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MARIANNA PRJEVALSKAYA, pianista: 'No puedo vivir sin la música. Sé que estoy cumpliendo con mi destino'

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Autor: Pablo Sánchez Quinteiro
10 de febrero de 2018

MARIANNA PRJEVALSKAYA, pianista: ´No puedo vivir sin la música. Sé que estoy cumpliendo con mi destino´

   Una entrevista de Pablo Sánchez Quinteiro | @psanquin
Mariana Prjevalskaya es una de las pianistas españolas más interesantes de su generación. Su formación ha contado con profesores de la talla de Irina Zaritskaya, Boris Berman, Boris Slutsky y Alexander Toradze, quienes han celebrado su singular fusión de técnica y musicalidad. Marianna es una artista modesta y cercana, que sin embargo, ante el piano despliega una energía y una concentración que le han permitido alcanzar un incontable número de premios y menciones en concursos internacionales. Por encima de ellos y de su actividad concertística aflora en esta entrevista una innata pasión por el piano y por la música que llena absolutamente su vida.

En primer lugar me gustaría preguntarle acerca de tu última grabación discográfica: las Variaciones Chopin y Corelli de Rachmaninov. Entre las críticas recibidas destacaría la realizada por el crítico de CODALARIO, Jaime Pantín, siempre exigente y fundamentado ¿Cuáles han sido tus impresiones?

La crítica que salió en Codalario me pareció magnífica. Obviamente me quedé muy contenta. Lo que más me gustó fue que el crítico había apreciado justamente lo que más me importa resaltar en esta música: lo profunda que es. La belleza del sonido que trataba de extraer en las partes líricas, tan profundas. Eso es lo que resultó más importante para mí. Es lo que intento expresar cuando toco. Si veo que un crítico es capaz de percibirlo, siento que estamos alineados en la misma dirección. Desde luego quedé muy contenta y la agradezco mucho.

Y no ha sido una excepción, pues ha recibido muy buenas críticas en otros medios ¿Te esperabas esta acogida?

La verdad es que no me esperaba nada, simplemente quería que se escribiera sobre el disco, que la gente conociera y apreciara mi trabajo y todo lo que siento por esa música; así que estar recibiendo tantas buenas críticas me hace sentir muy feliz.

Ha sido un trabajo muy importante para mí, sobre todo emocionalmente. Fue como dar a luz, aunque todavía no he dado realmente a luz. Recuerdo como me había sentido terminando la grabación con las últimas variaciones de Chopin, me entró un sentimiento de paz y a la vez no me podía creer que ya estaba todo grabado, me pareció increíble de que por fin este trabajo estaba realizado.

No es tan fácil grabar discos hoy en día. Estaba esperando esta ocasión desde que gané el concurso de Cincinnati, el concurso mundial de piano en la edición del 2013, pues esta grabación era parte del premio. Grabar un CD es muy importante pero además era un momento muy esperado y especial para mí pues admiro muchísimo a este compositor y hace años que deseaba grabar sus obras.

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Está claro que tiene una afinidad especial por la música de Rachmaninov ¿Qué destacaría de este compositor?

Sí, creo que hay una afinidad muy especial porque cuando toco su obra todo me resulta muy natural, muy orgánico. Es como respirar el aire. Por otro lado, creo que con otros compositores también puedo tener una experiencia parecida. Recuerdo que cuando he tocado obras como la Primera sonata en fa sostenido menor de Schumann, la Sonata en la mayor D959 de Schubert o la Octava sonata de Prokofiev, trabajar estas músicas ha sido como vivir una vida aparte. Estas obras forman parte de mí para siempre y han dejado en mí una huella muy importante, con las que crecí interiormente. Con Rachmaninov también. Cuando toco su obra, la música me fluye de forma tan natural como el respirar. Me da la impresión de que todo lo que siento al tocar su música es exactamente lo que sentía él mismo. No sabría decir por qué, pero eso es lo que siento yo. Lógicamente no hay forma de saber lo que sentía Rachmaninov pero así lo veo. Es un compositor muy cercano. Lo que más destaca en su música en mi opinión es la intensidad emocional, a veces puede ser un éxtasis de felicidad indescriptible, o al revés, una tragedia y una tristeza que el compositor transmite en la armonía muy amarga, en los registros graves, su nostalgia se siente casi siempre, es como si le persiguiera vaya a donde vaya. Son estas emociones que me atraen tanto en este compositor.

La distancia entre el compositor y el intérprete se acorta en él. Me sorprende que al mismo tiempo tenga afinidad por Prokofiev, un compositor tan diferente.

Prokofiev también me encanta y sí, siento mucha afinidad con su música. Sobre todo, esa sonata que antes comentaba: la Octava. También he tocado la Séptima pero sobre todo la última ha sido muy especial para mí porque me parece mucho más profunda. Me absorbía emocionalmente y me he dado cuenta de que me gusta tocar música que me absorbe y que permite mirar hacia el interior. Hay obras que no tienen tanto equipaje emocional, y obviamente, no me interesan tanto.

No tanto el mero virtuosismo, como por ejemplo el de las obras más pirotécnicas de Liszt.

Pero sin embargo su Sonata en si menor pertenece a este grupo de obras que te comento, muy especiales. Cuando tenía unos 20 años, la toqué mucho, y era uno de estos monstruos que te hacen vivir tu vida entera durante la obra.  Me gustan mucho obras de Liszt que pertenecen a su período tardío.

Y volviendo a Prokofiev. Ha estudiado con uno de los pianistas más reconocidos en el compositor: Alexander Toradze ¿Qué nos puede contar de él?

Es una persona muy interesante, extraordinaria y es un pianista fantástico. Lo considero un experto en compositores como Rachmaninov, Prokofiev Stravinsky o Scriabin e incluso Liszt. Tuve la oportunidad de estudiar con él la Séptima sonata de Prokofiev y fue una experiencia bastante impactante. Él compartía conmigo básicamente cómo tocar cada nota. “Tócala así, esto es así” o “una articulación aquí se hace de esta manera y aquí de otra.” ¡Me pareció tan enriquecedor lo que él me decía!

Si ahora alguien viene a decirme cómo debo tocar cada nota, no me va a gustar, pero por aquel entonces y sobre todo con Toradze, obviamente, era otra historia. Creo que él tiene una relación muy especial con este compositor, siente su esencia, su ironía, el sarcasmo, y te lo hace experimentar cuando él mismo se pone a tocar Prokofiev. ¡Su interpretación del Tercer concierto para piano y orquesta fue apabullante!

Recuerdo también otras clases con él con otras obras como la Sonata de Liszt o las Mazurkas de Chopin ¡Extraordinarias! Es un experto en Prokofiev pero aparte de él estudié con otro especialista en Prokofiev: Boris Berman. No sé cuál de los dos es más (se ríe).

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Los dos han grabado los conciertos.

Sí. Berman de hecho ha grabado toda la obra de Prokofiev y ha realizado sus propias ediciones de las sonatas para piano. También escribió un libro sobre las sonatas en el que habla del contexto histórico, pero también de cómo se tiene que interpretar la música, tratando pasajes en concreto. Es como una Master Class. Es un libro muy interesante y lo aconsejo a todos los pianistas.

Con Berman estudié la Octava sonata. Así que he absorbido Prokofiev por los dos lados. Ha sido también muy enriquecedor y es algo que agradezco muchísimo porque sé que gracias a él he podido crecer y entender esta música.

Y ambos interpretan Prokofiev de formas muy distintas.

Siendo diferentes ambos convencen. Cada uno aporta su individualismo.

¡Es el milagro de la música! Entrando en tu carrera, cuéntenos cómo empezó sus estudios de piano y cuáles fueron sus primeras influencias.

Empecé a estudiar cuando tenía seis años así que mis primeras influencias obviamente fueron mi familia pues mi madre es pianista y mi padre violinista. Crecí en un ambiente musical. Mi madre es quien empezó a darme clases de piano durante 11 años hasta que fui a estudiar a Londres a los 17. Aun así, cuando vuelvo a casa sigo tocando para ella. Al ser mi padre violinista una influencia importante fue escucharle tocar el violín y tocar con él. Incluso improvisábamos juntos cuando yo era niña. Todo esto ha dejado una huella enorme. Imagino que hacerte músico sin haber vivido en una familia musical es muy distinto.

¡También lo pienso! Y ¿En qué momento decide que el piano va a ser su vida?

Creo que fue en el momento en que empecé a descubrir obras de Beethoven, Chopin, Liszt: los conciertos de Beethoven, los conciertos y Baladas de Chopin, la Sonata en si menor de Liszt. Son obras que me impresionaron tanto que pensé: ¡Quiero tocar esta música! A partir de allí ya no había marcha atrás.

Su carrera está siendo muy exitosa, con incontables premios y satisfacciones, pero la vida de un pianista de concierto no es fácil. Leí hace poco una frase de Peter Donohoe quien decía que no recomendaría a nadie seguir una carrera pianística salvo que no supiera hacer ninguna otra cosa que no fuera tocar el piano. ¿Se arrepiente de haber seguido este camino?

Lo primero que puedo decir es que yo no me arrepiento de nada. Es la mejor decisión que he tomado en mi vida. Y con respecto a lo que dice Donohoe, estoy totalmente de acuerdo pues creo que no podría haber hecho ninguna otra cosa (se ríe). Así que no tengo duda.

Pero sí que es difícil. Hay mucha competencia, especialmente hoy en día, con pianistas muy buenos, con una técnica extraordinaria, en todas partes. Todo el mundo quiere tocar, pero lo malo es que no hay tantas oportunidades para tanta gente.

Por supuesto es un camino difícil, pero creo que eso no es la razón para no dedicarse a la música. Lo más importante es darte cuenta si puedes vivir de la música o no. Yo no puedo vivir sin música, por eso sé que estoy haciendo lo que me apasiona y lo que creo que es realmente mi destino.

¿Su vocación?

Mi pasión. Si no hay pasión entonces sí hay que pensar en lo que dice Donohoe: haz cualquier otra cosa que sepas.

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Ha estudiado en España, Inglaterra, en Estados Unidos… pero ¿Se consideraría a si misma perteneciente a la escuela rusa… si es que esta escuela efectivamente existe?

Es una pregunta nada fácil de contestar. Por un lado, debería contestar que sí pero a la vez hay algo dentro de mí que dice que no.

La mayoría de mis profesores eran rusos o estudiaron con profesores que pertenecían a la escuela rusa. Así Toradze estudió con Yakov Zak y Lev Naumov, Berman con Oborin, Slutsky con Anna Kantor (la profesora de Evgeny Kissin) y Zaritskaya con Yakov Flier. Por esa razón debería decir que pertenezco a la misma rama de la educación musical tradicional rusa. Pero, por otro lado, creo que lo que entendemos como escuela francesa, escuela alemana, escuela rusa no está hoy en día tan definido como lo estaba antes.

Hace años se podía definir muy bien lo que era la escuela francesa y como ésta se diferenciaba de la escuela rusa, pero en estos momentos, creo que ya no existen estas diferencias. Mi experiencia es que todos los profesores con los que he estudiado han salido de Rusia, y luego se han trasladado a Estados Unidos o Inglaterra. Son personas muy inteligentes, muy eruditas, pero ellos también han asimilado otras influencias.

Por todo ello no creo que exista una única escuela rusa. Creo que hoy en día vivimos un complejo de influencias de distintas partes, que van formando a cada uno según como las absorba.

Yo creo que si dijera que pertenezco a la escuela rusa lo diría con precaución. Algo dentro de mí me hace pensar que igual es posible que una parte de mi sí lo es y la otra parte ya no.

Otra parte es española pues la mayor parte de su vida ha trascurrido en España. ¿En qué medida la cultura española le ha influenciado como pianista?

Yo creo que allí donde vives y la gente con la que te relacionas te está influenciando de una forma u otra, lo quieras o no. A veces absorbemos más a veces absorbemos menos, pero esta absorción ocurre a un nivel casi subconsciente incluso, que no podemos controlar.

Específicamente no sabría decir cómo me ha influenciado pianísticamente. Pero desde luego en España he conocido y tocado con directores fantásticos y con varias orquestas españolas de altísimo nivel. He conocido a críticos y musicólogos, a gente muy interesante y esto me ha proporcionado un horizonte muy amplio para aprender y para formarme. Es difícil citar algo específico. Es un conjunto de cosas, situaciones, gente que conoces, etc. que te están ayudando y te están formando.

También debo añadir que obviamente sin la ayuda económica que me ha prestado Galicia: la Fundación Barrié en dos ocasiones y la Diputación, no hubiera podido formarme como me he formado hasta ahora. Así que la influencia que recibí ha sido importantísima pues no hubiera sido quién soy hasta el momento si no hubiera venido aquí a España.

Cuando uno lee su currículum asombra la cantidad de reconocimientos que ha recibido en concursos pianísticos. Habrá perdido la cuenta de todos los premios que ha recibido. Así mismo es habitualmente miembro de jurados. Es una pregunta habitual, pero es que pocos pueden contestarla con tu conocimiento: ¿Qué opina del mundo de los concursos pianísticos?

Puedo hablar solamente desde mi punto de vista personal. Creo que para mí han sido muy necesarios, no por haber ganado premios o por conseguir conciertos sino por haber salido al escenario en una o dos semanas, cuatro veces, tocando un repertorio cada día diferente. Es una experiencia única. Músicos que tocan 50 conciertos al año suelen tocar el mismo programa durante seis meses. Pueden tocar diferentes conciertos con orquesta, pero suelen planear recitales con el mismo programa. Pero tocar en un concurso bajo presión es distinto, estas condiciones te hacen crecer, madurar y lo más importante desarrollar una fuerza mental extraordinaria.

Cuando empecé a hacer concursos creo que di un salto muy grande, obviamente, repito, no por ganar premios pues también perdí en muchas ocasiones, sino por salir al escenario muchas veces y tocar programas distintos. Estar en una situación estresante sabiendo que hay otros pianistas con quienes compites, sabiendo que hay 20 personas en el jurado que están analizando y juzgando cada nota que tocas es muy estresante y difícil; pero para mí ha sido muy beneficioso.

Lo que puedo aconsejar a la gente joven que se está preparando para los concursos es que es muy importante no pensar en el premio. Siempre doy el mismo consejo: dejar de pensar en el premio porque si te concentras en él no estás haciendo música, y el jurado lo nota. Por lo menos eso me sucedía a mí. Es mejor concentrarse en el arte que estás haciendo, en expresarte, eso ayudará a dar lo mejor de uno mismo. Simplemente adentrarte en la música de tal forma que te olvides del jurado, de los otros pianistas con los que estás compitiendo. Si cae algún premio bien y si no, tampoco pasa nada, la vida sigue.

¡Muy buenos consejos! Entrando ya en su forma particular de tocar veo que muchas críticas coinciden en un aspecto: su musicalidad y en el equilibrio que logras entre técnica y la propia musicalidad. ¿Cree que es una descripción correcta?

No puedo juzgarme a mí misma porque es algo que debe hacer alguien que me esté escuchando desde fuera. Pero sí pienso que soy una persona que siente la música muy profundamente. Reacciono muchísimo a la armonía, a los cambios armónicos. Por eso para mí la expresividad emocional es muy importante, pues está directamente relacionada con la armonía.

Obviamente trato de sacar el sonido más bello del piano siempre y cuando sea adecuado para el estilo que estoy tocando: sea Bach, Mozart, Prokofiev, etc. La profundidad emocional, la armonía, la belleza del sonido... Todo está intrínsecamente conectado. Son aspectos muy importantes para mí que creo que los críticos han podido notarlo de lo cual me alegro mucho.

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Una grabación en estudio supone unas condiciones ideales para expresar lo mejor de una misma. Sin embargo, cuando sales al escenario de un concierto te enfrentas con todo tipo de circunstancias: el piano, la sala, tu propio estado anímico o incluso de salud del intérprete ¿Recuerda haber tenido alguna mala experiencia?

Sí, recuerdo varias situaciones en las que la acústica no era la mejor, por ejemplo, por ser muy seca o porque el piano no era capaz de proyectar el sonido hacia el público. Aunque a veces esto se debe a lo primero, una acústica seca impide que el sonido fluya.

Son situaciones bastante frustrantes, pero uno no puede ir en contra de la situación que hay alrededor, tiene que hacer lo que se pueda. Así, una sala que tiene una acústica muy seca necesita un poquito más de pedal que la compense. Al conseguir un poco más de resonancia natural del instrumento uno se sentirá más cómodo. Si es una acústica contraria, con mucha reverberación, hay que quitar un poquito de pedal y jugar con los tempos: un poquito más lentos para que no se mezcle el sonido.

Recuerdo una experiencia que me resultó un poco difícil. Fue en la tercera prueba del Concurso de Jaén. Tocaba un programa con la Polonesa op.44 de Chopin, El pelele de Granados y la Octava sonata de Prokofiev. Cincuenta minutos de música muy intensa con un piano muy duro y una acústica muy seca. Recuerdo que ya llegando al final de Prokofiev pensé ¡Aquí ya no puedo más! Pero algo dentro de mí me decía que tenía que seguir adelante como sea. Seguí y terminé.

¡Y ganó el concurso!

Gané el concurso, pero era muy estresante esa tercera prueba (se ríe). En la cuarta ya fue mucho mejor. Tocando con la orquesta la acústica era distinta y además ha sido un enorme placer hacer música con la directora griega Stamatia Karampini que ha sido capaz de seguir mis rubatos en el Primer concierto de Chopin como si respirara a la vez conmigo. Creo que es una directora fantástica y me hubiera gustado que viniera más a menudo a España a dirigir.

Y en el extremo positivo uno de sus mejores recuerdos fue tal vez el debut con la Orquesta de la Sinfónica de Galicia, la orquesta de su ciudad, con su padre detrás, sentado en el primer atril de los violines ¿Qué sintió en ese momento?

Fue muy importante para mí. La verdad es que sentí mucha ilusión y mucha alegría de tocar con esta orquesta porque llevo viviendo en La Coruña desde que la orquesta se formó. Llegué aquí con 10 años y todos los músicos que trabajan desde entonces me vieron crecer y yo los vi a ellos siempre estando allí. Fue muy especial hacer música con ellos, después de haberlos conocido durante tanto tiempo ¡Y por esta razón era muy distinto a cualquier otro concierto! El apoyo que he sentido por parte de los músicos fue muy especial para mí.

Y también del público, entusiasmado.

Sí, desde luego ¡Y la sala estaba completamente llena! (1.700 butacas).

¡Inolvidable el concierto… y sus tres propinas! Cambiando de tema, una faceta suya que seguro es desconocida para muchos es tu labor de crítico musical pues ha hecho reseñas de conciertos.

Muy pocas.

Pero de conciertos importantes. Y desde luego muy recomendables ¿Por qué le interesa la crítica?

La verdad es que no sé por qué (se ríe). Creo que simplemente es porque tengo una mente por lo general muy analítica, sea tanto en la música como en cualquier otro tema. Me gusta mucho analizar y como pianista siento a veces una necesidad natural, espontánea de anotar cosas que me parecen muy interesantes cuando escucho a otro pianista.

Un ejemplo fue el concierto de Sokolov en Santander. Es un pianista al que adoro. Era una buena ocasión de escribir sobre su recital porque pues sus conciertos me parecen –tal como escribí- experiencias trascendentales. Quería expresar lo que siento por este pianista tan extraordinario y compartir lo que yo pienso sobre él, pues hay gente que lo adora como yo, pero a algunas personas no les gusta. Es algo que no entiendo.

Otra crítica que he escrito fue sobre el concierto de Murray Perrahia en Washington, que también me gustó muchísimo. Perrahia dio una Master Class un día después de la que asimismo hablé en la crítica.

Básicamente me gusta analizar y compartir mi opinión sobre cosas que a mí me parecen importantes. En este caso, los logros interpretativos de estos grandes músicos.

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¿Va a profundizar más en este aspecto? ¿Talvez en Codalario algún día?

Sí, ¿Por qué no? Voy a bastantes conciertos, sobre todo en Estados Unidos.

Y de Estados Unidos hay que hablar de esa parte importante de su tiempo que dedica a la docencia ¿Qué es lo que más le atrae de ella?

Me gusta compartir lo que yo aprendí de mis profesores, pero al mismo tiempo pienso que también tengo algo que decir. Incorporo lo que yo he aprendido por mi cuenta, por mi propia experiencia. Intento hacer una síntesis de lo que aprendí y de lo que puedo añadir. Creo que es como tiene que ser, y lo mismo hacían mis profesores.

Para mí es muy importante compartir con mis alumnos no solamente lo que yo sé hacer técnicamente -como tocar un arpegio, un pasaje, un trino- sino también enseñarles a apreciar la música de la forma más especial que pueda. Intento enseñarles todo lo que siento por cada obra en particular. Mi deber es descifrar lo que se esconde en la partitura y enseñarles a apreciar todo lo que vamos descubriendo, cada modulación, el fraseo, un intervalo, etc… Lo importante no es sólo tocar las notas correctas con un movimiento de muñeca apropiado, sino también conocer el contexto histórico y darse cuenta de la armonía que hay detrás. Saber por qué un acorde particular es tan intenso y por qué tiene que resolverse o no, más adelante. O sentir la intensidad de una séptima disminuida. Quiero que ellos lo sientan, que entiendan por qué cada modulación es tan inesperada, o tan peculiar, o trágica, o luminosa.

En mis clases hablo mucho sobre estos temas. Creo que son importantísimos y sin apreciar estos detalles uno no puede ser un músico de verdad.

Este año quiero que mis alumnos lean varios libros sobre técnica pianística, como el libro de Boris Berman, Notes from the pianist bench o el de Madeline Bruser, una pianista que ha escrito un libro sobre la técnica pianística, pero enfocándola desde otro punto de vista, más espiritual, que aleje las tensiones o el estrés. Es otro tipo de enfoque que quiero que conozcan. Quiero que vean las diferentes formas en que las personas se pueden aproximar al mundo del piano y espero que eso ayude a formar una imagen completa para poder apreciar lo que estamos haciendo juntos.

Me consta que está haciendo la tesis doctoral ¿Sobre qué tema lo está haciendo?

Sobre la música de Scarlatti y su influencia en España y posiblemente con un apartado específico para los compositores gallegos de la misma época o un poco posteriores. Lo estoy haciendo en Peabody Conservatory of Music donde estoy haciendo el doctorado bajo la tutela de Boris Slutsky, un magnífico profesor. A la vez estoy dando clases allí.

Y de la vida musical americana en general ¿Cuáles son sus impresiones?

Creo que la vida musical en Estados Unidos es muy intensa. Hay muchas orquestas, vienen solistas de altísimo nivel y también hay una diversidad de cursos de música de cámara en verano tan importantes como Aspen o Ravinia. Los que vienen a participar en este tipo de festivales tienen la oportunidad de actuar junto a los profesores que les dan clase y creo que este tipo de experiencias puede ser muy beneficioso para la gente joven.

Por lo general la educación es fantástica. Y es también cierto que la gente en Estados Unidos trabaja muchísimo, por esta razón saben cómo llegar a la meta y obtener resultados que quieren. Les respeto mucho en ese sentido. En las universidades tales como Yale, Harvard, Hopkins, University of Pennsylvania reina un ambiente intelectual impresionante, y la verdad yo he tenido suerte estar en dos de estas universidades y disfrutar de la compañía de personas muy eruditas e interesantes.

Y entrando ya en sus aficiones, ¿a qué se hubiera dedicado si no hubiera sido pianista?

Pues probablemente hubiera sido fotógrafa. Y, tal vez, ahora que lo pienso, podría haber también sido veterinaria. Amo mucho a los animales.

Y finalmente ¿Nos puede contar que proyectos ha llevado a cabo estos últimos meses y cuales tiene programados para el futuro?

El pasado 12 de enero estuve en Madrid en el programa Estudio 206 en la Radio Clásica tocando en directo y hablando sobre mi carrera y la música. Para este año y el próximo ofreceré recitales en Washington DC, Baltimore, Philadelphia, en Chicago dentro del ciclo de conciertos de Dame Myra Hess Piano Series, este último será transmitido por la radio. También actuaré en Virginia y Connecticut, y todos ellos dedicados a Claude Debussy en el 100 aniversario de su muerte. Presentaré la integral de los preludios, un proyecto que estaba deseando hacer realidad. El segundo libro que me parece más oscuro y misterioso que el primero, lo interpreté varias veces, incluso en Carnegie Hall de Nueva York, pero este año por fin van a ir los dos en un mismo recital, algo que es poco frecuente. A finales de mayo de este año también actuaré en la Tonhalle Maag de Zurich con Zurich Chamber Players interpretando el concierto Emperador de Beethoven. Y para el año que viene posiblemente iré de gira por China y ofreceré un recital en Merkin Hall en Nueva York.

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