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Crítica: «Kleider machen leute» - «La ropa hace al hombre» de Zemlinsky en la Ópera Nacional de Praga

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Autor: Pedro J. Lapeña Rey
4 de junio de 2023

Crítica de la ópera Kleider machen leuteLa ropa hace al hombre de Zemlinsky en la Ópera Nacional de Praga

Kleider machen leute en Praga

Zemlinsky triunfa en su regreso a casa

Por Pedro J. Lapeña Rey
Praga. Národní divadlo. 21-V-2023. Kleider machen leuteLa ropa hace al hombre (Alexander von Zemlinsky / Leo Feld). Joseph Dennis (Wenzel Strapinsky), Jana Sibera (Nettchen), Markus Butter (Melchior Böhni), Daniel Matoušek (primer aprendiz de sastre), Michal Marhold (segundo aprendiz de sastre), David Nykl (cochero), Jaroslav Patočka (administrador), Pavel Švingr (Adam Litumlei), Jan Maria Hájek (Polykarpus Federspiel), Philippe Castagner (Häberlein), Jan Hnyk (Pütschli-Nievergelt), Ivo Hrachovec (posadero). Orquesta y coro de la Státní Opera de Praga. Dirección Musical: Giedrė Šlekytė. Dirección de escena: Jetske Mijnssen.

   Alexander von Zemlinsky fue sin duda una de las figuras clave de la Viena finisecular, la de los Otto Wagner, Gustav Klimt, Sigmund Freud, Josef Engelhardt, Adolf Loos, o Gustav Mahler, por citar solo a unos pocos. Una ciudad en continua ebullición donde sus abundantes contrastes anuncian un mundo nuevo. Doce años más joven que Mahler y dos mayor que Arnold Schonberg, podemos ver a Zemlinsky como un puente hacia el futuro. Sin entrar en el mundo dodecafónico, su música, de gran expresividad, con un lenguaje propio que no oculta la influencia evidente de Mahler, va anunciándonos la atonalidad que poco después desarrollará la segunda escuela de Viena. Fue el primer novio de Alma Schindler aunque no llegó a más porque la familia de ésta les obligó a romper la relación. Por entonces comienza una exitosa carrera como director de orquesta, que le permite ganarse bien la vida, y financiarse el tiempo que dedicaba a la composición. Tras la llegada de los nazis al poder acabó su vida en EE. UU. prácticamente olvidado por todos. 

Kleider machen leute en Praga

   De sus cerca de 100 obras, solo 27 tiene número de opus, y salvo raras excepciones, tuvieron poco éxito. De sus ocho óperas, solo seis se estrenaron en vida. Dos de ellas –Una tragedia florentina y El enano– se pueden ver de vez en cuando. Otras dos –El rey Kandaules y El sueño de George– se han visto muy puntualmente en teatros austriacos y alemanes. Así que la posibilidad de poder ver la deliciosa ópera cómica Kleider machen leuteLa ropa hace al hombre dentro del ciclo Musica non grata que llevan adelante la Ópera Nacional Checa y la Embajada alemana en Praga, se antojaba como una oportunidad única de acercarnos al título. La compuso en Viena entre 1907 y 1910, estrenándola en la Volksoper en diciembre de ese año, pero la revisó en profundidad posteriormente, aligerándola y dejándola en dos actos de poco menos de dos horas. La segunda versión se estrenó en Praga en 1922, precisamente en el mismo escenario donde la vemos ahora –el Neues Deutsches Theater, actual Staní Oper– del que fue director musical durante 16 temporadas. 

   La obra es una auténtica joyita en la que bajo la apariencia de una obra cómica, dispara contra la hipocresía de la sociedad. Basada en una novela del escritor suizo Gottfried Keller –El pueblo de Seldwyla–, Zemlinsky, y su libretista Leo Feld, describen la historia de Wenzel Strapinski, un aprendiz de sastre sin trabajo pero muy bien vestido con un buen traje, una capa elegante y un gorro de piel muy pinturero, que llega a una pequeña ciudad de provincias, cuyos habitantes, debido a su porte y a su lenguaje exquisito, lo ven como un conde polaco. Todas las fuerzas vivas de la población le invitan a una fiesta tras otra, quieren intimar con él y le colman de regalos. No solo eso, se compromete con Nettchen, la hija del alcalde, que también cae a sus pies. Todo hasta que Melchior Böhni, el antiguo prometido de ésta, ahora despechado, descubre la verdad. Cuando se descubre la verdad y todo el pueblo le increpa, Wenzel les recuerda su egoísmo y estupidez, ya que le dieron todo –sin que él les pidiera nada– solo por ver que podían sacar de él. Y aunque la obra tiene un final feliz porque Nettchen sigue adelante con la boda –como esposa de un buen sastre y no como falsa condesa–, el poso de amargura y tristeza sigue ahí: «¡Basta con que alguien se vista "de conde" para que se convierta en un ciudadano respetado! ¡Sólo la ropa hace al hombre!». 

Kleider machen leute en Praga

   La música suena algo menos vanguardista que otras suyas, sin siquiera rozar la atonalidad, pero sigue siendo maravillosa. Las escenas se suceden una tras otra de manera muy fluida, con interludios orquestales que las enlazan. Su lenguaje es claro, muy detallista, con multitud de matices en cada frase y desborda elegancia. La orquestación es suntuosa, con una riqueza cromática de primera, una rítmica hipnotizante, unas sorprendentes inversiones armónicas y con muchos juegos tímbricos que por un lado te zambullen en las distintas situaciones, y por otro crean estados anímicos muy peculiares, como la mencionada escena en la que Wenzel echa en cara a todo el pueblo su hipocresía de manera mordaz, caustica y amarga, anticipándose a lo que hará poco después en El enano, otra obra aparentemente cómica, pero que desborda seriedad y es bastante compleja.  

   La producción, a cargo de la holandesa Jetske Mijnssen, es simple pero muy efectiva. La historia se desarrolla con fluidez y visualmente es atractiva. La escenografía de Herbert Murauer y el vestuario de Julia Katharina Berndt nos llevan a la época posterior a la Primera guerra mundial. Chocó un poco el atuendo de Strapinsky, ante el que todo el pueblo debe caer rendido. Ni el traje, ni la capa ni el gorro parecían elegantes -más bien lo contrario- sobre todo comparados con lo bien vestidos que iban los demás. Por lo demás todo funcionó casi como un reloj. Sobre un escenario giratorio se fueron sucediendo las distintas secuencias, hasta el momento en que todo el pueblo acusa a Wenzel – un poco a la manera de Peter Grimes–. Ahí se abrió para alcanzar un tono más opresivo. La iluminación, diseñada por Bernd Purkrabek, estuvo siempre al servicio de la obra.

   A pesar de tener 18 papeles diferentes, la historia solo tiene dos claros protagonistas: Wenzel Strapinsky y Nettchen. El tenor estadounidense Joseph Dennis y la soprano checa Jana Sibera firman una pareja muy atractiva, con una sintonía y una complicidad de primera. El timbre atractivo –aunque de volumen justo y algo engolado– y la expresividad del primero y la personalidad en escena de la segunda fue lo que mas nos llamó la atención. En estas obras, necesitas casi más grandes actores que canten bien, que grandes cantantes que sean buenos en escena. Una obra cómica con carácter amargo no te la crees si los protagonistas no te meten en ella. Tanto el Sr. Dennis como la Sra. Sibera nos hacen vivir la historia y hubo tal magnetismo entre ellos que los mejores momentos canoros fueron cuando ambos compartían escenario. El resto del elenco cumplió sobradamente sus breves cometidos, aunque es de justicia destacar a Ivo Hrachovec como un genuino posadero y a David Nikl como el cochero que le lleva al pueblo.

Kleider machen leute en Praga

   A los mandos de todo este entramado brilló con luz propia, una vez más, la dirección musical de la joven lituana Giedrė Šlekytė. Hace poco mas de 6 meses loamos sin reparos su excelente dirección de la Zorrita astuta de Leos Janacek en el Teatro an der Wien. Su lectura fue clara, precisa y de una fluidez que le dio aún más vida si cabe a la excelente partitura de Zemlinsky. Buscó tímbricas, recreó escenas, mantuvo el pulso teatral, acompañó de manera exquisita a los cantantes y en los interludios sacó a la orquesta –la propia de la Státní Opera que se mantuvo a gran nivel durante toda la función– todo tipo de matices, un discurso ahora enérgico ahora refinado según toque en cada momento, y un sonido brillante y colorido. El propio Zemlinsky fue la última persona que dirigió esta partitura en este teatro antes que ella. Sin duda, se hubiera sentido orgulloso.

   La obra se volverá a representar la temporada que viene. Cualquier amante de la música de principios del S.XX la debería tener en su agenda. Nosotros estaremos atentos a las producciones que el ciclo Musica non grata presente la próxima temporada.  

Fotos: Serghei Gherciu / Ópera Nacional de Praga

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