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Crítica: Pietro Rizzo dirige 'Norma' de Bellini en el Palacio Euskalduna de Bilbao

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Autor: José Amador Morales
25 de mayo de 2018

Norma por pulir

   Por José Amador Morales
Bilbao. Palacio Euskalduna. 19-V-2018. Vincenzo Bellini: Norma. Anna Pirozzi (Norma), Silvia Tro Santafé (Adalgisa), Gregory Kunde (Pollione), Roberto Tagliavini (Oroveso), Itxaro Mentxaca (Clotilde), Vicenç Esteve. Coro de Ópera de Bilbao (Boris Dujin, director del coro). Orquesta Sinfónica de Bilbao. Pietro Rizzo, dirección musical. David Livermore/Emilio López, dirección escénica. Coproducción del Palau Les Arts Reina Sofía, Teatro Real y ABAO.

   La ABAO cierra la su 66 temporada con Norma de Bellini en la conocida propuesta de Davide Livermore estrenada en el Palau de Les Arts de Valencia, previo paso por el madrileño Teatro Real, y que en esta puesta en escena bilbaína ha sido dirigida por Emilio López. La producción permite seguir la trama con claridad en base a una dirección de actores suficiente y unos elementos escenográficos eficaces a costa de su simpleza. Éstos se reducen básicamente al gigantesco tronco-altar y a las ya casi inevitables videoproyecciones, utilizadas en esta ocasión para revelar de forma subjetiva el mundo interior de los protagonistas. Eso sí, un vestuario de corte realista y un muy expresivo uso de las luces realzan el sentido global de esta producción.

   En el plano vocal, el principal interés de estas funciones residió que era la primera vez que Anna Pirozzi se enfrentaba al  rol protagónico. La soprano italiana llegó a declarar para CODALARIO que llevaba años estudiando Norma y que era su debut más esperado. Pirozzi confirmó una plausible línea de canto, homogeneidad en la emisión y un registro agudo particularmente fácil e impactante (al menos más que en otras apariciones que quien esto suscribe le ha visto en el último año). Sus carencias vinieron por parte de un registro grave exiguo que le llevó a la falta de contrastes y claroscuros, algo decisivo en esta obra sobre todo conforme se desarrolla el drama, dando como resultado una progresiva frialdad expresiva. A ello le sumamos su timbre de por sí impersonal y su discutible concepción estilística (las variaciones en su “Ah! bello a me ritorna” fueron como poco desconcertantes, por poner un ejemplo significativo). En definitiva, Anna Pirozzi demostró dominar esta Norma (algún pasajero olvido de la letra en el dúo del segundo acto” Sì, fino all'ore estreme” no pasó de lo anecdótico) pero no controlar en todos sus aspectos interpretativos; el tiempo dirá.

   Gregory Kunde cantó con evidente comodidad un Pollione que se ha convertido en uno de los caballos de batalla en esta última y sorprendente etapa de su carrera, aunando adecuación vocal y afinidad estilística a partes iguales. En esta representación, además, Kunde se mostró arrojado e intenso en su primera escena, con agudos fáciles, un registro central cada vez más justo pero - al menos en esta representación - sin abusar de artificiales oquedades (algo que recientemente no siempre logra) y unas bellísimas variaciones en sendas repeticiones tanto del aria como de la cabaletta, demostrando con ellas que no es lo mismo la originalidad que el mero efecto (inevitable aquí la comparación con Pirozzi en este aspecto, como hemos señalado con anterioridad, de la cual la soprano italiana indudablemente salía mal parada). El problema aquí es precisamente que sólo es el principio de la obra y el tenor por sí solo no tiene una función dramático-musical que contrarreste el peso de la protagonista y, así las cosas, la deriva algo tediosa de la función fue inevitable. Por su parte, Silvia Tro también puso de manifiesto su afinidad idiomática, musicalidad y buen hacer, aunque por otra parte no es Adalgisa el rol en el que despunte como en otros de su repertorio y acusó cierta falta de ardor. Roberto Tagliavini compuso un Oroveso de gran empaque vocal con su voz un punto clara arriba pero rotunda y de enorme proyección a la que dotó de un fraseo elegante y cuidado. Completaron el reparto unos convincentes Itxaro Mentxaca como Clotilde y Vicenç Esteve como Flavio.

  Pietro Rizzo ofreció una estimable atención a los cantantes y un importante trabajo tímbrico (meritoria la labor de la Sinfónica de Bilbao en este sentido), con hermosas introducciones orquestales. No obstante, su versión resultó bastante irregular en términos generales, con discutibles –bien que puntuales- cambios agógicos y, sobre todo, demasiadas caídas de intensidad que provocaron una progresiva falta de tensión dramática.

Foto: E. Moreno Esquibel

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