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LIDIA VINYES-CURTIS, mezzosoprano: 'Siempre me he sentido atraída por la música del Barroco'

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Autor: Javier Labrada
14 de mayo de 2015

LIDIA VINYES-CURTIS, mezzosoprano: 'Siempre me he sentido atraída por la música del Barroco'

Una entrevista de Javier Labrada

La joven mezzosoprano catalana Lidia Vinyes-Curtis forma parte del conjunto de solistas que los próximos días 22 y 23 de mayo interpretarán el Réquiem de Mozart en el Auditorio Nacional de Madrid, dentro de la temporada de la Orquesta y Coro Nacionales de España, bajo la dirección de Giovanni Antonini, uno de los mayores exponentes actuales de la interpretación de música antigua con criterios historicistas. 

¿Cómo empezó la música a formar parte de su vida?

De muy pequeña, con unos 4 años, recuerdo haber visto en Televisión Española una ópera de Wagner. Aquello me fascinó. Fue entonces cuando decidí que quería ser cantante de ópera. No obstante yo aún no tenía la edad suficiente para comenzar a estudiar canto, de modo que decidí comenzar mis estudios musicales por el violín.

¿Por qué escoger un instrumento tan técnico como el violín de entre todo el abanico de opciones?

Esta decisión estuvo en parte condicionada por mis profesores, quienes afirmaban que tenía buen oído. Además, el instrumento no era nuevo en la familia, dado que mi tío abuelo ya era violinista. Sencillamente me lo propusieron y a mí me pareció buena idea.

Lo cierto es que el violín acabó enganchándome de algún modo, haciendo en un primer momento que olvidase un poco mis aspiraciones de cantante. De hecho, acabé trabajando como violinista, tocando en orquestas sinfónicas. A partir de ese momento comencé a interesarme por la interpretación histórica y la música barroca, la cual me llevó hasta Toulouse, para estudiar violín barroco. Como allí debíamos acompañar a cantantes en numerosas ocasiones volví a interesarme por el canto, tomando finalmente la decisión de abandonar mi carrera profesional de violín.

¿Cómo surge la decisión de especializarse en la música del Barroco?

Podría decirse que yo siempre me he sentido atraída por ese tipo de música; por la forma en que debe interpretarse, por los instrumentos que se emplean, por el historicismo que la acompaña, etc…

Siendo entonces una interprete preocupada por la interpretación desde criterios históricos ¿qué opina de la estrecha relación que, en estas últimas décadas, la musicología comienza a guardar con la música renacentista e incluso con la barroca? ¿Es positiva la labor que vienen desarrollando los musicólogos?

Si, por supuesto que es una labor muy positiva e importante. Tanto es así que su trabajo puede llegar incluso a cambiar el sentido global de una obra. Por un lado siempre sería posible abordar una partitura dotándola de tu visión personal, la cual puede ser perfectamente defendible, no obstante, el conocer la intencionalidad original de la pieza y la situación histórica en la que fue escrita dota a tu interpretación de un enfoque nuevo y distinto. Para lograrlo también resulta necesario saber cómo eran los instrumentos de la época y, entre otras cosas, cómo los cantantes de entonces abordaban aquellas obras.

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¿Tocar la música de Bach con un piano o con un clave?

Ambas visiones están bien. Es genial tener la posibilidad de tocar las obras de Bach con un Steinway, pero yo creo tampoco debe olvidarse nunca esa otra visión, la del clave, que nos permite recuperar en parte la sonoridad original de la partitura.

Hablando de criterios historicistas, casi parece obligado hablar sobre el vibrato, ¿Cuál es su opinión sobre su uso en la música barroca?

A mi particularmente me gusta el vibrato en el barroco italiano, usándolo en momentos puntuales para una lograr una mayor expresividad. Por otro lado, cuando la voz está bien colocada y apoyada y vibra naturalmente me parece que intentar suprimir este efecto es ir un poco contra natura. Con una buena técnica se pueden hacer frases enteras sin vibrar, pero no es lo más natural. Para el oratorio y la música sacra, personalmente me gusta cantar con la voz más pura o fina que si se trata de un repertorio operístico-profano.

Con Bach concretamente, me gusta decidir en qué momentos vibro y en cuáles me dejo ir. Si es una partitura con un planteamiento muy instrumental, como es el caso de muchas de sus arias, me gusta cantar con un vibrato discreto, sobre todo si hay momentos de disonancias con un oboe o una flauta.

¿Ha ido tomando a algunos artistas como referente a lo largo de su carrera?

Si, especialmente cuando me fui a Alemania, para profundizar en la manera propia de abordar la obra de Bach que tienen los alemanes. En esa labor fueron fundamentales dos directores de orquesta: Kay Johannsen y, especialmente, Helmut Rilling, quien me ha enseñado a cantar desde la teología, ignorando en parte las estéticas estilísticas concretas.

Su carrera parece tomar como punto de partida el Barroco. ¿Nunca ha retrocedido más en el tiempo para interpretar música renacentista?

Si, alguna vez lo he hecho, aunque no como violinista sino como cantante, no obstante, enseguida me centré en el Barroco, un período que de alguna manera me “arrastró”, consiguiendo que profundizase en su estudio.

A la ópera barroca también llegan los directores de escena. ¿Qué opina de ellos?

Es posible que en ocasiones primen el aspecto físico al vocal, exigiendo además una gran movilidad sobre el escenario. En ese sentido no debemos olvidar que la voz es un instrumento, y hay posiciones en las que es imposible cantar haciendo un buen fraseo. Yo opino que la solución está en buscar un término medio entre el estatismo y la total espectacularidad. Ante las escenografías más descabelladas una reacción de los directores musicales pasa por buscar representar las óperas en versión concierto, algo que cada vez se hace más a menudo.

¿Se programa la suficiente ópera barroca en los teatros o vende más la romántica?

Sin duda podría programarse mucha más, especialmente en España, donde todavía queda mucho repertorio por explorar. Además no hay motivos para dejar de lado este tipo de obras que, a mi modo de ver, dan muchísimo juego a los teatros.

¿Qué medidas podrían tomarse entonces para evitar esta disparidad en la programación?

Sería interesante poder ir acostumbrado el oído del público al Barroco. Para ello sería interesante incluir más piezas pertenecientes a este periodo en los recitales. Aun así, una de las principales barreras quizás sea el miedo por parte de los teatros, que no se atreven a incluir un número demasiado elevado de obras barrocas en las temporadas operísticas, temiendo tal vez una reducción en la cantidad público que asiste a las representaciones. Aquí, como en todo lo relacionado con la música clásica, guarda una especial importancia la formación musical de los asistentes. En Alemania, por ejemplo, he ofrecido conciertos barrocos frente a un público que incluso sabía de memoria el texto de la partitura.

¿Está entre sus proyectos de futuro acercarse a un repertorio posterior?

Si, en un futuro no muy lejano quiero cantar música de Mozart, Rossini e incluso compositores posteriores. También me gustaría mucho cantar Charlotte de Werther y también Carmen, pero la mía sería una Carmen distinta a la que suelen ofrecer los teatros hoy en día, los cuales buscan generalmente a mujeres grandes y con carácter. La mía sería una Carmen más sensible y romántica, quizás algo vulnerable.

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Para ser cantante ¿hay que nacer con un buen instrumento o se desarrolla con el tiempo?

El instrumento sin duda se va desarrollando. Es algo que yo estoy comprobando. Cuando empecé a cantar tenía sobre mis espaldas toda la formación musical, pero mi voz aún sonaba joven. La madurez vocal se va consiguiendo a base de estudio, y a medida que la vas alcanzando, tu instrumento va haciéndose más grande, más flexible.

¿Le han ayudado los concursos a impulsar su carrera?

Me han ayudado, sí, especialmente a la hora de introducirme por primera vez en el mundo de la música profesional. Te permiten conocer gente, ir consiguiendo contactos… Empezar es sin duda lo más difícil.

¿Cómo definiría su voz?

De una mezzosoprano más bien lírica, no obstante me adapto bien a los roles más graves, que en ocasiones exigen las misas o las cantatas.

¿Cuál es su opinión sobre la música contemporánea?

Adoro a genios como Stravinsky, Schönberg, Shostakovich y Alban Berg, de modo que no descarto involucrarme, en un futuro, en proyectos de música contemporánea.

Precisamente uno de sus compromisos más próximos es el Réquiem de Mozart con la Orquesta y Coro Nacionales de España, una parte pensada originalmente para contralto.

Si, este es un compromiso que afronto con muchas ganas, sabiendo además que mi voz se entiende bien con la obra, la cual ya he interpretado más ocasiones.

Dentro de unos meses va a debutar en el Teatro del Liceo de Barcelona cantando el rol de Ascanio en Benvenuto Cellini de Hector Berlioz. ¿Tiene algo de desafío el interpretar papeles masculinos siendo mujer?

Quizás uno de los aspectos más complicados sea la forma de moverse por el escenario, los gestos, las maneras. Pese a todo me encanta interpretar este tipo de personajes. Me resulta muy interesante Cherubino, un personaje que encarna ese ideal del adolescente con las hormonas alborotadas; me resulta muy divertido.

¿En alguna ocasión ha tenido que rechazar la participación en alguna obra buscando una mayor madurez vocal o artística?

No, aún no he tenido que tomar esa decisión, por el momento creo que todos los proyectos que he abordado se ajustan perfectamente a mi situación vocal actual.

¿Cuáles son los proyectos más interesantes que le esperan en un futuro cercano?

Voy a realizar giras por Alemania y China con Helmut Rilling, cantando la Misa en si menor, de Bach. Además, voy a interpretar Rinaldo de Händel en una versión originalmente destinada a los salones de Inglaterra, en los que se buscaba escuchar únicamente las arias de esta famosa ópera. Por tanto, en la versión se suprimen los recitativos y se fija en cuatro el número de concertistas.

¿Hay algún sitio especial donde le gustaría debutar?

Sin duda sería todo un sueño cantar Sesto en el Metropolitan de Nueva York. También estoy muy interesada en cantar en el Teatro de Bruselas.

Foto: Alexander Ivanov
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