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Crítica: José María Moreno dirige «El hombre armado: una misa por la paz» de Karl Jenkins con la Filarmónica de Málaga

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Autor: José Antonio Cantón
31 de marzo de 2021

Emocionante concierto de Semana Santa

Por José Antonio Cantón
Málaga. 26-III-2021. Teatro Cervantes. Orquesta Filarmónica de Málaga [OFM] Coral Carmina Nova. Solistas: Mónica Campaña, Marina Pinchuk, José Manuel Sánchez, Rodrigo Álvarez y Nur Bió. Director: José María Moreno. Obra: El hombre armado (Misa por la paz) de Karl Jenkins.

   El director José María Moreno ha querido con esta obra tan representativa del compositor británico Karl Jenkins dar contenido al tradicional concierto de Semana Santa, una de las citas de la  Orquesta Filarmónica de Málaga [OFM] más esperadas de su temporada. Conocedor de los secretos de esta composición, la ha planteado como una performance de orientación operística que, de manera impactante, ha acaparado absolutamente la atención afectiva y sensitiva del público que ocupaba en su totalidad el aforo permitido.

   Jugando con el implemento emocional que comporta la proyección de imágenes de los distintos conflictos bélicos que azotaron a la humanidad durante el siglo XX, el más sangriento de la historia, el maestro indicó el inicio de los sones de la conocida canción medieval L'Homme armé, que da título a la obra, como temeroso anuncio de la tragedia que se describe musicalmente en los subsiguientes números. La acertada a la vez que sencilla intervención en el primero de la Coral Carmina Nova, bien preparada por su director Michele Paccagnella, causó una gran sensación, predisponiendo al oyente a una mayor receptividad del mensaje pacifista que propone el compositor. El canto de Nur Bió, en su función de muecín llamando a la oración, profundizó el sentido religioso del segundo pasaje con densa espiritualidad, dando lugar a la piadosa invocación del Kyrie iniciada cadenciosamente por la soprano malagueña Mónica Campaña, que predisponía a la sucesiva intervención del coro por turnos de registro, y con cuya intervención se iniciaba el discurso de la misa que, en este caso, se presenta sin el dogmático Credo.


   La interpretación entraba en una fase de tensión emocional con las voces masculinas a cappella advirtiendo del peligro de la guerra simbolizado en el enemigo armado, que vino a suavizarse por el tratamiento contrapuntístico de su final, marcado en detalle por el director que, seguidamente, puso énfasis en la percusión y los metales como queriendo fortalecer el paradójico vigor militar que encierra el Sanctus ante el esperanzado mensaje que transmitía el coro. El director preparaba así al público ante el bélico fragor y sentido dramático de los cuatro episodios que se suceden entre los que destacaron los clarines en lontananza acentuando los efectos de los versos del poeta superviviente de la bomba de Hiroshima, Togë Snakichi, que ocupa el número noveno, y las monodias del décimo sobre un tenuto orquestal de sobrecogedor efecto.

   Se llegaba a continuación al Agnus Dei en el que Jenkins determina el protagonismo de la orquesta para transmitir sentimientos de resignación y esperanza antes del meditativo momento contenido en el episodio titulado Ahora han enmudecido las armas en el que el canto de la contralto bielorrusa Marina Pinchuk, que cautivó por su vocalización dramática y profunda expresividad, se percibía envuelto por unos sones orquestales que apuntaban estilemas de Samuel Barber, lo que acentuó el sentido elegíaco de este momento de la obra. Inmediatamente tuvo adecuado complemento con la emocionante intervención de Tilman Mahrenholz, primer chelo de la OFM, antes del atronador Hosanna expandido con gran explosividad por la percusión que se localizaba en varias ubicaciones tanto en el escenario como fuera de él.


   A modo de justificación y con carácter reflexivo, José María Moreno condensó la expresividad que quiso imprimir al último movimiento, que debía ser un resumen de toda la obra, conjuntando la tragedia que mostraban las imágenes proyectadas con la experiencia perceptiva musical del espectador, consiguiendo un dramático lirismo integrador fruto de su gran conocimiento en manejar distintos planos y elementos sonoros, destreza que ha consolidado a lo largo de su experiencia operística. El recogimiento que transmitió en el prolongado silencio final, después de repetir el coro como recordatorio el articulado canto de L'Homme armé cerrándose así el ciclo de la obra, quedará seguramente en la memoria del público que, puesto en pie, respondió con una intensa y prolongada ovación.

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