Crítica de José Antonio Cantón del recital del pianista Pierre-Laurent Aimard en Granada
Brillantez y autenticidad de análisis
Por José Antonio Cantón
Granada, 07-VII-2025. Patio de los Arrayanes de La Alhambra. LXXIV Festival Internacional de Música y Danza de Granada. Recital de piano de Pierre-Laurent Aimard. Obra: Tercer y cuarto libros del Catalogue d’oiseaux de Olivier Messiaen.
Uno de los programas singulares de la presente edición del Festival ha sido la que para el día de San Fermín ha escogido su director artístico, el veneciano Paolo Pinamonti, contando con la participación del insigne pianista lionés Pierre-Laurent Aimard haciendo la integral de la inmensa obra pianística titulada el Catálogo de los pájaros perteneciente a uno de los compositores con mayor personalidad artística del siglo XX como fue Olivier Messiaen, nacido en la ciudad papal de Aviñón, cuyo único inconveniente de idoneidad estética fue hacer posible su realización en cuatro sugestivos escenarios diferentes, teniendo como la mejor acústica el concierto último de los cuatro programados y que aquí se comenta.
Los primeros sonidos del cuaderno La Chouette Hulotte dedicado al ulular de este pájaro que es conocido como cárabo o lechuza autillo en nuestras latitudes, significaba todo un ejemplo del Catalogue d'oiseaux, por tanto, una de las obras más ambiciosas de la era moderna en cuanto a su extensión y complejidad pianística. Aimard evocaba no solo el canto de este ave rapaz nocturna, sino también su apariencia, su comportamiento en distintas épocas del año e incluso su hábitat característico, a través de alcanzar un máximo grado de superación de desafíos técnicos que respetaban el muy particular, podríamos llamar lenguaje tonal, con una marcada influencia serial en su misión fundamental de exponer a la vez su contenido descriptivo y abstracto. Pierre-Laurent Aimard, quien estudió con Messiaen y con su esposa, Yvonne Loriod, mentora infalible de su legado musical, tiene un sólido conocimiento de cómo debía sonar esta música desde un gran cola Stenway&Sons dentro de la, por su mágica reverberación, imponente acústica del Patio de los Arrayanes, facilitando en todo momento a los oyentes la clarificación de su vorágine sonora sin dejar de resaltar los detalles descriptivos que a veces se ocultan entre varias capas musicales dando forma a las extensas secciones referenciales de los cantos de este pájaro que, proyectados con un efecto de lejanía, parecían campanas de otro mundo, lo que daba una idea de la profundidad del análisis sonante que representaba en toda su magnitud la extraordinaria interpretación de Pierre-Laurent Aimard.
Éste, con una capacidad de contraste verdaderamente asombrosa, supo alternar la voz de la tierra reflejada en un aflautado cantar del ruiseñor con el de la invisible alondra, manifestado como un sonido celestial que, alternativamente, se alejaba y se acercaba como se precisa con todas sus detalladas indicaciones expresivas en el sexto cuaderno de la colección, L’Alouette Lulu (La totovía Lulú), haciendo una exposición concisa de su contenido inicial, que vino a reforzar posteriormente con una repetición variada, dejando una sensación espontánea, orgánica y natural de su directa lectura de la partitura.
El recital llegó a su máximo lucimiento con la interpretación de su séptimo número, La Rousserolle effarvate (El carricero común) que, con sus más de setecientos compases, constituye la pieza más extensa de las trece que integran esta magna obra, significando una exigencia máxima para el intérprete que tuvo que mostrar su amplia paleta de recursos técnicos para adentrarse en el variado paisaje musical del que hace gala ese fino instinto ornitológico de Messiaen trasladado al piano, derivado de su meticulosa observación de las aves y la naturaleza de sus particulares hábitats, demostrando el máximo respeto por la fuente conceptual recibida del autor, que le lleva a ser el intérprete ideal de esta obra que viene a representar todo un ejemplo de la rica personalidad creativa de este compositor único entre los grandes de la pasada centuria, pero que no ha tenido la continuidad deseable como iniciador de nuevas y sólidas tendencias en la composición experimental culta.
Sólo intérpretes con un grado de conocimiento y compromiso como el que desarrolla Pierre-Laurent Aimard en esta obra pueden llevar a reivindicar la absoluta relevancia de Olivier Messiaen como uno de los genios de la música contemporánea, lo que ha permitido que su actuación en el Festival se haya erigido en una de las citas imprescindibles de su programación, entrando a formar parte de las actuaciones absolutamente referenciales de sus setenta y cuatro años de historia.
Foto: Fermín Rodríguez
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