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[C]rítica: Juan Ronda y Auxiliadora Gil ofrecen un concierto de «Música degenerada» en el Teatro de la Maestranza de Sevilla

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Autor: José Amador Morales
29 de noviembre de 2018

Flauta y piano contra la esvástica

Por José Amador Morales
Sevilla. Teatro de la Maestranza. 20-VIII-2018. Paul Hindemith: Sonata para flauta y piano; Béla Bartok: Suite Paysanne Hongroise (transcripción de Paul Arma); Viktor Ullmann: Klaviersonate nº6, op.49; Olivier Messiaen: Le Merle Noir; Bohuslav Martinú: Sonata para flauta y piano. Juan Ronda (flauta), Auxiliadora Gil (piano).

   La «Música degenerada» o Entartete Musik, fue la etiqueta con la que los nazis catalogaron la música modernista, el jazz o, singularmente, la creada por compositores judíos. La Entartete Musik fue considerada una música decadente, contraria a la «virtud alemana» y, por lo tanto, prohibida. El ciclo que el Teatro de la Maestranza ha programado en torno a la «música degenerada» y que tendrá su colofón con las funciones de las óperas El dictador de Ernst Krenek y El emperador de la Atlántida de Viktor Ullmann, la primera de ellas estreno en España, tuvo una atractiva cita camerística con el concierto que comentamos. Para ello se contó con el protagonismo de Juan Ronda, flauta solista de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, y Auxiliadora Gil, profesora titular de piano en el Conservatorio Superior de Música Manuel Castillo de Sevilla, quienes desgranaron este interesante programa degenerado.

   En el mismo destacaron las obras de compositores a priori más afamados como el caso de la compacta sonata de Hindemith (compuesta bajo la presión nazi pero estrenada ya en su exilio estadounidense) y, especialmente, la excelente versión que Paul Arma hizo para flauta y piano de las célebres Quince canciones campesinas húngaras de su maestro Bartok como homenaje póstumo, de indudable brillantez y encanto, o La Merle Noir de Messiaen, breve pero exponente del preciosismo e indiscutible personalidad del compositor francés. Tal vez hubiese sido más conveniente situar precisamente estas obras en la segunda parte (sólo la de Messiaen lo estaba) por aquello del interés creciente. Dicho sea esto sin desmerecer los valores intrínsecos –y aquí también histórico-artísticos– de las obras de Martinú o la pieza para piano solo del malogrado Viktor Ullmann, el único de los compositores aquí convocados que no murió en el exilio sino en el campo de concentración de Auschwitz.

   Las lecturas ofrecidas por el dúo de flauta y piano formado por Juan Ronda y Auxiliadora Gil mostraron una gran profesionalidad y entrega, siendo aclamados con generosidad por el nutrido grupo asistente que casi completó el aforo de la coqueta Sala Manuel García del Teatro de la Maestranza.

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