini, voces muy francas.

 

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¿Qué parte es la más difícil de esta joya verdiana?

No hay un momento cómodo, y tienes que saber dosificarte para llegar al final. Tienes un dúo maravilloso, más lírico, pero ya va mostrando su tormento interior, su carácter. No es sumiso es una persona dominante. Sabe que siempre tiene que luchar contra enemigos internos y externos, no está cómodo, siempre hay que mostrar esa furia.

¿Cómo se prepara actoralmente?

Giancarlo del Mónaco me decía que a veces la interpretación sin cantar agota. Esa tensión, esa respiración, genera una fatiga física, no estás quieto. Otello tiene mucha parte de observador, y que la gente está pendiente de él. Eso es difícil gestionarlo. Son partes que sin cantar también generan dificultad.

¿Ha llegado a un momento de madurez y seguridad en el que se permite correr más riesgos que al principio de su carrera?

Vienen generaciones de voces fantásticas, pero necesitan experiencia. También hay gente que empieza y tiene tiempo. Cuando estás metido en una carrera genera cierto vértigo a la hora de afrontar cosas. Conoces tus tiempos y tus limitaciones. Ha sido una decisión lógica. No estoy preparado para debutar Otello, como no estuve preparado para debutar ninguno de los roles que he hecho. Pero una vez que los haces y ves que los has podido solventar, genera mucha satisfacción. Cada debut es un riesgo que tienes que tomar.

Si nunca hubiese tomado ningún riesgo, seguramente no estaríamos aquí.

Eso lo define perfectamente.

El próximo año parece que su carrera va a tomar un rumbo más dramático, a parte del ya comentado Otello, retoma Canio de I Pagliacci, y Turiddu de Cavalleria rusticana. ¿Su carrera irá más enfocada a ese repertorio?

Siempre está Tosca, Aida, Turandot, Carmen, son los títulos en los que suelo moverme y presentarme por el mundo. Pero no hay muchos tenores para hacer este tipo de repertorio, aunque tengo muchos colegas que lo cantan de forma maravillosa. Donde va uno queda otro hueco y entro yo, y vamos coincidiendo. Son roles que me funcionan y por lo que me solicitan. Hay roles que he hecho como Macduff de Macbeth, que no creo que me vuelvan a pedir, creo que es preferible para alguien que está comenzando. Es más por la forma de gestionar de los teatros que mi repertorio en sí.

¿Samson?

Lo tengo pensado, es un rol que quiero debutar, ya me lo han planteado.

¿La forza del destino?

Sí, es otro rol que también quiero hacer y que me han planteado en un teatro español.

 

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Creo que Puccini es el compositor que mejor le va a su voz

Si, me he convertido en un tenor bastante pucciniano, con Turandot, Tosca, como caballos de batalla, Tabarro…

Otra ópera de Puccini que creo que le iría muy bien a su voz es La Fanciulla del West.

Me encantaría, pero es tan difícil... De cantar y de programar, porque necesita un elenco muy grande, y pocos teatros se lo pueden permitir. «Ch’ella mi credo libera e lontano» !Què gran aria!. Un rol maravilloso.

¿Lee las críticas?

Sí. Yo subo a un escenario con la condición de gustar o no gustar y lo acepto. Yo trabajo y lo doy todo, pero soy consciente de que no puedes gustarle a todo el mundo. Las críticas para el público son necesarias, pero sin duda yo soy mi peor crítico. Yo sé donde fallé, soy plenamente consciente, soy el primero que me machaco a mí mismo, y tengo la humildad suficiente para entender que no gusté, y que me equivoco. Las críticas merecen un respeto, pero los críticos también deben entender que están hablando del trabajo de una persona, y en eso hay que ser respetuoso. Siempre he pensado que sería un crítico muy favorable, porque adoro tanto el arte y disfruto tanto que me costaría mucho no ver lo positivo.

Yo elegí esta profesión con todas las consecuencias, y tengo la inmensa suerte de poder hacer lo que me gusta, pero no me parece de recibo el libertinaje de las redes sociales, dedicarse a insultar detrás de un pseudónimo. Una crítica constructiva puede ser muy útil, siempre y cuando no busquen hacer daño.

La mayoría de las veces una crítica mala genera mucha más expectación que una buena.

Hay veces que parece que la gente disfruta cuando fallas, es lo que está esperando, en vez de ir a disfrutar. En Alemania muchas veces se llenan las óperas para abuchearlas, parece el mundo al revés.(risas)

Casi siempre tienen más éxito las óperas polémicas, porque a la gente le interesa más, ese morbo, esas son las que venden todas las entradas. Al final ¿de qué se ha hablado de la Aida de Zeffirelli? De Alagna, del problema, eso es lo que genera noticia, el conflicto.

Me contó Giancarlo del Mónaco, de un director de escena que hizo una producción y la bravearon muchísimo, y dijo preocupado ¿qué habré hecho mal?, este no era el resultado que yo esperaba, (risas).

¿Ha llegado a cancelar una producción?

No, lo que hago es darle la vuelta. La llevo a mi terreno, porque si yo no entiendo lo que estoy expresando, imagina el público.

Por suerte siempre tiene tiempo para la Zarzuela, incluso exportándola a Teatros como la Scala de Milán con el maestro Plácido Domingo, con un gran éxito.

Soy un amante de la zarzuela. He interpretado trece zarzuelas, y por suerte tengo más proyectos, y un nuevo debut en el Teatro de la Zarzuela. Se habla de la zarzuela de que está mal escrita pero no es así, es que es muy exigente vocalmente, los compositores estaban supeditados a un tipo de cantantes con unas características especiales. Marcos Redondo generó un tipo de baritenor, con un cuerpo y unos agudos impresionantes, e hizo todo ese tipo de zarzuelas que son difíciles para un barítono hoy en día. En esa época los compositores estaban condicionados a la composición popular que le exigía las circunstancias sociales de la cultura española, de que había que poner temas populares, pero con la visión de grandes compositores, como Wagner. Por ejemplo, el dúo de La bruja de Ruperto Chapí, no puede ser más wagneriano, introduciendo la parte popular, porque la gente exigía salir cantando. En la época de Amadeo Vives salían del teatro a las dos de la mañana, porque el público hacía bisar prácticamente cada número.

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¿Cuál ha sido el rol más importante de su carrera?

Mi carta de presentación siempre ha sido Radamés y Cavaradossi. También le tengo especial cariño a Andrea Chénier. Fue la última ópera que hice con Daniela Dessì.

¿Repertorio alemán?

En mis primeras incursiones hice el joven sirviente de Elektra en Sevilla con Renatta Scotto, pero considero que no es para mí. No hablo alemán y ahora mismo sería complejo para mí. Tengo muchas cosas que debutar antes.

Próximos compromisos

Hago en mayo Tosca, Cavalleria y Pagliacci en Génova y el Otello de Málaga. En Junio Manon Lescaut en Berlín. La próxima temporada debutaré Jerusalem en octubre en Bilbao, y cantaré Calaf de Turandot en el Liceo de Barcelona.

¿Cuáles son sus deseos para el próximo año que esta a punto de comenzar?

Personalmente yo llegué a la estratosfera de mis sueños. Me gustaría seguir disfrutando, y por supuesto haciendo disfrutar. Tener la oportunidad de seguir emocionando con mi voz.

Estamos en un mundo como el de Otello, a la deriva. Desearía que las cosas se estabilizaran, tener un poco de calma, vivimos en una incertidumbre constante, gente que emigra, gente con miedo, que se quiere ir, un mundo bastante complejo. Está todo muy revuelto, y le pediría al 2019 que la travesía sea cómoda, porque ya es difícil navegar, ya es difícil vivir y estar en este mundo. Es un mundo apasionante para vivirlo, la vida es una maestra, te enseña a vivir. Aprendamos, vivamos, ilusionémonos; es tan difícil ilusionarse por las cosas, pero eso es fundamental, sobre todo para ser feliz.

Foto: Javier del Real

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