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«El caballero avaro», de Sergei Rachmaninov, sube el telón de la temporada 2022/2023 en la Fundación Juan March

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Autor: Redacción
20 de septiembre de 2022

La obra está coproducida con el Teatro de la Zarzuela y supone un nuevo título del ciclo Teatro Musical de Cámara, contando con la dirección de escena de Alfonso Romero y la dirección musical de Borja Mariño

   La Fundación Juan March y el Teatro de la Zarzuela han presentado hoy El caballero avaro, ópera en un acto de Sergei Rachmaninov basada en la obra homónima de Alexandr Pushkin. Se ofrecerán cuatro funciones en la sede madrileña de la Fundación, los días 25 y 28 de septiembre y el 1 y 2 de octubre, para las que podrán solicitarse entradas de forma gratuita. Esta coproducción consolida el ciclo Teatro Musical de Cámara, siguiendo la estela de otros títulos rusos y raramente representados, como Mavra, de Ígor Stravinski [2016], y Mozart y Salieri, de Rimsky-Korsakov [2017]. El caballero avaro constituye así una ocasión para acercarse a una gema desconocida y oscura en la obra de Sergei Rachmaninoff. Se trata de su segunda ópera, género en el que el compositor ruso se prodigó en tan solo cuatro ocasiones en su carrera. De atmósfera oscura y angustiosa, la trama refleja las consecuencias de la avaricia en una patológica relación paternofilial ambientada en la Europa medieval. El caballero avaro, la ópera más oscura de Rachmaninov abre la Temporada de conciertos 2022/2023 en la Fundación Juan March.

   Con un libreto basado en una de las Pequeñas tragedias de Alexandr Pushkin (1799-1837), El caballero avaro sondea las profundidades de la psicología de los dos protagonistas: un padre rico y tacaño y un hijo despilfarrador y codicioso, que se endeuda para financiar su afición al juego. En el texto de Pushkin, de matiz moralista, el pecado capital de la avaricia y una espiral de conspiraciones termina destruyendo a ambos. Esta coproducción con el Teatro de la Zarzuela cuenta con la dirección musical de Borja Mariño y la dirección escénica de Alfonso Romero. Si bien Rachmaninov quiso musicalizar de forma rigurosa el texto de Pushkin, ambientado en la Edad Media, la representación en el auditorio de la Fundación Juan March busca crear puentes entre dos visiones: la de la avaricia como un pecado capital y su rostro moderno, la de una patología de la mente. Los tintes psicológicos y oscuros que esta nueva entrega de Teatro Musical de Cámara destaca estuvieron presentes tanto en la confección del texto como en su musicalización, años después. Alexandr Pushkin ideó sus Pequeñas tragedias en un contexto convulso: encerrado por una epidemia de cólera que obligó a retrasar su boda, en 1830. Tras retratar los conflictos entre la avaricia enfermiza del padre y las súplicas de su hijo, se vio obligado a inventar que el texto era una adaptación y no una obra original. Lo hizo por miedo a alimentar incómodas comparaciones con su propio padre, que había dilapidado la herencia familiar. Sergei Rachmaninov también conoció la carga de vivir en la pobreza con un nombre aristocrático. Su padre había derrochado su dinero y, antes de alcanzar la fama, tuvo que mantenerse impartiendo clases de piano. Escribió esta ópera en 1906 bajo el hechizo de El anillo del nibelungo, que había visto en Bayreuth en su viaje de novios, y utiliza el novedoso método de orquestación wagneriano para evocar a personajes, ambientes y seres inanimados –como la oscuridad del sótano o el fulgor de las monedas de oro, quizá un homenaje al anillo que hila la tetralogía wagneriana–. Su personal lenguaje musical le permite recrear una atmósfera oscura y angustiosa, sorteada de oleadas emocionales, que aleja esta obra de los cauces de la ópera tradicional.

   El reparto está conformado por el barítono ucraniano Ihor Voievodin, en el papel del Barón. Lo acompañarán el tenor Juan Antonio Sanabria como Albert, el hijo del aristócrata. Completarán el elenco el barítono Isaac Galán como El duque, el tenor Gerardo López como El prestamista y el bajo Javier Castañeda como Iván [el sirviente]. El transcurso de un siglo nos permite ver ahora con una mirada nueva esta obra raramente interpretada y merecedora de ser reconocida. Como afirma Marina Frolova-Walker en las notas al programa, se trata de una obra que «nos traslada a la esencia de Rachmaninoff como compositor, y, también, como ser humano. La intensidad elemental de sus oleadas emocionales y su absoluta oscuridad ocultan no sólo sus cálculos minuciosos, sino también su compasión. A pesar de que sus personajes no despiertan empatía, esa compasión acaba impregnando nuestros corazones». Toda la información está disponible en el espacio web de la Fundación. El trailer de esta producción puede visionarse en este enlace.

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