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JUAN JESÚS RODRÍGUEZ: ¿Cómo pueden premiarme y no contratarme en los teatros de España?

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Autor: Óscar del Saz
31 de enero de 2024

Óscar del Saz entrevista al gran barítono español Juan Jesús Rodríguez

Juan Jesús Rodríguez

JUAN JESÚS RODRÍGUEZ: ¿Cómo pueden premiarme y no contratarme en los teatros de España?

Una entrevista de Óscar del Saz | @oskargs
La ya nutrida carrera de barítono principal de Juan Jesús Rodríguez le ha llevado a grandes templos de la lírica, como el Metropolitan de Nueva York, Royal Opera House de Londres, Ópera de Los Ángeles, San Carlo de Nápoles, Maggio Musicale Fiorentino, Regio di Torino, Massimo di Palermo, Ópera de Roma, Ópera de Marsella, Deutsche oper de Berlín, Festival de Bregenz, Teatro Real, Liceo, Teatro Euskalduna, Palau de les Arts, Teatro de la Zarzuela, Teatro de la Maestranza, Teatro Campoamor, Ópera de Pekín, Hamburgo, Frankfurt, Zürich, entre otros. Entre sus roles más representativos, se encuentran Rigoletto, Simone Boccanegra, Conte di Luna (Trovatore), Germont (Traviata), Yago (Otello), Nabucco, Macbeth, Rodrigo (D. Carlo), Rodrigue (D. Carlos), Renato (Ballo in Maschera), Ezio (Attila), Montforte (Vespri siciliani), Ford (Falstaff), Miller (Luisa Miller), D. Carlo (Ernani), Giaccomo (Giovanna D´Arco), Gusmano (Alzira), Alfio (Cavalleria Rusticana), Tonio (Pagliacci), Enrico (Lucia di Lammermoor), Riccardo (I Puritani), Duce di Nottingham (Roberto Devereux), Marcello (Boheme), Conte (Le Nozze di Figaro), Don Giovanni. Ha sido premiado como la «Mejor voz Masculina» en los Tutto Verdi International Awards. También ha sido premiado en este enero por Ópera XXI por Il Trovatore, en la ABAO y el Gran Teatro del Liceu, Luisa Fernanda en el Teatro de la Zarzuela y Ernani en la Ópera de Oviedo. Juan Jesús Rodríguez es premiado por el aplauso del público y la alabado por la crítica especializada.

¿Qué siente al recibir premios?

Lo primero que siento es alegría. Que te premien es una alegría, y luego me lleva a pensar en ¿pero cómo pueden premiarme y no contratarme en los teatros de España? El de la ABAO es un premio internacional que se ha dado durante 17 años, asociado al ciclo Tutto Verdi, en el que han pasado muchos cantantes internacionales. Me ha parecido un reconocimiento de gente erudita, de gente que sabe. La suerte es que habiendo pasado muchísimos barítonos por allí me lo han dado a mí, y por eso me ha gustado muchísimo recibirlo. En este de España, el de Ópera XXI, que tiene que ver tanto con los teatros y la crítica en España, sin embargo mi presencia en los grandes teatros de España no se corresponde con este premio. En todo esto que comento es en lo que se cifran los dos sentimientos encontrados que tengo: alegría, por un lado, y un «no lo entiendo», por otro.

¿Qué tal están yendo las funciones de La rosa del azafrán? ¿Qué puede decir de la producción para que todo el mundo se anime a asistir?

La producción a mí me ha encantado, me ha enamorado. Es un espectáculo muy redondo. El director de escena, Ignacio García, lo ha hecho muy bien. Quizá puede haber recortado algo de texto, pero es que ahora existe la moda de que los espectáculos no pueden tener intermedios y que hay un tiempo límite de duración… Pero exceptuando esto, el espectáculo tiene mucho movimiento y la trama se entiende perfectamente. Y a nivel artístico, yo con Yolanda Auyanet me siento tan bien con ella como partener que es una maravilla cualquier cosa que se haga con ella. Es una gran compañera, gran cantante y una gran artista, que recrea algo nuevo cada día, y por eso me encanta cantar con ella. Y luego, están todos los demás. El debut de Carolina Moncada, que ha sido una pasada en el papel de Catalinilla, más todo el plantel de grandes actores que tenemos ahí: Mario Gas, Vicky Peña,… Creo que se ha hecho un equipazo, y por ello estoy muy contento. 

En cuanto a la segunda parte, ya todos deberíamos estar animados a asistir a disfrutar zarzuela de calidad… Yo soy un claro defensor de nuestro género, de nuestro repertorio, no sólo porque sea español sino porque es un género genial, de grandes genios, que está a la altura de Verdi, Puccini o de cualquier autor que me pongan por delante. Yo que represento óperas por todo el mundo, lejos de «avergonzarme» de nuestro repertorio, lo venero, lo valoro y lo admiro profundamente. La música es realmente inspirada y de gran nivel, pero además están esos textos en los que se refleja nuestra idiosincrasia, nuestra cultura, nuestro folclore… Su grandeza conjunta es infinita y, además, bien representada como es el caso, dignificada con buenos cantantes, con buenos actores, con buenos directores, con buenas escenografías… Todo ello se conjuga en el Teatro de la Zarzuela, que es el teatro donde se debe impulsar más nuestro género… Lo que he comentado debería animar a cualquiera a acudir al teatro.  

«Yo soy un claro defensor de la zarzuela, no sólo porque sea español sino porque es genial»

¿Puede describir qué se siente al cantar el Sembrador?

Es muy difícil de explicar qué se siente… Pero yo tengo el plus de que mi padre cantaba esa romanza. Mi padre no era cantante, era marinero, pero también era un hombre muy de la tierra porque su familia tenía tierras y él también trabajaba la tierra. Desde pequeñito, en verano, siempre he trabajado en el campo, con mis tíos, con mis primos, y he conocido las labores del campo. De hecho, todavía cultivo la tierra y me gusta esa magia de lo que habla el sembrador, cómo llevar adelante esas espigas que se doran con el sol en esa metáfora del «lamento de amor». Realmente, es una romanza mágica, por el texto y por la música, por las dos cosas. Al público le llega al corazón porque está muy bien escrita, conectada con la tierra y con todos los corazones, de corazón a corazón, y es universal porque cantándola aquí o en Nueva York levantaría a todo el mundo de la butaca. Es una maravilla.

30 años de carrera le contemplan ya… ¿podría comentar en qué momento de la misma se encuentra actualmente?

Pues sí, porque en el 94 canté en el Teatro de la Zarzuela el Eugeny Onegin, en el papel de padrino de duelo (Zaretsky), junto a Carlos Álvarez. Yo me encuentro en un momento de oro, y alrededor de mi edad es cuando el barítono se siente en plenitud, cuando la voz se ha desarrollado… Pero además, personalmente he crecido mucho porque una cosa va unida con la otra… En estos 30 años, yo ahora puedo salir al escenario sin sufrir esos nervios que sufres cuando eres joven, o sin tener en cuenta qué va a escribir el crítico… 

¿El balance de todo este tiempo se puede resumir en una frase?

Yo trabajo para el público y me conecto con los grandes genios -con lo que escribieron- y eso, quiero dárselo al público. Y como sé que esa es mi misión y mi trabajo, pues esa tranquilidad y madurez la he adquirido con el tiempo. Y el público lo ve y lo siente porque dice «aquí no hay filtros, aquí hay un corazón abierto que está transmitiendo lo que el genio creó en su momento y nos lo está entregando»… Y no hay nada más: no hay miedos, no hay nervios, hay una técnica ya sólida porque los años te van dando el autoconocimiento de tu instrumento… Y, sobre todo, soy una persona que me siento muy libre en todo mi camino, en todo mi proceso, que siempre he hecho lo que yo consideraba que tenía que hacer y estoy contento porque creo que no me he equivocado. 

«Me encuentro en un momento de oro»

Cuando tenga 65, 70 años, donde uno ya puede empezar a pensar que ha alcanzado la madurez artística… ¿Se ve Juan Jesús Rodríguez como un maestro al estilo Cappuccilli, Bruscantini, Bastianini, Nucci, Warren, por poner ejemplos, o querrá ser algo muy distinto? 

Esos grandes barítonos que has nombrado, algunos de ellos, han sido mis maestros… Porque yo me he alimentado de ellos. Ahora hay pocos referentes en la lírica que canten como ellos han cantado. Además, ha habido otros cantantes de los que también he aprendido e integrado en mí, porque además también yo he ocupado de preguntar… Además, creo que lo que he hecho hasta ahora y lo que ya tengo, puedo transmitirlo de alguna manera, como recorrido… Mucha gente me pide clases, yo doy clases, porque me encanta transmitir lo que tengo. Y cuando tenga 10 ó 15 años más, me imagino que podré tener muchísimo más tiempo para transmitir lo que sé a las nuevas generaciones…, los secretos del canto y también la experiencia en el mundo de los teatros con todas las relaciones que se mueven con directores, agentes, etc. Mi visión es que los que vienen por detrás necesitan conocer todo eso. 

Hablando de querer perdurar, algo muy lícito en un artista… Las grabaciones discográficas, ¿no son de su interés? ¿Prefiere sólo los directos?… A qué se debe. 

Sí que lo he pensado alguna vez, pero a lo mejor no he encontrado el tiempo… Tampoco he tenido la oferta. Porque si alguna discográfica me ofreciera alguna idea de registro, yo encantado. Sí tengo la ilusión de grabar un disco de arias de Verdi y otro de romanzas de zarzuela, pero se ha quedado en una idea. Obviamente, sí me gustaría hacerlo y, como consecuencia, dejar constancia de lo que hago.

Para los que nos gusta tanto hablar de técnica de canto… ¿Cómo revisa o reajusta periódicamente su técnica? ¿Cuenta con alguien que le escuche desde fuera y sea su “fiel de la balanza”, o se guía por sí mismo?

Sí, imagínate, en 30 años… Creo que mi técnica es muy sólida ahora mismo, y creo que tiene pocas fisuras, aunque me ha costado mucho alcanzarla. A Bruson le ofrecieron cantar Luisa Fernanda y comentó que eso no era para un barítono. Yo lo mismo canto La rosa del azafrán que Andrea Chenier por movernos entre extremos. ¿Qué cómo cuido yo mi técnica? Siempre me grabo, por que no me fío ni de mí (risas), y después me escucho y analizo lo que tengo que mejorar. Después, hay gente de referencia que yo tengo -dos o tres-, que cuando vienen a verme me dicen «ten cuidado con esto, o aquí se te ha quedado un poco atrás…», y normalmente son correcciones que se hace automáticamente. 

Como anécdota te diré que yo he cantado un Nabucco en Marsella, un estreno, completamente sordo porque yo he sido buceador muchos años y tengo una pequeña dolencia que se llama exóstosis, que es como un estrechamiento del oído, y si no me aplico bien el protocolo de limpieza del cerumen me puedo quedar sordo. Y en este estreno que comento pude hacerlo sordo porque tienes tan integrada la técnica y vives tanto las sensaciones del diafragma, de la colocación, etc., que sabía que estaba funcionando todo bien, además de ver a la gente aplaudir moviendo las manos (risas). Es, por tanto, muy importante para un cantante conocerse en esas sensaciones y el recuerdo físico de los músculos que sirven al canto. 

«Tengo la ilusión de grabar un disco de arias de Verdi y otro de romanzas de zarzuela»

¿Cómo gestiona a su favor la cuadratura cuerpo-mente-voz-técnica?

Mi trabajo como cantante ha sido integral o de integración de todo ello. Yo añadiría un nivel a lo comentado, que es el espiritual. Para mí, ése el primer nivel, es decir, la conexión con aquello que creó el genio. Por ejemplo, el genio de Verdi creó el aria «Di Provenza» y él la gestó con la intención de ser una nana para su hijo. Para ello, él también hubo de conectar con ese mundo mágico o espiritual -llámese como se quiera- y luego materializarlo con su música. Después de ese nivel, yo hablaría del nivel emocional, el que conmueve al que te está escuchando. Luego está el nivel intelectual, la mente, que ordena y estructura todo esto para poder cumplir los objetivos del propio cantante. Finalmente están los niveles físicos y bioquímicos, el cuerpo… Cuando tu cuerpo, tu voz, está funcionando bien, es porque todos los demás niveles están conectados y están funcionando bien. Y cuando hay algo que no funciona, yo personalmente primero me paro en el nivel espiritual, dónde no me siento bien, dónde no estoy conectando o qué me está entreteniendo o despistando de mi objetivo y de mi misión… 

Éso es lo primero que miro, y luego voy bajando niveles hasta que llegas al cuerpo, a la voz, a la técnica… Al final, si todo eso lo integras, el público se lleva lo que se tiene que llevar. El objetivo del cantante de emocionar se habrá cumplido porque lo habrá diseñado previamente para que así sea. A veces pasa que lo excesivamente técnico no emociona y, viceversa, lo no perfectamente técnico -pero con una alta carga de conexión con lo que estás diciendo- hace que en el público explote en su emotividad. Me pasa a veces con Il trovatore y el aria de «Il balen del suo sorriso», cuando conectas con el conde enamorado de la mujer a la que ama. En definitiva, la técnica es muy importante, porque si no, no acabas una obra de ese calado, pero el objetivo final debe ser el de conmover al público.  

Visto el reinado actual de los directores de escena en la ópera… ¿Ud. es muy disciplinado en los ensayos, o cree que con 30 años de carrera uno debe intentar que haya algo de su propia visión de tal o cual personaje o, incluso, de la producción misma?

Yo soy una persona rebelde en todos los sentidos, porque siempre digo que en definitiva yo soy el máximo responsable y representante de Juan Jesús Rodríguez. Y para que el artista pueda conmover al público tiene que ser libre, dentro de que hay unas disciplinas, unas estructuras y unas jerarquías -director musical, director de escena, etc.-, pero siempre entendiendo que se pueda discutir lo que se quiere hacer, porque si yo voy a representar algo o voy a transmitir algo que no siento y no lo puedo pasar por mi filtro es que va a ser imposible. Yo he dicho «no» a muchas producciones. Yo he dicho que no a 12 Rigolettos en Stuttgart porque no entendía la producción y era acorde con lo que yo tenía que expresar, o a otra producción en Traviata por lo mismo… Yo soy muy fiel a los genios, que lo han escrito muy bien, con todo al servicio de los textos y la música, admitiendo -eso sí- cambios en lo accesorio, por supuesto. Si esos mínimos no están, yo me rebelaré seguro…

¿Qué miedos ha tenido que vencer para poner en valor lo que dice y lo que hace para defender su profesión y atreverse a denunciar algunos hechos, algo que consideramos muy loable? ¿Le ha compensado?

Yo siempre he sido un rebelde. Recuerdo de pequeñito que mi madre me quiso meter en el coro de la iglesia y vino un cura a casa y todo para audicionarme, y se maravilló de lo que escuchó, pero yo me negué en redondo a entrar en el coro de la iglesia. Con 7 años gané un concurso por teléfono en Radio Nacional de España y tenía que ir al estudio de la radio y dije que no iba… Siempre he defendido mi verdad… Otra cosa es que me convenzan de algo. Si el director de escena me convence o llegamos a un acuerdo, hay muchas cosas que puedo llegar a entender. Obviamente, por ser un rebelde se me ha penalizado muchísimo. Pero aún así, hago una valoración positiva porque mi voz está fresca, yo estoy bien, aunque me hayan robado muchos contratos, el trato no siempre haya sido correcto, y por tanto haya tenido que moverme más de la cuenta para compensar esas pérdidas… Pero al menos soy libre.

«Para que el artista pueda conmover al público tiene que ser libre»

En estos 30 años, qué le ha sorprendido de lo que ha encontrado hasta ahora en su carrera. ¿Es lo que esperaba tanto en negativo como en positivo?

En lo positivo, tener la libertad, no haberme vendido y haber podido conservar mis valores intactos. Lo muy negativo es el cómo está el mundo de la lírica, plagado de mercadeos y mafias que uno tiene que superar para poder llegar al público, que es mi misión. A día de hoy, no he parado de luchar contra todo ese mundillo para poder hacer mi trabajo.

¿Cómo hace para evolucionar y/o madurar los roles?

Pues depende del personaje. Lo que intento siempre es meterme dentro de él, saber qué está sintiendo en su mundo emocional. Aunque pueda haber personajes que no te gustan, al final te tienes que enamorar de él y entender su enfermedad, su patología. En realidad, todos tenemos dentro muchos posibles registros en potencia que luego hay que sacar en el personaje y hacerlo creíble y veraz, aunque evidentemente no seamos asesinos, padres, soldados, etc. Después está la música, que en sí ya te dice mucho, sobre todo en Verdi y en Puccini, porque ya transporta mucha de esa carga emocional. En «Di Provenza», por ejemplo, el padre quiere convencer al hijo para que se vuelva con él… Eso es lo importante de esa aria y lo que se tiene que resaltar -el chantaje emocional, en suma-, si se hace bien el público puede llorar con esa situación.

¿La versatilidad en un repertorio de barítono (verdiano, rossiniano, pucciniano,…) cree que es un plus o es mejor especializarse?

Mi opinión es que es mejor versatilizarse, porque el artista es artista. Lo que pasa es que ahora hay muchos clichés y todo va ahora de identidades, o de etiquetarlo todo. Los cantantes que hemos citado antes cantaban de todo, belcanto, Rossini, Verdi, Puccini, hasta Wagner… Y si puedes, por qué no vas a abordarlo. Luego son los demás los que te etiquetan o clasifican

¿Se ha planteado cantar algún rol wagneriano?

Un rol entero creo que no… Me gustan mucho varias cosas sueltas, el aria de  «La estrella»  de Tannhauser. Para un rol entero, entiendo que no lo conecto, no lo veo para mi voz, es un repertorio muy especializado por el idioma y la escritura. Es un repertorio de muchísima fuerza física. Mi voz es mucho más sutil, aunque sea oscura, ancha y sonora, pero es muy flexible y no compatible con la fuerza extrema. 

¿Por qué sostiene que Scarpia no es (todavía) para su voz?

En este momento no lo siento, porque veo que es un rol muy central para mi tipo de voz y con una orquestación en el centro muy grande. Dramáticamente sí lo conecto, porque yo el malo lo hago muy bien y me encanta ese registro, pero prefiero el Yago de Otello que el Scarpia. Como anécdota contaré que Bruson -yo he cantado en muchas producciones con él en todo el mundo- en algún ensayo general paraba de cantar porque la orquesta sonaba muy fuerte, y se iba… Y se iban detrás a buscarle… Pero era su estrategia. Al día siguiente, la orquesta todo piano… 

Con un maestro que cuide los balances, es posible cantar Scarpia, pero lo que yo veo en el mundo de la lírica es que es  «todos contra todos» y es muy difícil actualmente hacer equipo entre director de escena, director musical y cantantes y que se haga un buen  «trabajo de mesa». Cada uno va a lo suyo. Escasean los buenos maestros que saben amoldarse a lo que tienen. De los dos o más repartos que hay en cada producción, el director musical debe especificar para cada instrumento vocal que posee lo que debe hacer en cuestión de tiempos, coordinando y armonizando lo que tiene en cada momento.  

«Yo siempre he sido un rebelde»

No se prodiga, que sepamos, cantando oratorio… ¿Por qué?

La única razón es que no me llaman. Me llamaron para una Novena de Beethoven en el Auditorio Nacional hace unos años y es la primera vez que cantaba en al Auditorio, y ahora en enero lo he hecho en una Gala benéfica de zarzuela. Me encanta el oratorio, porque además es también una música -como ya he comentado anteriormente- con la que se puede conmover al público.

¿No le apetece hacer Don Giovanni más a menudo? 

Sí, lo deben tener olvidado los que contratan. Sólo lo he hecho una vez en Coruña y me encantó hacer ese personaje. Lo que pasa es que hay muchas modas, que han fomentado los directores de escena sobre cómo debe ser el Don Giovanni, y nos estamos volviendo un poco locos sobre cuál ha de su la edad, si ha de ser así o asao, etc.

Háblenos de su próximo concierto de flamenco en el Teatro de la Zarzuela. ¿Por qué lo ha querido hacer? ¿Qué paralelismos técnicos pueden hacerse del flamenco con el canto lírico?

Básicamente es un homenaje a mi tierra y a mis raíces. Nací en Huelva, y nunca pretendí ser un cantante de flamenco, sino más bien de música popular. Estaba en una coral que dirigía un componente del grupo Jarcha y viajábamos por todo el mundo y cantábamos para emigrantes españoles por todo el mundo. Te estoy hablando de cuando tenía 15 ó 16 años. Mucha gente lloraba porque le llevábamos su folclore. Esa grandeza y ese homenaje a mi tierra lo quiero hacer porque me ha ayudado en gran parte a impregnar el canto lírico de esos colores y de esa raíz que te hacen un poco especial. Yolanda Auyanet, los canarios en general, también tienen su folclore y se ven en su canto esos colores que vienen de su folclore, porque lo han mamado y está impregnado en su tierra. 

El flamenco ya es Patrimonio de la Humanidad. Como se supone que ya queda menos para que lo sea la Zarzuela… ¿Qué cree que puede significar desde un punto de vista práctico y realista la consecución del Patrimonio de la Humanidad para la Zarzuela?

Debería de ser un impulso para internacionalizar la zarzuela. Yo tengo colegas alemanes, suizos, franceses, que conocen la zarzuela y que están deseando que se programen en sus teatros, pero hay algo que ahora no se está haciendo bien. Si eso sirve para dignificar la zarzuela de manera seria y controlada habiendo una supervisión de los espectáculos de zarzuela que se hagan, bienvenido sea porque ése sí puede ser el camino. El respeto de nuestros autores y su internacionalización deben promoverse desde las instituciones, de igual modo que se hace con la opereta, la ópera italiana o francesa... La zarzuela levanta pasiones y eso está ya demostrado, pero debe intensificarse esa internacionalización. En la Scala de Milán hicieron Luisa Fernanda y fueron 20 minutos de aplausos, lo mismo que las antologías de Tamayo. De verdad, no entiendo por qué no creemos en lo nuestro.

¿Cree que el cantante siempre debe luchar y defenderse por sí mismo o confía en que finalmente se consiga un asociacionismo eficaz de los cantantes? ¿Se ha hecho algo reseñable, hasta ahora, en este sentido? 

Eso no debería ser así, que uno deba defenderse a sí mismo… Cuando salió el sindicato de artistas líricos, fui uno de los primeros en apuntarse porque lo entendí como una oportunidad de unirnos todos en la lucha en común. Yo soy muy corporativo. Al final me di cuenta de que yo no podía comulgar con un sindicato que aplaude -aplaudía- a los grandes directores de teatros de España en nombre de todos los afiliados cuando la representación de los cantantes españoles en esos teatros era si acaso de un 20%, en unos teatros que tienen una alta componente de dinero público y donde esos cantantes españoles, en realidad, están ahí para papeles secundarios y terceros o cuartos repartos. 

No se puede aplaudir una gestión así. En ese momento me borré del sindicato y no tengo más remedio que ir por la vida -no voy a decir solo porque tengo amigos y familia-, pero en el mundo de la lírica no encuentro ningún corporativismo. Cuando denuncio situaciones me encuentro solo. Si acaso, llamadas personales privadas, pero no apoyos públicos, ya que yo sí que saco la cara por todos y los demás no corresponden públicamente, o incluso dicen que no les gusta que yo hable. Unámonos de verdad porque cada uno va a lo suyo. 

 

«La zarzuela levanta pasiones y eso está ya demostrado, pero debe intensificarse esa internacionalización»

La revistas especializadas tampoco denuncian esas situaciones…

Las revistas, por lo general no son independientes. Hay revistas en las que hay que pagar para ser portada o pagar para aparecer como noticiable, y en mi vida lo entenderé. No es el caso de Codalario, que entiendo es un medio independiente y no funciona así. Yo nunca he pagado por salir en ningún sitio, aunque sí suelo informar de lo que voy a hacer por si es del interés de esas revistas, pero si no pagas, muchas no se hacen eco.

¿Cuál es la primera música que recuerda haber cantado de niño, y la primera que cantó en su vida con público?

La primer música que recuerdo haber cantado es la de «pero mira cómo beben los peces en el río…», porque me lo recuerda mi madre que fue así, antes de aprender a hablar balbuceaba esa música. Y la primer frente al público fue el tango «El día que me quieras», que tuve la suerte de que Mercedes Sosa me escuchara en Buenos Aires -en viaje con esta coral que he comentado antes-, y al escucharme me invitó a un concierto suyo. Fue algo mágico porque yo tenía 15 años solamente. Imagínate.

¿Cuánto tiempo dedica a otras actividades que  fuera de su profesión habitual, y cuáles son? ¿Consigue desconectar?

Lo que más me gusta es mi familia, y mis amigos y amigas, mis relaciones a las que dedico bastante tiempo a cultivarlas. Otra de mis grandes pasiones es la tierra. Yo cultivo la tierra -fíjate el «Sembrador» cómo me va (risas)-, hago cultivo ecológico y también tengo con unos amigos una tienda de productos ecológicos y me dedico a eso, a cultivar y vender salud. Compartir salud es una de mis grandes pasiones. Creemos que la enfermedad es irreversible, pero no olvidemos que la misma capacidad que tenemos de degenerar, la tenemos para poder regenerarnos haciendo lo adecuado.

«Hago cultivo ecológico y también tengo con unos amigos una tienda de productos ecológicos. Compartir salud es una de mis grandes pasiones»

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