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Crítica: «Orlando Paladino» en el Teatro Real

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Autor: Raúl Chamorro Mena
4 de noviembre de 2023

Crítica de la ópera Orlando Paladino de Haydn en el Teatro Real de Madrid, con Il Giardino Armónico bajo la dirección musical de Giovanni Antonini

«Orlando Paladino», de Joseph Haydn

Antonini Paladino

Por Raúl Chamorro Mena
Madrid, 1-XI-2023, Teatro Real. Orlando Paladino (música de Joseph Haydn). Alasdair Kent (Orlando), Emóke Bárath (Angelica), Josh Lovell (Medoro), Krystian Adam (Pasquale/Licone), Renato Dolcini (Rodomonte), Natalia Rubis (Eurilla), Nuria Rial (Alcina). Il Giardino Armónico. Dirección: Giovanni Antonini. Versión concierto.

   Que un compositor de la categoría de Joseph Haydn, que ha dejado impronta de su talento en todos los géneros musicales, no tenga ninguna ópera en repertorio sólo puede deberse al estatismo escénico y falta de fuerza teatral de sus obras líricas. 

   La música, desde luego, es magnífica, y como muestra este Orlando Paladino estrenado en el Teatro del Palacio de Eszterháza en 1782 que, además, muestra audaces soluciones tanto teatrales como de estructura musical, que sirvieron de modelo a Mozart. El uso de la parodia y la ironía, la caracterización de los personajes, el contraste entre lo cómico y lo dramático y el tratamiento de los números del conjunto de este dramma eroicomico con libreto de Nunziano Porta, resultan singulares en una más de las muchas óperas inspiradas en el Orlando furioso de Ludovico Ariosto.

   Para complementar las funciones del Orlando de Hándel, el Teatro Real ha programado una interpretación en forma de concierto de la ópera de Haydn, en una de esas versiones, que deberían ya proscribirse definitivamente, con los cantantes tiesos como una vela delante de su atril «leyendo la cartilla», lo cual no ayuda precisamente a superar la discutible teatralidad de la ópera.

«Orlando Paladino», de Joseph Haydn

   Ante un elenco vocal más bien gris, con alguna excepción, eso sí, se elevó por encima de todos, la brillante dirección musical de Giovanni Antonini al frente de su espléndida agrupación Il Giardino Armonico. El gran músico milanés mostró su fondo musical y dominio total del estilo con una dirección en la que la primorosa transparencia, refinamiento y belleza en la ejecución se combinaron con buen pulso, acentos y tensión. Magnífica la reproducción de los pasajes de impulso rítmico, así como la morbidez y sedosidad de los acompañamientos. Sobresaliente Il Giardino Armonico y brillantes todos sus solistas. 

   En la distribución vocal destacó claramente y con mucha diferencia frente a los demás, la soprano húngara Emóke Baráth como Angelica con su voz bien colocada, esmaltada, homogénea y de mayor fuste que la mayoría de cantantes que afrontan tanto el barroco como el clasicismo. Impecable el legato, el bien torneado fraseo y la coloratura -de gran precisión las volate y los staccati y notable el virtuosismo mostrado en el aria «Aure chete, verdi allori»- exhibidos por la soprano húngara, que sólo pierde timbre y se le abren algunas notas agudas extremas. 

   Comparecieron tres tenores sobre el escenario y el más flojo de todos resultó un Alasdair Kent de timbre filiforme y caprino, que no dotó de brillantez alguna al protagonista Orlando, trastornado por su amor hacia Angelica. Más interesante el material de Josh Lovell como Medoro, aunque no terminó de sonar liberado y si bien delineó su canto con cierto gusto, no pudo evitar que resultara anodino y amanerado. El mejor de los tres, fue el tenor polaco Krystian Adam, no sólo por su timbre más compacto, si no porque dotó de intención y acentos a su discurso canoro. Así lo demostró como Pasquale, un antecedente del Leporello Mozartiano, en esa especie de Aria del catálogo «Ho viaggiato in Francia e in Spagna» en la que acometió con éxito el complicado canto sillabato rápido. Asimismo, Adam estuvo brillante en la magnífica aria cómica “Ecco spiano” con alusión a las formas de expresión musical y los instrumentos de la orquesta. 

«Orlando Paladino», de Joseph Haydn

   Timbre baritonal blanco y desguarnecido el mostrado por Renato Dolcini, pero su interpretación del obtuso caballero Rodomonte, personaje unidireccional y sin aristas, tuvo vida, arrojo y acentos. Muy floja, de timbre pobre e insustancial y con notas agudas hirientes, muy desabridas, la soprano Natalia Rubis como Eurilla. El buen gusto y propiedad estilística de la soprano Nuria Rial no pueden discutirse, pero donde más luce es en música antigua y repertorio barroco, donde sus modestos medios vocales resultan suficientes. Ya en clasicismo, la soprano de Manresa se queda corta vocalmente y, además, la noté particularmente apagada en su aria de salida sin poder recuperarse en sus posteriores intervenciones reducidas a recitativos. 

Fotos: Javier del Real / Teatro Real

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