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Crítica: Una llamativa versión de «Natural selection» de Jake Heggie

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Autor: Agustín Achúcarro
24 de agosto de 2020

Una eficaz puesta en escena al servicio de una interpretación potente

Por Agustín Achúcarro
Valladolid. 21-VIII-2020. Paula Mendoza, soprano. Irene Alfageme, piano. Dirección escénica: Marta Ruiz de Viñaspre. Festival Internacional de Teatro y Artes de calle de Valladolid. Claustro del Museo Nacional de Escultura. Obra: Concierto lírico- performance sobre el ciclo de canciones Natural selection de Jake Heggie.

  Un montaje creado a partir de las canciones Natural selection de Jake Heggie, que dieron un resultado excelente por la suma de la adecuación de la propuesta escénica de Marta Ruiz de Viñaspre y la calidad artística de la soprano Paula Mendoza y la pianista Irene Alfageme. La directora de escena- que se vio sujeta a los límites del escenario y a las normas exigidas por la covid-19-, en los aproximadamente treinta minutos que duró el espectáculo, tuvo la habilidad de ahondar y superponer aspectos descriptivos con lo abstracto, lo real, lo irreal y lo simbólico; como en el inicio con la canción Creación que puso al espectador delante del nacimiento del ser humano desnudo física e intelectualmente, que trata de liberarse del cordón umbilical y debe reconocer y admitir su naturaleza.

 
   La valoración que hace de las canciones Achúcarro Montero al explicar que «Heggie hunde sus raíces en el musical y en el jazz, con canciones asequibles, basadas en la alternancia de las estructuras del pop y las atmósferas del piano, reiterativas, frecuentemente arpegiadas, que sirven de base a la cantante y se confabulan con el carácter atávico de los textos de Gini Savage», propicia la afirmación de que el éxito del espectáculo radicara en la compenetración entre las composiciones, la propuesta escénica, la voz y el piano. Paula Mendoza se entregó desde el inicio con un protagonismo continuo, con sus movimientos de autómata o su gestualidad más libre, en una forma de aunar movimiento con canto sin descanso, lo que conllevó una labor admirable, propia de una cantante actriz.

  Dos de las canciones podrían reseñarse, dentro de que los logros quedan mejor explicados atendiendo al conjunto. En Pasión animal destacó una determinante declamación de la cantante, de fraseo variado, y un crescendo impactante. Irene Alfageme puso los contratiempos, los pasajes de acentos ritmados, para así resaltar aún más la expresión de la voz, que pasó con facilidad de las medias voces a sonidos grandes en una tensión creciente. En Veranillo- Barba Azul prevaleció una forma de decir, de emplear ciertos sonidos fijos por parte de la soprano, que dieron a la página momentos muy íntimos combinados con otros extrovertidos, con una gradación sonora que creó una sensación subyugante. Voz y piano otorgaron un carácter lírico a la última canción, con una coloración especial, llevada por la expresión de la naturaleza, que entroncó escénicamente con el inicio.

   Un espectáculo impactante, estreno escénico, que pivotó sobre la labor de tres artistas: Paula Mendoza, Irene Alfageme y Marta Ruiz de Viñaspre.

Foto: May R. Isla        

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