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Crítica: «La traviata» en La Arena de Verona

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Autor: Raúl Chamorro Mena
27 de julio de 2025

Crítica de Raúl Chamorro Mena de la ópera La traviata, en La Arena de Verona

«La traviata» en La Arena Verona

Traviata Belle epoque

Por Raúl Chamorro Mena
Verona, 25-VII-2025. Arena. 102 Arena di Verona Opera Festival. La Traviata (Giuseppe Verdi). Rosa Feola (Violetta Valéry), Dimitry Korchak (Alfredo Germont), Amartuvshin Enkhbat (Giorgio Germont), Sofia Koberidze (Flora Bervoix), Francesca Maionchi (Annina), Gabriele Sagona (Doctor Grenvil), Nicolò Ceriani (Barone Douphol). Orquesta y coro de la Fundación Arena de Verona. Dirección musical: Francesco Ommassini. Dirección de escena: Hugo de Ana.

   Mañana fresca y con fina lluvia en Verona este viernes 25 de julio, lo que significaba peligro de suspensión para La Traviata programada en el Festival areniano. Sin embargo, sobre las 7 de la tarde el cielo se fue despejando y a la hora del comienzo del espectáculo, 21.15 horas, había desaparecido la amenaza de lluvia. Se reponía la puesta en escena de Hugo de Ana, que el que suscribe ya había visto en 2013 con Elena Mosuc como protagonista.  Teniendo tan reciente la producción de Willy Decker programada en el Teatro Real de Madrid, este montaje me devolvió a la tradición y su concepto es el típico areniano con aprovechamiento del amplio escenario, decorados imponentes, aunque en este caso no particularmente bellos, en especial, unos grandes y lustrosos marcos que encuadran la acción situada en la Francia de la Belle epoque. El coro se distribuye por el enorme espacio, pero no está movido con habilidad. En realidad, la dirección escénica brilla por su ausencia.

«La traviata» en La Arena Verona

   Eso sí, el montaje, insisto, se enmarca en la tradición y ofrece la obra conforme a libreto, excepto el cambio temporal, además de contener algún momento peligroso para los cantantes como el final del "Sempre libera", que Violetta canta sobre parte del marco, que se eleva quedando suspendida en el aire. Quizás para compensar que la soprano no ascendió al sobreagudo optativo. Un tanto embarazosas tanto la coreografía como el vestuario de gitanas y toreros en el segundo acto. En resumen, un ejemplo más de que Hugo de Ana es más un decorador que un director de escena.

   Rosa Feola es una cantante honrada, profesional con buen fondo musical y correcta escuela de canto, pero el papel de Violetta le supera totalmente. El material vocal es propio de una Musetta o una Norina de Don Pasquale, una lírico- ligera de timbre grato, pero genérico, limitada en centro y volumen, pero con un registro agudo abierto e hiriente y una coloratura esforzada y trabajosa, lo que se tradujo en un acto primero menos que discreto. Mejoraron las prestaciones de la Feola en los actos segundo y tercero, menos exigentes por las alturas y sin coloratura. Buen legato en "Dite alla giovine", pero faltó amplitud a la arcada sonora de la Feola para llenar la frase Verdiana. Igualmente en un "Addio del passato" musical, cantado con gusto y buena línea, pero falto de vigor dramático y carga emotiva. En lo interpretativo, la soprano italiana mostró entrega sincera, pero también carencia absoluta de carisma y poder comunicativo.

   Dimitry Korchak es un buen tenor Rossiniano. El pasado año le ví un magnífico Contareno de Bianca e Faliero en Pesaro, pero en Verdi se encuentra fuera de juego. Le falta fuste vocal, el timbre suena feote, gris, sin color y en ningún momento suena juvenil ni efusivo en cuanto a expresión. El tenor ruso se mostró forzado ante la más exigente tesitura verdiana y no fue capaz de escanciar un fraseo de especial clase y variedad.

   El mejor del elenco fue Amartuvshin Enkhbat, que volvía al escenario areniano después de su Nabucco del día anterior. El barítono mogol desgranó con legato de estupenda factura y dinámicas su parte, destacando "Pura siccome un angelo" y la hermosísima aria "Di Provenza" que obtuvo una gran ovación del público. Todo ello con su voz baritonal recia, robusta, amplia y empastada.

«La traviata» en La Arena Verona

   Muy flojos los secundarios con una Sofía Koberidze y un Niccolò Ceriani inaudibles. Mejor Gabriele Sagona como Doctor Grenvil. Anodina, mecánica, plana donde las haya, sin contrastes, ni tensión, ni atmósferas, la dirección musical de Francesco Ommassini, de la que sólo cabe valorar el atento acompañamiento a los cantantes y el cuidado sonido obtenido de la orquesta, a notable nivel, igual que el coro dirigido por Roberto Gabbiani.

Fotos: Cortesía de la Fundación Arena de Verona

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