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Crítica: Juan Carlos Lomónaco y Andrea Rescaglio con la Sinfónica de la Región de Murcia

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Autor: José Antonio Cantón
15 de enero de 2022

El contrabajista Andrea Rescaglio y el director Juan Carlos Lomónaco, en la temporada de la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia, con obras de Giovanni Bottesini, Rodolfo Halffter y Robert Schumann

Juan Carlos Lomónaco

Elegante actuación

Por José Antonio Cantón
Murcia, 13-I-2022. Auditorio y Centro de Congresos ‘Víctor Villegas’. Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia (ÖSRM). Solista: Andrea Rescaglio (contrabajo). Director: Juan Carlos Lomónaco. Obras de Giovanni Bottesini, Rodolfo Halffter y Robert Schumann.

   El destacado aliciente que presentaba el programa del quinto concierto de abono de la ÖSRM en la temporada actual fue la interpretación del Concierto para contrabajo y orquesta en si menor del que fuera uno de los grandes virtuosos con este instrumento durante el siglo XIX, el músico nacido en Crema (Lombardía), Giovanni Bottesini, que llegó a ser considerado como «el Paganini del contrabajo». Su interpretación estuvo a cargo de Andrea Rescaglio, consolidado solista de la formación murciana desde hace varios años, que estaba pendiente de actuar con tal protagonismo, siguiendo la intención de la directora titular de la orquesta, Virginia Martínez, de fomentar y dar oportunidad de intervención concertante a los primeros atriles de la ÖSRM en algunos de sus programas.

   Con una clara orientación de llegar a lo estético desde lo técnico, Rescaglio, entró en el cálido sentido romántico que la obra contiene en su primer movimiento, cuidando la distinción de las modulaciones que contiene, sustancialmente en los registros medios y bajos en las que algunas se sustentan, como contraste de las figuraciones más llamativas que se dan en la zona de agudos del diapasón del instrumento. Como si de un pasaje de cierta relajación se tratara afrontó la cadencia, que le sirvió para expresar con mayor efectividad su personalidad musical. En el segundo movimiento hizo todo un elogio del canto, intensificando su protagonismo en el diálogo con la orquesta, aspecto muy bien correspondido por la cuidada dirección del maestro mejicano Juan Carlos Lomónaco, invitado para esta ocasión, que trató de adaptarse en todo momento a la exposición del solista. Ambos entraron en la vorágine rítmica del fogoso final desarrollando un intenso juego de alternante contestación en el desarrollo de sus motivos, que sirvió para desencadenar el cerrado aplauso final. En correspondencia a esta respuesta del público, Andrea Rescaglio ofreció una preciosa versión para su instrumento, acompañado por el cuarteto de cuerda de la orquesta, de la segunda de las Antiguas danzas vienesas titulada Liebeslied del mítico violinista austriaco Fritz Kreisler, que dejó en el auditorio un plácido sentimiento de complacencia.

   El concierto, que se abría con una destacable lectura de la Obertura festiva, op. 21 de Rodolfo Halffter en su función de servir como introducción al programa, adquiría máximo interés en la Segunda sinfonía en do, op. 61 de Robert Schumann, cuya interpretación puso de manifiesto los automatismos que la orquesta tiene ya asumidos de esta obra y el certero aprovechamiento que de ellos hizo el director, lo que favorecía la exposición de su conocimiento de la partitura a través de una elegante cinética al servicio del discurso musical, cualidad que determina preponderantemente su acción en el pódium. 

   Así se manifestó ya en la pausada entrada del primer movimiento y en la consecuente transformación rítmica y dinámica del desarrollo de su núcleo principal, como en la brillantez que imprimió a su especie de coda final. Supo indicar el contraste que suponen los dos tríos del Scherzo subsiguiente, acentuando de manera solemne el carácter hípnico de su conclusión. Planteó el tercer tiempo como episodio equilibrante de la obra, permitiendo el lucimiento de los instrumentos de madera, entre los que destacaron el oboe y el clarinete por la sugestiva musicalidad de los profesores, para terminar su interpretación con una manifiesta intención de llevar la vivacidad del allegro final a expresar esa especie de irremediable enaltecimiento emocional convertido en música tan propio del característico espíritu anti-filistéico (como referencia a los músicos advenedizos y sin talento) del que hacía gala el autor, que queda condensado en este movimiento de la sinfonía y que tanto satisfizo a Schumann, como ejemplo del denso romanticismo que impregna su excitante y a la vez complejo pensamiento musical. Juan Carlos Lomónaco alcanzó a mostrar en este tiempo lo mejor de sus capacidades haciendo todo un ejercicio de detallado análisis interpretativo, en el que su elegancia de exposición contribuyó sobremanera al excelente resultado de su actuación, en la que extrajo las mejores cualidades técnicas y artísticas de la ÖSRM. 

Foto: Sinfónica de la Región de Murcia

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