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CRÍTICA: 'LA CHULAPONA' DE MORENO TORROBA EN EL FESTIVAL DE ZARZUELA DEL TEATRO CAMPOAMOR DE OVIEDO

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Autor: Aurelio M. Seco
13 de abril de 2011
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 La Voz de Asturias (Martes, 12/04/11)

Lugar: Teatro Campoamor; Fecha: 10 de abril de 2011; Ciclo: Festival de Zarzuela

"CHULAPONA" A TODO VOLUMEN

Uno de los principios básicos que todo director debe tener presente cuando se pone al frente de una producción lírica es la de saber acompañar a los cantantes. Para ello resulta imprescindible cuidar el volumen orquestal, para no tapar las voces. También es importante lo que se denomina "respirar" con los cantantes, y así conseguir que su fraseo resulte lo más cómodo y natural posible. Por último está el aspecto interpretativo, que hay que concretar durante los ensayos con el objetivo de que, durante la función, quede el mínimo lugar para las sorpresas desagradables. Pues bien, la dirección musical de José Miguel Pérez-Sierra en esta "Chulapona" fue exactamente lo contrario de lo que acabamos de explicar. El volumen orquestal fue demasiado elevado durante toda la función, tapando las voces de un reparto que tampoco estaba para lucirse vocalmente. No es la primera vez que ponemos de manifiesto estas deficiencias en el trabajo de Pérez-Sierra. Entre sus virtudes está la empatía que parece conseguir de los músicos de la Oviedo Filarmonía, que respondieron con una sonoridad energizante y desenvuelta pero sin control, como si el maestro se conformase con invitarles a seguir su notable y contundente claridad gestual, llena de intención y contenido técnico, pero puesta al servicio de un mero fluir, como si todo valiese. El reparto tampoco estuvo a la altura. Carmen González encarnó a Rosario con discretas virtudes líricas, que dejaron ver alguna desafinación y falta de claridad en la dicción. Milagros Martín volvió a demostrar sus tablas en un papel que conoce al dedillo, si bien es cierto que su talento para encandilar al público por su prestancia escénica no resultó suficiente para hacer olvidar un timbre cada vez más opaco y una vocalidad demasiado tendente a la crispación. El tenor Marcelo Puente es un buen ejemplo para hablar de un cantante de interesantes cualidades líricas pero mal enfocadas, debido a una técnica vocal muy deficiente que convirtió cada una de sus intervenciones en un calvario, ante la posibilidad de que su línea de canto o su afinación se quebrasen. Volvieron a estar muy bien los de siempre. Luis Varela, con su grandioso talento y humanidad, tan capaz de hacer sonreír con una sola palabra o deje como de volvernos del revés el alma con una frase dicha como por casualidad. Charo Reina fue otra de las triunfadoras, gracias a una sobresaliente caracterización cómica de Venustiana que hizo las delicias del público. Volvió Luis Álvarez al Campoamor, con su elegancia, su notable saber estar y su personalísima y atractiva voz. También gustó el trabajo de Jesús Castejón, Raquel Torres, Jesús Alcaide y Luis Perezagua que, cantando, tuvo muchos problemas para seguir las indicaciones del director. La puesta en escena era conocida, una agradable propuesta escénica con solera de Gerardo Malla que, sin aportar grandes novedades ni lograr dilatar la pupila, acompañó la historia con acierto. El público disfrutó especialmente del exotismo del tablao flamenco y el cuerpo de baile, quizás con demasiados componentes para un escenario tan pequeño. El Coro Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo estuvo acertado.

 

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