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Crítica: La Joven Orquesta Barroca de Andalucía interpreta las suites de Bach

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Autor: Alejandro Fernández
31 de diciembre de 2016

ZAPICO DIBUJA LAS SUITES DE BACH

   Por Alejandro Fernández
Málaga. 22-XII-2016. Sala Tabor. Casa Diocesana. El universo barroco de J. S. Bach. Las cuatro suites orquestales. Solista: Laura Quesada Alcaide, flauta. Director: Aarón Zapico. Programa: Integral de las Suites Orquestales, BWV 1066-1069, de J. S. Bach

   La Sala Tabor de la Casa Diocesana fue testigo el pasado día veintidós del último recital de la Joven Orquesta Barroca de Andalucía. En el podio, el director del conjunto Forma Antiqva  Aarón Zapico. Este músico asturiano es uno de los pilares de la interpretación historicista en nuestro país y un no menos referente internacional. Pero una cosa es dirigir conjuntos profesionales y otra bien distinta acercar a incipientes profesionales las formas y maneras de un tiempo o una época tan concreta como es el período barroco, más aún si lo entendemos como un estilo internacional en el que confluyen distintos estilos, lenguajes que en el pautado del cantor de Leipzig reflejan todas esas influencias sin menoscabo de su sello personal. Ejemplo de aquellas interacciones lo encontramos en un género que, al menos en la denominación, ha sobrevivido hasta nuestros días: la suite.

   Con Bach como protagonista y la integral de la Suites Orquestales en los atriles, el director asturiano y la JOBA fueron capaces de aflorar el gran universo que es el legado Bach. En Bach nada sobra y nada es casual, cada nota forma parte de un estudiado hilado, una arquitectura en el aire más cercana a lo divino que al hombre, pero es también ese hombre quien supo ordenar todas las ideas de su tiempo, destilarlas y cimentar las bases de lo que hoy llamamos música. Dos horas de danzas enlazadas prologadas por su correspondiente Ouvertures de corte francés, pero acento germano y lectura española. Mucho han cambiado los vientos desde desde la soledad de músicos como Gustav Leonhardt hasta poder apreciar una corriente en España y lo que es mejor el constante aporte de afluentes como es el proyecto abanderado por la Filarmónica de Málaga.

   De la mano de Zapico la tercera promoción de la JOBA llega a su punto de maduración técnica algo que no es extraño si consideramos el intenso trabajo de preparación previo que pudiendo incurrir en el peor de los naufragios sencillamente brindaron, este pasado jueves, una excelente lectura de las cuatro Suites orquestales en las que equilibrio, serenidad y contraste resumen el concierto ofrecido por la JOBA de estas cuatro páginas que atesoran cada una de ellas sus propios matices y hallazgos, a pesar de la amplia distancia temporal que separan las primeras de las últimas suites. La preparación de Zapico más allá de la técnica, por otro lado sobrada,  buscaba el toque interpretativo algo que hemos extrañado en anteriores encuentros. Pero como ocurriera en las dos promociones anteriores hay un programa que marca la distancia entre lo entretenido y lo sublime.

   Aarón Zapico y su visión de la integral de las Suites orquestales  propuso un juego de espejos jugando con esa doble faceta de la música barroca, en la que lo mínimo es suficiente y lo máximo solemne. Añadimos, también,  los tiempos y dinámicas calibradas, el cuidado de los fraseos, los acentos y adornos dispuestos por el compositor y todo un conjunto como la JOBA entregado al director asturiano. Cada suite quedaría caracterizada por su propia identidad sonora: la primera por su carácter solista entre las secciones de maderas y cuerdas; en la segunda el protagonismo de la orquesta queda relegado a un segundo plano ante la flauta travesera, el inmenso Air de la tercera junto a su brillante orquestación y finalmente en la cuarta todos los destellos de Bach iluminaron la sala. Todo ello desde el equilibrio en la dinámicas, el sentido contrastante propio de las páginas y la ausencia de exageraciones o piruetas efectistas. Música pura de un maestro que se tutea con la perfección.

   Al hablar de equilibrio entre secciones es injusto no mencionar el trabajo singular de los atriles: cuerdas, maderas, el brillo de las trompetas, así como el destacado papel del fagot de Gabriel Ortega, a lo largo de todo el concierto, o la flauta de Laura Quesada, tímida en la Ouverture de la Suite nº 2 y rotunda de la Badinerie que cierra la suite. Quesada representa la nueva generación de solistas andaluces, la excelencia tanto personal como del trabajo amasado en nuestros conservatorios.

   Uno de los momentos más esperados fue la lectura de JOBA y Zapico del Air de la 3ª Suite dibujada con un sentido oscilante, sereno, pausado engarzados sobre dos silencios extendidos en el tiempo. No fue el único hallazgo del programa. Danzas como la Forlane de la Suite nº 1 brillaron por su carácter pastoril e imitativo. La Sarabande de la 2ª Suite redimida de su carácter lascivo cobraba en la JOBA un tono suspendido, mientras que los distintos menuet brillaron por un inconfundible tono saltarín y animado.

   Telemann redactó su colección de suites al más puro estilo francés sin más reparo que el de llenar la bolsa, pero en Bach descubrimos una elaboración honda, como si tomase determinadas coordenadas reconocibles y las revistiera de entidad propia que en manos de Zapico y JOBA apetecía un mundo dentro de un universo, el universo Bach.

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