Crítica de José Antonio Cantón del concierto de La Tempestad en el Auditorio Víctor Villegas de Murcia
Esplendoroso contrapunto polifónico
Por José Antonio Cantón
Murcia, 30-IX-2025. Auditorio Regional ‘Víctor Villegas”. La Tempestad. Dirección: Silvia Márquez (clave). Obras: Conciertos para clave de Juan Sebastián Bach, de BWV 1060 a BWV 1065.
Tener oportunidad de escuchar esta serie de obras concertantes del Cantor de Leipzig por antonomasia, compuesta en su mayoría en la década de los años treinta del siglo XVIII, significa todo un privilegio por la trascendencia estética de cada una de ellas así como por experimentar en su escucha las esencias del pensamiento creativo de este gigante de la composición. Para su interpretación, el director artístico y de programación desde la fundación del auditorio murciano, José Francisco Burgos, ha tenido a bien contar con uno de los grupos que han hecho de la interpretación historicista su más determinante seña de identidad, como es La Tempestad, bajo la dirección de su fundadora, la clavecinista aragonesa Silvia Márquez, catedrática del Conservatorio Superior de Madrid y autoridad de referencia en este instrumento dentro del panorama nacional, y tres teclistas barrocos de su máxima confianza como son su paisano Javier Artigas, catedrático de órgano y jefe del Departamento de Música Antigua del Conservatorio Superior de Murcia, el hispalense Javier Núñez, uno de los músicos más solicitados actualmente en festivales especializados, y el zaragozano Alfonso Sebastián, profesor de clave desde hace más de cinco lustros del Conservatorio de Salamanca. Todos ellos han demostrado una categoría individual y un sentido de conjunción realmente excelentes, con esa disposición de hacer música desde un alto grado de profesionalidad y un respeto compartido tanto personal como profesionalmente que ha redundado en los mejores resultados artísticos imaginables en este repertorio bachiano de máximo valor estético.
Sin seguir el orden de catálogo que le aplicó el musicólogo alemán Wolfgang Schmieder, la actuación se inició con el Concierto en Do para tres claves, BWV 1064, en el que destacó el ritornello de la obertura de su primer allegro, aflorando la enorme imaginación el autor, así como el segundo movimiento, un adagio en el que la capacidad de figuración a modo de improvisación de los solistas quedó ya de manifiesto en toda su plenitud artística. Una creciente expresividad determinó la exposición del Allegro final.
A continuación interpretaron el BWV 1060 en Do menor, una de las obras más conocidas y admiradas de esta serie desde el pegadizo Allegro que lo abre y el sucesivo discurso que refirma su ritmo contrapuntístico. En el movimiento lento central fue muy agradable el pizzicato y notas tenidas de la orquesta integrada en esta ocasión por los violinistas Peter Biely y Lorea Aranzasti, el violista Antonio Clares, el violonchelista Guillermo Turina y el contrabajista Jorge Muñoz. El estilo veneciano quedó destacado en el allegro final también muy admirado por la gracia que deviene en su desarrollo.
La primera parte del concierto se cerró con la obra para Tres claves en Re menor, BWV 1063 en la que predominó el primero en su movimiento inicial, escrito sin indicación de aire, y el pausado y cadencioso tempo que imprimieron al tercero con una exhibición de contra-canto a cargo del contrabajo que contrastaba produciendo una especie de tensión controlada que generaba una agradable escucha.
Con un intercambio de los solistas en cada uno de los tres tiempos del Concierto para dos claves en Do menor, BWV 1062 empezó la segunda parte de la velada. La directora y Javier Núñez tocaron su primer movimiento, demostrando una conjunción polifónica digna de mención. Alfonso Sebastián reemplazó a Silvia Márquez en el suave Andante central que expusieron con esa sensible emotividad que venía a resaltarse por su cadencioso ritmo. Se incorporó Artigas junto a Alfonso Sebastián en la interpretación del Allegro que cierra la obra desarrollando todo el esplendor contrapuntístico de esta singular página que sólo quedó superada por el segundo movimiento del Concierto en Do para dos claves BWV 1061 en el que, sin acompañamiento de la orquesta, Silvia Márquez y Alfonso Sebastián realizaron una auténtico tour de forcé a dúo con extraordinario resultado, que tuvo su continuidad con la totalidad de los músicos en la imponente fuga que cierra la obra, momento culminante de la actuación junto al colorista pasaje final con los cuatro teclados sin acompañamiento orquestal del Largo perteneciente al Concierto para cuatro claves en La menor, BWV 1065 que cerraba esta extraordinaria velada, donde los intérpretes descubrieron y justificaron la belleza de color que puede surgir del temperamento o afinación que el clavecinista y musicólogo norteamericano Bradley Lehman ha querido descubrir en la interválica resultante de las volutas en espiral que aparecen en la partitura del Clave Bien Temperado que, con más que notable acierto, viene siendo admitida por la gran mayoría de los intérpretes.
Foto: Juanchi López
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