FANTÁSTICA INTERPRETACIÓN VIOLINÍSTICA
14-12-12. Temporada de la ONE. TCHAIKOVSKY: Suite nº 4 en sol mayor opus 61 "Mozartiana". Concierto para violín y orquesta en re mayor, opus 35, solista: Lisa Batiashvili; RACHMANINOFF: Kolokola (Las Campanas) opus 35. Solistas: José Ferrero (tenor), Alexey Tikhomirov (barítono), Nicoleta Ardelean (soprano). Coro Nacional de España. Orquesta Nacional de España. Director musical: Jesús López Cobos. Madrid, auditorio Nacional de Música.
A diferencia de lo que ocurre con el apartado de las voces, el violín está excelentemente servido en la actualidad con un buen puñado de grandes artistas que pasean su virtuosismo por el mundo. Una de estas figuras comparecía en el Auditorio Nacional de Música de Madrid , la georgiana
Lisa Batiashvili (nacida en Tiflis en 1979), recientemente fichada por la gran casa de discos
Deutsche Grammophon y lo hacía con uno de los conciertos clave del repertorio y de los más populares e interpretados, el de Tchaikovsky.
Fantástica la interpretación de la joven violinista que con un sonido amplio, redondo, caudaloso, bellísimo, dulce y madreperlaceo, llenó hasta el último resquicio del recinto. La artista que, sorprendentemente, interpretó la obra con el apoyo de la partitura, mostró una impecable musicalidad, precisión y exactitud en la afinación y una estupenda cantabilità en el segundo movimiento, en que se plasmó el diálogo con la orquesta. Resultaron fabulosos los rallentandi previos a atacar el allegro vivacissimo de un último movimiento en el que la violinista mostró una agilidad vertiginosa. Ovaciones cálidas y sonoras para la violinista Lisa Batiashvili, que firmó discos en el descanso.
Después de su tormentoso período como titular del conjunto, Jesús López Cobos se reconcilió con la ONE en un período de total madurez artística, equilibrado, sabio, pulquérrimo, pero con la habitual falta de temperamento, que provocó que esa passionalitá, esa emoción y ese lirismo envolvente señas de identidad del genial compositor ruso, brillaran por su ausencia, dejando una cierta sensación de rutina de semilujo.
Mucho mejor resultó la interpretación del director zamorano en la Suite opus 61 "Mozartiana" que abrió programa. Una obra de muy distintas coordenadas y que no demanda esa intensidad y apasionamiento. Fue servida con gran delicadeza y refinamiento tímbrico, destacando un magnífico tercer movimiento (preghiera) con unos embriagadores y delicadísimos pianissimi de la cuerda, así como el cuarto, donde nos encontramos con destacables intervenciones del concertino y el clarinetista priincipal.