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José Luis Temes y la Sinfónica de Castilla y León rinden homenaje a Luis de los Cobos con dos estrenos mundiales

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Autor: Agustín Achúcarro
12 de octubre de 2016

Estreno de “El Pinar perdido”, el epitafio musical de Luis de los Cobos Almaraz en Valladolid. Junto a esta sinfonía también se estrenará La nana del Campo Grande. "Tras estos estrenos aún tiene la ciudad una deuda pendiente con Luis de los Cobos Almaraz, quien siempre soñó con que se representara en Valladolid alguna de sus cuatro óperas". 

José Luis Temes y la Sinfónica de Castilla y León rinden homenaje a Luis de los Cobos con dos estrenos mundiales

   Un reportaje de Agustín Achúcarrro
Un tema lírico y al tiempo nostálgico inicia la obra, y refleja una sensación nebulosa de soledad… Así tenía en origen en su mente el comienzo de la Sinfonía nº 2 "El Pinar perdido" el compositor vallisoletano Luis de los Cobos Almaraz. Ha habido que esperar desde la conclusión de la obra en 2010 para que por fin se produzca su estreno mañana, 13 de octubre de 2016 a las 20:30 horas, en el Teatro Calderón de Valladolid (las invitaciones para asistir se pueden recoger desde el pasado 6 de octubre en las taquillas del teatro), con la Orquesta Sinfónica de Castilla y León dirigida por José Luis Temes, el músico que tantas obras de compositores españoles ha recuperado.  

   De los Cobos falleció en 2012, por lo que al menos tras su muerte se le hará justicia a un compositor, que como tantos otros, inexplicablemente no ha visto interpretadas sus composiciones con la asiduidad que se merecen. Algo que ha reconocido en no pocas ocasiones el propio Temes, al distinguirle como un compositor de gran talento, muy por encima de lo que se conoce su obra. En este mismo concierto se estrenará también la Sonata para violín y piano "Nana del Campo Grande", datada en 2006, en Ginebra, ciudad en la que residía el compositor. En esta obra intervendrá el violinista Iván García y el hijo mayor del compositor, el pianista Sergio de los Cobos, del que se publica a continuación de este reportaje una breve semblanza sobre sus vivencias con su padre.

   El Pinar perdido permanecía en los ordenadores de Luis de los Cobos hasta que su valedor el director José Luis Temes decidió junto con la familia ponerse manos a la obra y conseguir tener la partitura presta para el estreno, algo que pudo empezar a gestarse en un encuentro durante un concierto en el Auditorio de Valladolid. Comenzaba así el trabajo epistolar y telefónico entre De los Cobos y Temes, su gran valedor, que concluiría con algunos cambios sobre el original, cierta reconstrucción y una reducción de la duración inicial de la obra, para quedar en torno a 45 minutos.

   El Pinar perdido, sinfonía dedicada a Valladolid, forma parte del viaje vital de Luis de los Cobos desde el momento en que siendo un niño, con tan solo 9 años, vio como se llevaban a su padre de su casa de El Pinar de Antequera para asesinarle el 24 de julio de 1936. No volvería de los Cobos a visitar ese pinar hasta que se produjo su homenaje y nombramiento como embajador decano de Valladolid en diciembre de 2009, cuando se organizó un concierto en torno a su obra y se publicó un libro de carácter biográfico titulado “Homenaje a Luis de los Cobos Almaraz”. Y su vuelta a los pinares de su infancia supuso el embrión de esta sinfonía. El compositor y violinista, que amaba el sonido del violonchelo, abandonó España el 1 de enero de 1952, aunque nunca dejo de visitarla, estudió dirección en Roma, Salzburgo y París, mantuvo encuentros decisivos con Shostakovich y acabó fijando su residencia en Ginebra, en donde trabó amistad con Ansermet.

   Quien esto escribe le entrevistó en varias ocasiones para el Diario de Valladolid El Mundo, y recuperamos aquí algunos extractos con el fin de dar unos apuntes sobre su forma de pensar. “La música siempre tiene un margen de ambigüedad o equívoco cuando es una obra nueva y ese camino me gusta señalarlo”, reflexionaba el compositor con motivo del estreno de su Sinfonía Cursus vitae. Le gustaba intervenir en los ensayos previos al estreno de sus obras de la misma forma en que no le apetecía hablar de ellas en exceso, pues “desconfiaba de las glosas que muchas veces lo único que pretenden es tapar un vacío musical”. También era un autor comprometido con su época y por eso creía que “se había educado al público para que no tuviera necesidad de música contemporánea”, algo de lo que él responsabilizaba “a la política cultural”, pues para de los Cobos sin una existencia permanente de la música actual “se puede dar la sensación de que se vive simplemente como un parásito de la cultura pasada”, cuando para él era evidente que “el hombre moderno necesitaba una expresión del mundo actual”. Más tarde, con motivo de su homenaje, y para el mismo diario antes citado, diría:”Es un homenaje para mí muy grato, posiblemente inmerecido, pero lo interesante es que se tenga acceso a mi música”, lo que para él pasaba indefectiblemente por la grabación de la misma.  

   Se ha hablado acerca de su evidente poca afinidad hacia la Segunda escuela de Viena y se señala que en El Pinar perdido existe una reconciliación con esas estéticas. Sería conveniente recordar al respecto que los problemas del compositor vallisoletano con esa corriente tiene como una de sus bases la consideración de que “acabó siendo una doctrina impuesta, que no dejaba respirar a aquellos que habían optado por otras maneras de entender la música”, y que más allá de las técnicas de las que se valga en esta sinfonía, -Temes escribió en el obituario que le dedicó que quería saldar su gran deuda, releyendo a su manera la técnica serial-, no reniega de sus ideas de fondo sobre la creación musical.  

   Tras estos estrenos aún tiene la ciudad una deuda pendiente con Luis de los Cobos Almaraz, quien siempre soñó con que se representara en Valladolid alguna de sus cuatro óperas.

Una mirada retrospectiva de Sergio de los Cobos ante el estreno de las obras de su padre.

   Uno de mis primeros recuerdos musicales viene de mis años en Viena, cuando mi padre me llevaba a ver trabajar a los caballos de la Escuela Española de equitación con fondo de música de Schubert. En casa, cuando se reunían mis padres con sus amigos para una cena, recuerdo bajar las escaleras en pijama para ver quiénes eran los invitados y, en varias ocasiones, alguien traía una guitarra, o se sentaba al piano para tocar un intermedio musical. Admirador de los grandes pintores mi padre coleccionaba cantidades de diapositivas de cuadros. En su despacho tenía un montón enorme de cajas donde las guardaba. Se divertía mucho organizando largas exposiciones proyectadas con un soporte musical que él mismo seleccionaba y que recuerdo que reproducía por unos grandes altavoces. Luego llegaron los vídeos de óperas, que compraba o que grababa él mismo de la televisión. Había siempre mucha música en casa cuando yo era niño, y lo vivía como una cosa natural. Uno de mis primeros recuerdos de Valladolid fue el estreno de su primer concierto para violonchelo y orquesta. Poder asistir ahora al estreno de su última obra "El Pinar perdido" es un gran honor para nuestra familia, y participar desde el piano al estreno de la  "Nana del Campo Grande" (obra para violín y piano) será la oportunidad de transmitirle por medio del pensamiento mi agradecimiento por lo que me ha aportado.

Sergio de los Cobos

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