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Opinión: 'Tomar ejemplo'. Por Aurelio M. Seco

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Autor: Aurelio M. Seco
14 de diciembre de 2014

TOMAR EJEMPLO

Por Aurelio M. Seco

   Preferimos citar a los grandes nombres que hacerles caso. Quizás porque en realidad no les entendemos. Y es ley de vida -y de juventud- actuar con la prepotencia de quien cree que puede llegar a ser mejor que los mejores. Hace algún tiempo, alguien escribió que un director como Celibidache no sería posible hoy día. Que ya no se lleva ese tipo de director. Uno de los mayores genios de la música –si no el mayor que ha dado la dirección-, puesto en tela de juicio en un medio de comunicación de gran tirada por todo un intelectual de los que dicen mucho sólo en apariencia. Es otra moda, la de este tipo de intelectuales. Y con qué seguridad hablan, y con tal gravedad de voz y estilo que incluso llegan a convencer a un tipo de público, creo que más por estética que por convicción.

    Tampoco hace tanto que un filosofillo de tres al cuarto me puso en tela de juicio las ideas de un gran filósofo actual porque, decía, “le fallaban las formas”. ¿Pero acaso restaban las formas un ápice de razón a su mensaje? Me parece más irrespetuoso utilizar el eufemismo, defendido con demagogia, que dejarse llevar por las malas formas cuando complementan la verdad. ¿Acaso no es tan humano lo de Apolo como lo de Dionisos?  Para algunas cuestiones -no para otras- se sobrevalora la moderación, un concepto que se lleva a gala aunque no se diga nada o se afirmen mentiras. Son las formas por las formas, la moderación por la moderación.

   Pero llega un momento en el que hay que empezar a leer y leerse con cuidado y con sentido crítico para discernir entre un mal director muy seguro de sí mismo, amparado por el agente de turno y por los medios que publican sobre cualquier cara bonita, de un director serio de gran talento, que no sabe hablar bien ni va vestido de Armani, pero que en los ensayos lucha a muerte con la pésima voluntad de un concertino vago y vanidoso, por ejemplo. A menudo se media siempre y por sistema para encontrar una solución intermedia, entre el director y los músicos. Para cualquier cosa y todo en general. Y a nadie importa que mediando el director no pueda hacer nunca su obra porque se ve obligado a hacer un poco la de los demás. Hay situaciones ante las que no es posible sonreír. Celibidache lo sabía muy bien cuando corregía ciertos desajustes que sólo él veía. A Franco Ferrara, que tenía un oído milagroso, le pasaba algo parecido con los músicos duros de oído, que debían creer que era pose su actitud cuando les recriminaba que tal sonido estaba algo bajo o ligerísimamente desajustado. Tenía que haber oído Franco Ferrara el último “mi” agudo de la penúltima Sherezade de Rimsky-Korsakov que tuve la oportunidad de experimentar. Se hubiera desmayado de la mala impresión. Pero aquí no pasó nada, más allá de los abrazos al final del concierto y aplausos a raudales de los asistentes. Algunos, se suponía que conocedores, aplaudieron los que más. ¿Pero qué ha pasado con el sentido crítico del público? ¿Pero dónde debemos poner nuestro nivel de exigencia? Y no sólo hablo de música. 
   También pasa lo contrario, que lo extraordinario puede llegar a parecer aburrido y no aplaudirse. Es el mundo al revés, deformado por las formas por las formas.

   En los test –ahora se lleva mucho hacer test- que escriben los músicos dando su opinión sobre los directores que les visitan, no siempre llevan la mejor nota los que más exigen, los que más se comprometen. No pocas veces la mejor suele ser para los que menos, los que acaban antes los ensayos y sonriendo, para los que dirigen sin parar la obra. Qué molesto es que te paren para proponer algo diferente. Ya no se lleva ser diferente; verdaderamente personal, quiero decir. 

   Pero a veces hay que parar y pararse, estudiar y estudiarse, a uno mismo y a los más grandes, que han perdido parte de su salud luchando contra el sinsentido de la mediocridad y un falso sentido de la moderación. “Maestro, forte o piano”, le respondió un trompetista harto de filosofías al director cuando éste intentaba explicarle por qué tras expresar una idea, la segunda vez debía tocarse de forma muy diferente. Qué desencanto el del maestro estudioso de los detalles de la partitura, cuando se encuentra con el desinterés de algunos de sus músicos. Hablar poco, rápido y claro. Esa es la clave para un director de orquesta. Las filosofías que se te queden dentro. Para eso sirven las filosofías.  

  Con frecuencia observo que los directores de orquesta, que los pianistas, en fin, que los intérpretes en general, no están al tanto de los logros de los grandes maestros del pasado. Ni oyen sus versiones ni ven sus grabaciones, ensayos, etc. Y hay que hacerlo. “Todos los puntos de vista son válidos”, me decía no hace demasiado un director de talento, para mi sorpresa. No hombre, “el gusto es subjetivo”, le dije, “Pero la calidad, no”. Le dio igual. Creo que se creía lo que me dijo, porque no ha mejorado nada desde entonces, sino al contrario. También tiene la culpa la falta de tiempo. Ya no se hace por tener tiempo para estudiar ni reflexionar. Y hay que dar paseos, dárselos a uno mismo y a los demás, para encontrar el tiempo perdido y así poder profundizar desde nuestra perspectiva en las cosas que de verdad valen la pena, las actuales y las pretéritas. Hablo de música y también en general.

   Tenemos tanto al alcance que resulta difícil separar lo importante de lo que no lo es. Falta, lo volvemos a repetir, reflexión y autocrítica. Es crucial no cometer errores absurdos, que podemos evitar apoyándonos en los grandes nombres, los de ayer y los de hoy. Cada vez que observo cómo se articulan mal las trompetas en el primer movimiento de la “Sexta sinfonía” de Bruckner -que es casi siempre-, sé que el director no se ha oído la grabación de Celibidache, o lo ha hecho muy superficialmente. Ya no me interesa el director que trabaja tanto que no puede encontrar tiempo para estudiarse a Karajan, a Solti o a Celibidache, porque le está faltando al respeto a la música y a mis necesidades.

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1 Comentario
1 Jorge Moreno
20/10/2015 20:29:50
Chapeau!
...Punto por punto.
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