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Crítica: Michele Mariotti dirige 'La bohème' en el Teatro Comunale de Bolonia

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Autor: Magda Ruggeri Marchetti
25 de enero de 2018

ÉXITO PARA MARIOTTI

   Por Magda Ruggeri Marchetti
Bolonia. Italia. 19-I-2018. Teatro Communale de Bolonia. Mariangela Sicilia, Francesco Demuro, Nicola Alaimo, Hasmik Torosyan, Evgeny Stavinsky, Andrea Faidutti, Alhambra Superchi. Dirección musical: Michele Mariotti. Dirección escénica: Graham Vick. Escenografía y vestuario: Richard Hudson. Iluminación: Giuseppe Di Iorio. Orquesta, Coro, Coro de Voces Blancas del Teatro Comunale de Bolonia. Alumnos de la Escuela de Teatro “Alessandra Garante Garrone”.

   Esta ópera sobre libreto de Giuseppe Giacosa y Luigi Illica deriva de la novela de Henry Murger Scènes de la vie de Bohème y es la obra maestra de Puccini por su intenso lirismo, su armonía refinada y sus colores. Estrenada en 1896 en el Teatro Regio de Turín, bajo la batuta de Toscanini, tuvo inmediatamente gran éxito, así como en el Comunale de Bolonia donde el mismo maestro la dirigió pocos meses después. Ambientada en el barrio latino del París de 1830, nos cuenta la vida de cuatro jóvenes artistas que, a pesar de sus dificultades económicas, tienen la alegría y la irreflexión de la juventud. Los dos primeros cuadros son alegres, con gente llena de sueños, pero ya en el tercer acto la realidad irrumpe en sus vidas descubriendo la enfermedad de Mimí, la absoluta necesidad del dinero y la realidad de la muerte.

   El montaje de Graham Vick es respetuoso del texto y no altera la historia, al contrario, subraya su modernidad vistiendo a los actores como jóvenes de hoy, las chicas con leggins, los chicos con vaqueros, gorros y bufandas de lana y, sobre todo, representando una juventud que no rechaza el sexo pagado, se droga y huye de las responsabilidades. En especial Rodolfo, aunque ame a Mimí, tiene miedo del amor, porque no quiere compromisos. Todo ello resalta en particular en el diálogo entre los dos amigos en el tercer acto, donde Marcello reprocha a Rodolfo que sus excusas para romper con Mimí son solo mentiras, notándose aquí la lograda simbiosis de la música con la escena que revela la gran compenetración entre los correspondientes directores. En el acto final, cuando todos se dan cuenta de que Mimí está muriendo, Musetta se apresura a comprar a la amiga un manguito de pieles, Marcello a buscar un médico y Rodolfo a tenerla en sus brazos, pero, cuando comprenden que ha muerto, todos la abandonan, dejándola en el suelo cubierta por una sábana.

   La escenografía de Richard Hudson transforma la buhardilla en un piso de estudiantes pobre y desordenado, con mobiliario de fortuna que en el cuarto acto ni siquiera aparece, suponiéndose que lo han vendido. El café Momus es el centro de la alegría, del color, en contraste con la barrera de Enfer del tercer acto transformada en lóbrego punto de encuentro de prostitutas y drogadictos. En todo ello se nota la mano segura del director de escena que ha captado la modernidad de la ópera y ha trabajado siempre en total sintonía con el Maestro.

   La batuta de Michele Mariotti, en perfecta comunión con los instrumentistas, es extraordinaria y denota su participación sentimental y gran sentido de la dramaticidad. Su lectura, rica en detalles, sabe extraer de la orquesta la variedad de los colores y la refinada armonía que surge del canto, propiciando la espontaneidad y autonomía interpretativa de los cantantes. Su interpretación es totalmente nueva en cuanto presenta desde el principio una vida permeada por la muerte, con un progresivo aumento del sufrimiento al sucederse los cuadros. No hay concesiones al sentimentalismo, sino que dominan más bien la amargura y la aprensión, no sólo por los amores que terminan, sino, sobre todo, por la cobardía de los jóvenes frente a la realidad de la vida de la que la muerte es inseparable.

   El cast es una verdadera revelación: los jóvenes son todos de la misma edad que sus personajes, magníficamente dirigidos por un auténtico director de escena y un maestro cuidadoso y atento. Soberbia la interpretación de Mariangela Sicilia (Mimí), segura en el fraseo, con una línea de canto extraordinaria tanto en los momentos dramáticos como en los líricos. Francesco Demuro es un Rodolfo enamorado pero cobarde, con voz armoniosa y ágil en los agudos. Magnífica la prueba del barítono Nicola Alaimo, un Marcello algo más responsable que su amigo. Hasmik Torosyan es una Musetta coqueta y pizpireta, y Evgeny Stavinsky demuestra probado talento en la difícil aria «Vecchia zimarra». Los restantes intérpretes siguen correctos las pautas marcadas por el maestro. Buena como siempre la interpretación del Coro y del Coro de Voces Blancas, preparados respectivamente por Andrea Faidutti y Alhambra Superchi.

   El éxito fue extraordinario con un público entusiasmado aclamando a los cantantes y al director de escena y prorrumpiendo en ovaciones, en especial a Michele Mariotti. ¡Una noche redonda e inolvidable y un magnífico inicio de temporada lírica!

Foto: Rocco Casaluci

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