
Crítica de Magda Ruggeri Marcheti de la ópera Sigfrido de Wagner en Bolonia, dirigida por Oksana Lyniv
El héroe de la Tetralogía
Por Magda Ruggeri Marchetti
Bolonia, 15-VI-2025. Auditorium Manzoni. Siegfried [Richard Wagner]. Michael Heim [Siegfried], Matthäus Schmidlechner [Mime], Thomas Johannes Mayer [Der Wanderer], Claudio Otelli [Alberich], Sorin Coliban [Fafner], Bernadett Fodor [Erda], Sonja Šarić [Brünhilde], Julia Grueter [Stimme des Waldvogels]. Orquesta del Teatro Comunale. Director musical: Oksana Lyniv.
Siegfried es la segunda jornada de la Tetralogía wagneriana del Anillo del Nibelungo, donde una vez más se subraya la convicción del autor de que la naturaleza es perfecta en su estado primigenio y que cualquier imposición de orden jerárquico constituye una infracción grávida de consecuencias. El orden natural se destruye cuando el hombre sacrifica el amor a la voluntad de poder. Lo que interesa del héroe a Wagner no son tanto sus gestas audaces como el encarnar al hombre nuevo, libre de la moral y de las convenciones sociales, insensible ante la posesión de ese anillo que los demás personajes codician por encima de todo. No conoce el miedo, ni siquiera el miedo a la muerte, y no es consciente de la lucha por el poder que se está librando a su alrededor. El origen de Siegfried es ya en sí un acto de rebeldía: es el fruto del amor adúltero e incestuoso de Siegmund y Sieglinde, dos hermanos hijos de Wotan. El dios espera que el héroe que nacerá de este amor se dejará guiar por él y con su coraje matará al dragón y recuperará el anillo que fue obligado a ceder a Fafner como pago por la construcción de la morada del Walhalla. Pero Siegfried se ha criado en el bosque bajo la tutela de Mime, que también espera utilizarle para apoderarse del anillo porque solo un ser libre como él puede obtenerlo.
La dirección de orquesta estuvo bien enfocada bajo la batuta de Oksana Lyniv, con una ejecución que hasta en las pausas fue expresiva y penetrante como demostración de la fuerte relación personal que la directora ucraniana tiene con el mundo wagneriano y con el “Anillo” en particular. Una orquestación que profundiza en su rango sinfónico así como en su complejidad armónica y que desarrolla de forma fascinante el amplio tejido de leitmotiv. La óptima orquesta del Teatro Comunale, reforzada por cuatro arpas, tubas wagnerianas y otros instrumentos, siguió la batuta de la dirección con brillo, vigor y un grado de partícipación claramente superior al habitual. Una dirección digna de un gran teatro.
La ópera fue en forma de concierto, pero no carente de teatralidad con entradas y salidas e intervenciones fuera de escena de los cantantes que, aun con los limites expresivos de esta versión, lograron desplegar también notables dotes actorales. Siegfried encarna el jóven héroe impetuoso cuyo comportamiento, libre de cualquier compromiso, consagra el más genuino “libre albedrío”, que conecta con el ideal revolucionario del hombre que se guía únicamente por sus impulsos naturales. El papel como cantante es muy difícil, pero el tenor Michael Heim exhibió una voz clara y fuerte, un timbre potente y resonante con gran facilidad en el registro agudo. Magnífico resultó su segundo acto con el carácter heroico del enfrentamiento con Fafner, el lirismo de la evocación de la madre en el bosque y en los diálogos con el pajarillo. El tenor Matthäus Schmidlechner encarnó al traicionero Mime con una voz de sonido penetrante e incisivo fraseo y no se ahorró en expresividad gestual. El barítono Thomas Johannes Mayer como Wotan-Wanderer exhibió una voz cálida y profunda, un timbre robusto y caudaloso, fraseo vibrante y la solemne presencia escénica que ya conocemos de otras óperas wagnerianas. Alberich estuvo adecuadamente encarnado en Claudio Otelli, cantó bien, lució en los ascensos al agudo y superó perfectamente el examen de dicción alemana, inevitablemente sujeto a especial escrutinio. Con análogo mérito, el bajo-barítono rumano Sorin Coliban fue un Fafner con bello y denso timbre y Bernadett Fodor representó con musicalidad impecable y timbre homogéneo a Erda, la diosa de la tierra. Julia Grueter, anidada entre las arpas, aportó a la voz del Waldvogel que acompaña a Siegfried en el segundo acto, su timbre fresco y juvenil al servicio de una rápida sucesión de cristalinas notas altas. La soprano Sonja Šarić, Brünhilde, con voz amplia y sonora, perfecto fraseo y agudos penetrantes, dio lugar a una exhibición vocal acorde con su brillante vestimenta en la escena más larga de toda la ópera, cuando Siegfried supera las llamas y la despierta. Magnífico el dúo entre los dos, que se acercan en una alusión de abrazo. A la hora de los largos aplausos y ovaciones, con los cantantes en primer término la directora hizo alzarse a toda la orquesta.
Fotos: Andrea Ranzi
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