Maximiano Valdés ofreció el viernes (4/6/10) en el Auditorio de Oviedo su último concierto como director titular de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, tras 16 años al frente del conjunto.
- Ahora que estamos al final, hábleme de aquel principio
- Yo debo mucho a España, porque me ha dado la oportunidad de hacer muchas cosas. Cuando salí del conservatorio de Roma conocí a Alfonso Aijón, Tomás Marco y Jesús López Cobos. Esto me permitió dirigir a la Orquesta Nacional de España. Después estuve tres años como director titular de la Orquesta Sinfónica de Euskadi, que tuve que dejar porque no podía compaginarla con mis compromisos adquiridos en Francia dentro del mundo de la ópera.
- ¿Cómo llega a Asturias?
- La primera vez que trabajé con la OSPA fue por invitación de Jesse Levine. Dirigí la "Sinfonía nº 40" de Mozart y la "Quinta sinfonía" de Beethoven. Al año siguiente me invitaron a hacer otro concierto, con un programa en el que participó el violinista Víctor Martín, que interpretó la "Serenata para violín y orquesta" de Bernstein. También hice la "Sinfonía nº 5" de Chaikovski, que es la obra que repito en el concierto del día 4 y que, en aquel momento, fue la que llamó la atención de la orquesta lo suficiente como para que empezaran a considerarme como un candidato a obtener la titularidad. Después vino la llamada de Inmaculada Quintanal, por aquel entonces gerente de la orquesta.
- ¿Por qué aceptó se titular de la OSPA?
- En aquel momento tenía varias opciones: seguir mi carrera dentro de una espiral de trabajo internacional, o como titular de una orquesta en EEUU o Alemania, o tomar la decisión de vincularme a un lugar con el que tuviera alguna relación y en el que pudiera dejar algo. De alguna manera, quería tener la sensación de plantar un árbol y dejarlo crecer. Me pareció importante no seguir en esa frenética búsqueda de oportunidades por todo el mundo porque, en el fondo, con esa perspectiva estás en manos de empresarios que hacen que un día dirijas en Japón, otro en París y otro en Nueva York.
- Y en 1994 comienza a trabajar
- Sí, recuerdo que Oviedo era muy diferente, era una ciudad llena de hollín. Asturias era una región muy tranquila, con un ritmo mucho más lento y, por supuesto, menos moderna. Llegué en una situación en la que la orquesta tenía músicos de gran talento, procedentes de diferentes países, pero que estaban bastante confundidos ante su situación artística, porque desde que fundara la orquesta en 1991 hasta que yo llegué, habían tenido como directores titulares a Edmon Colomer, Arturo Tamayo, Doron Salomon y Jessi Levine, cuatro directores que no habían aportado estabilidad.
- ¿Cómo se tomó su esposa el cambio?
- Cuando llegó a Oviedo enmudeció del susto, porque era un mundo muy diferente, en el que incluso se hablaba otro idioma al de ella. Muy pronto todo el mundo la quiso. Fundamentalmente Inmaculada. Se puso a estudiar español frente a la televisión, como toda buena estadounidense, y empezó a soltarse a hablar.
- ¿Su apoyo ha sido importante?
- Ella ha sido fundamental, no sólo aquí, sino en mi vida. Este trabajo es muy difícil. Siempre hay que estar estudiando y viajando. Jody siempre me ha dado todo su apoyo. Me dio muchos ánimos cuando decidí irme de Asturias y me ayudó a tomar la mejor decisión para mi futuro, que es la Sinfónica de Puerto Rico.
- ¿Cuándo se conocieron?
- La conocí en mi último concierto como titular de la Filarmónica de Buffalo, en 1998. Cuando dejé la orquesta me fui a vivir una temporada con un amigo, que me dijo que tenía una vecina en el tercer piso del edificio que era muy bonita, así que la invitó a asistir a uno de mis últimos conciertos. Cuando la conocí me resultó tan familiar que le pregunté si era argentina, cuando en realidad ella había nacido en EEUU. Nos casamos allí hace diez años. Tenía una empresa de marketing, pero lo dejó todo para venirse conmigo. Nos juntamos en Nueva York y nos vinimos a Asturias. Cuatro quilómetros antes de llegar a Oviedo enmudeció de puro susto.
- En realidad, usted se va un año antes de lo que había anunciado. ¿Por qué?
- Por varios motivos. Uno de ellos es que pensé que sería bueno que en mi último año se abriese un proceso de selección para elegir al próximo titular. Encarna Rodríguez me pidió que siguiera cuando era la gerente de la orquesta, pero yo le dije que dejaba la puerta abierta para tomar la decisión de marcharme antes. Además estaba el hecho de que había tres orquestas que se habían interesado en ofrecerme la titularidad. Era un momento bastante confuso que, finalmente se concretó en Puerto Rico.
- ¿Por qué la Sinfónica de Puerto Rico?
- Una de las razones es porque hay una persona con un puesto importante dentro del mundo cultural que quiere potenciar el Festival Iberoamericano de las Artes. Es una oportunidad muy estimulante, porque me permitirá entrar en contacto con muchos nuevos compositores norteamericanos, e interpretar obras de autores como Fabián Panisello, Alfonso Fuentes o Garrido Lecca. Allí se me abre un espacio para difundir la música escrita en el ámbito sudamericano, una posibilidad que hasta ahora no existía. Lo hacía la Orquesta de las Américas, que trabajó en Nueva York, y ahora lo puedo hacer en San Juan de Puerto Rico, que es un estado asociado a EEUU, lo que me abre muchas opciones artística en ese país.
- ¿Qué tal es la Sinfónica de Puerto Rico?
- Son más de 90 músicos, la mayoría de Puerto Rico, y tienen un buen nivel musical. No obstante, también dirigiré a otros conjuntos de América. El año que viene volveré a dirigir cuatro veces a Asturias, y en Estado Unidos dirigiré próximamente en Toronto y Baltimore. Tengo una invitación para dirigir la Filarmónica de los Ángeles, además de trabajar con la Filarmónica de Buenos Aires. El año próximo tengo bastantes compromisos.
- ¿Inmaculada Quintanal ha sido fundamental para usted?
- Sí. Ella fue quien me trajo aquí, y quien me dijo que este proyecto no se podía hacer en menos de 15 años, cosa que yo nunca creí que pudiese cumplir. Inmaculada es la persona que dio forma, consistencia, estabilidad y, sobre todo, pasión a esta orquesta.
- ¿Con qué músicos de la OSPA se ha sentido más identificado?
- Con Alexander Vasiliev y con Oleg Lev. Vasiliev es, en todos los sentidos, mi alter ego, y la persona con la que más contacto he tenido, no sólo por ser el concertino, sino porque nos hemos entendido muy bien. Oleg Lev es sumamente sólido tocando. Tener un viola como él es un descanso como director. Ambos son los músicos con los que me he sentido más apoyado, en términos musicales y personales.
- Deja grandes amigos: Jaime Martínez, Luis Bartolomé, Jaime Álvarez-Buylla
- Jaime Martínez es mucho más que un amigo, es un hombre por el que tengo un profundo respeto. Es un gran caballero asturiano. Luis Álvarez Bartolomé es una persona muy bondadosa. Siempre he sostenido que no se ha reconocido el gran trabajo que ha realizado con la ópera en Oviedo en lo relativo a la apertura del repertorio. Jaime Álvarez-Buylla y su esposa Margarita han sido las personas más cercanas que hemos tenido en Asturias. No quiero olvidarme de Encarna Rodríguez. Entró como gerente de la OSPA viniendo de un mundo diferente al de la música y realizó un gran trabajo. También está Ana Mateo, que ha demostrado tener un pulso firme y una visión de la orquesta. Logra conciliar sus excelentes relaciones con los músicos y, al mismo tiempo, tener claro el rumbo que la orquesta debe llevar. Tengo plena confianza de que la OSPA va a escoger el camino correcto estando ella a la cabeza.
- ¿Qué les diría a los músicos de la OSPA?
- Que mantengan la integridad que han tenido estos años. Que pongan a la música sobre todas las cosas. Que no transijan en el estudio y preparación de cada programa y, por último, que no permitan que se destruya el ambiente de amistad que reina en la OSPA.
- ¿Y al público?
- Que protejan a esta orquesta.
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