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Crítica: José Luis Fernández Sánchez y Marc Soustrot con la Sinfónica de Sevilla

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Autor: Álvaro Cabezas
18 de mayo de 2024

Crítica del concierto protagonizado por José Luis Fernández Sánchez y Marc Soustrot en la temporada de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla

José Luis Fernández Sánchez y Marc Soustrot con la Sinfónica de Sevilla

En recuerdo del amigo

Por Álvaro Cabezas
Sevilla, 16-V-2024. Teatro de la Maestranza. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla; José Luis Fernández Sánchez, clarinete; Marc Soustrot, director. Programa: Primavera (estreno absoluto) de Inmaculada Almendral; concierto para clarinete y orquesta, en La mayor, Kv. 622, de Wolfgang Amadeus Mozart; y 5ª sinfonía, en Si bemol mayor, op. 100, de Serguéi Prokofiev. 

   Encara la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla la recta final de la temporada marcada por la incorporación, el próximo 10 de junio, del que será nuevo director gerente de la formación, Jordi Tort Guals, y, también, por la despedida del director titular y artístico de la orquesta desde 2021, Marc Soustrot, a quien le queda nada más un programa de abono (el del mes de junio con el pianista Juan Pérez Floristán y obras de Shostakóvich, Bartók y Dvorák), para concluir una etapa esplendorosa y difícil para la orquesta. No sólo esto último se debe a las dificultades pasadas, sino, también, a las pérdidas irreparables. En recuerdo, precisamente, del que fuera titular de la plaza de solista de clarinete de la orquesta desde 1993, Piotr Josef Szmyslik (Katowice, 1960 – Sevilla, 2023), se varió un tanto la conformación de este programa en el que él iba a participar interpretando la parte del Concierto para dos clarinetes y orquesta nº 2 de Franz Krommer con su virtuoso discípulo José Luis Fernández Sánchez. Por causa de su desaparición se interpretó en su memoria, y por parte del mencionado pupilo, el concierto para clarinete de Mozart. Recuerdo perfectamente la ternura del sonido que desplegó en este concierto (especialmente en el archiconocido segundo movimiento) el propio Piotr una noche fría de noviembre de hace una década en el Teatro Miguel Fisac de Castilblanco de los Arroyos y cómo cautivó a un público agradecido con una interpretación honesta y natural. La de ayer fue mucho más académica, con un Soustrot que, con sinceridad y elegancia, acompañó a un solista que adornaba con profusión cada una de sus intervenciones y cadencias y que acabó coronando una ejecución redonda y parangonable a las grandes referencias discográficas. Sus compañeros Miguel Domínguez Infante y Félix Romero Ríos salieron al escenario con José Luis Fernández para ofrendar en memoria del compañero y del amigo el tercer movimiento del antedicho concierto de Krommer, una pieza que resultó festiva y galante, llena de matices y alegría primaveral.

   Precisamente, con esa temática se programaron las obras que abrían y cerraban este 10º programa del abono Gran Sinfónico: un estreno absoluto de la compositora Inmaculada Almendral titulado Primavera (llena de referencias cinematográficas williamsianas) y una 5ª de Prokofiev que sonó tremendamente pesimista y por momentos inconexa en los atriles del Maestranza. Todos conocen la grandilocuencia y genialidad con la que el compositor ruso concibió esta partitura y las grandes referencias discográficas de la misma, desde la muy electrizante de un Dudamel a la muy elegante de un Karajan o la parsimoniosa de un Lorin Maazel. Soustrot tenía su propio concepto: trágico, grave, obsesivo en cada una de las repeticiones, robusto en la implicación de los metales, rotundo en las declamaciones y conclusiones, lento sin llegar a abrumar e, inesperadamente, poco continuo y acompasado. La orquesta no siempre pudo realizar sus deseos y hubo algunos desajustes, sobre todo en los movimientos extremos, muy deslavazados e interrumpidos, quedando, eso sí, para el recuerdo los centrales, llenos de imaginación, ironía e irritabilidad.

   El resultado concluyente es que, después de décadas como director invitado y tres temporadas como titular, Soustrot se ha hecho su público: un no muy numeroso, pero destacado grupo de melómanos le aplaudió de pie alargando bastante la ovación final, con lo que es previsible que su despedida dentro de un mes esté teñida de agradecimiento y nostalgia. Habrá que esperar aún un tiempo para que se vuelva a la búsqueda de un director titular, el suficiente para acabar de estabilizar la orquesta en medio de una ola de consumismo turístico que parece arrasar con todo en la ciudad de Sevilla y, por qué no decirlo, con el condicionante de una programación de temporada del propio teatro que, desde que está dirigido por Javier Menéndez, raya a gran altura con la invitación de orquestas internacionales. El futuro lo dirá.

Foto: Marina Casanova

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