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Crítica: Harmonia del Parnàs en el Universo Barroco del CNDM

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Autor: Mario Guada
15 de enero de 2017

El conjunto valenciano presenta un dudoso homenaje a Sebastián Durón, con poco Durón y atribuciones falsas, en una velada con poco interés desde el aspecto puramente musical e interpretativo.

MIRAR PARA OTRO LADO

   Por Mario Guada
Madrid. 12-I-2017 | 19:30. Auditorio Nacional de Música | Sala de cámara. Universo Barroco. Entrada: 10, 15 y 20 €uros. Obras Francesco Corradini, José de Torres, Sebastián Durón, Antonio de Literes y José de Nebra. Ruth Rosique, Marta Infante • Harmonia del Parnàs | Marian Rosa Montagut.

   Sigue causando estupor, al menos en mi caso lo hace, comprobar como ciertas personalidades de la música se empeñan en poner trabas, de manera permanente, al avance de la musicología. Y es que, no debemos engañarnos lo más mínimo, hay todavía en esa disciplina –como en otras, imagino– muchos intereses de otro tipo, ajenos al puramente artístico y científico. Es una lástima, porque habiendo como hay, figuras empeñadas en poner las cosas en su sitio, todavía se da espacio, en las grandes temporadas musicales de este país, a otras figuras que se afanan en darle la vuelta a todo de manera realmente incomprensible. Me explico. Presentar un concierto en homenaje a Sebastián Durón (1660-1716) con una representación de obras más que trilladas –como son la cantada Ay, que me abraso de amor en la llama; la tonada Aunque más vuele, Fama, tu voz [extraída de La guerra de los gigantes]; Sosieguen, descansen [de Salir el amor del mundo] y dos arias de El imposible mayor en amor, le vence Amor– y que suponen menos de la mitad del concierto en contenido, resulta, cuando menos, poco razonable. Seguir insistiendo, aunque de manera muy sutil, en que El imposible mayor no es obra de José de Torres (c. 1670-1738), cuando se ha demostrado de manera más que evidente que así es, resulta, cuando menos, ofensivo. Introducir en gran parte del programa, hasta el punto de poder convertirlo en el protagonista absoluto, a un compositor que realmente no es autor de la obra que se interpreta, resulta, cuando menos, lamentable y hasta indignante. Y es que por mucho que Marian Rosa Montagut se empeñe –imagino que porque tiene algunos intereses en ello–, La Dorinda, que ella atribuye de manera completa a Francesco Corradini (c. 1700-1769), no es, en absoluto, de su autoría. Así lo han demostrado fehacientemente investigadores como Andrea Bombi –texto publicado por el Instituto de Estudios Valencianos, que curiosamente parece que Montagut no ha leído–, además de otros autores, que no solo han concluido que la obra –que aparece como anónima– es un pasticcio de diversos compositores como Leo, Feo, Vinco y otros, sino que Corradini, además, no puede relacionarse como autor con ninguno de los números que conforman esta pastoral. De hecho, algunas de las arias ya se han grabado en óperas completas de algunos de esos autores, como la Caton in Utica de Vinci. El dislate resulta a estas alturas mayúsculo.

   El resto de programa, cual sucesión de grandes éxitos de autores españoles del Barroco, se conformó con tres números de Acis y Galatea, de Antonio de Literes (1673-1747), además del humorístico dúo Quiéreme picarita, de Viento es la dicha de amor, magnífica obra del gran José de Nebra (1702-1768). Nada nuevo bajo el sol, a decir verdad.

   Con estos mimbres se presentaba el conjunto Harmonia del Parnàs en el Universo Barroco de la sala de cámara, que programa el Centro Nacional de Difusión Musical. Lo cierto es que, teniendo en cuenta los precedentes en los conciertos de esta temporada en la sala de cámara, el bajón de nivel supuesto con este concierto ha sido superlativo. Y es que en comparación con el Collegium Vocale Gent, Ton Koopman, Accademia del Piacere o la Orquesta Barroca de Sevilla, el conjunto valenciano no tiene muchas armas para competir. Lo mejor de la velada, en mi opinión, vino de la propuesta vocal de Ruth Rosique, escénicamente muy solvente, con gran presencia y expresividad, una dicción mejorable, aunque suficiente, y especialmente con una musicalidad de gran interés, con proyección, mucha elegancia y especialmente con una coloratura asentada y muy natural, aunque algo desmedida en el agudo en algunos pasajes. Su uso del vibrato y su gracilidad resultaron un alivio en el marco general del concierto. Casi todo lo contrario a la actuación de Marta Infante, en cuyo descargo hay que decir que sufría de un resfriado considerable. Por mucho que escucho a esta cantante, no consigo hacerme con ella. Su línea me parece muy poco fluida, artificial, con un registro medio-grave reforzado más a base de ganas que de facilidad, que deviene en un timbre excesivamente obscuro y un vibrato desconcertante. Estuvo mucho mejor en su labor expresiva, tanto en lo humorístico como en los pasajes de mayor lirismo.

   El apartado instrumental, llevado a cabo por una sección de cuerda relativamente nutrida, además del concurso de flauta de pico y percusión, resultó convincente por momentos. Algunos pasajes hicieron brillar a la cuerda, con muchos empaste y un sonido realmente terso. Especialmente buenos me parecieron los fragmentos con tempi más rápidos y de carácter más enérgico. Lo fragmentos más lentos y expresivos hubieran requerido un aporte mayor de contención y trabajo de conjunto. Interesante el aporte del continuo, probablemente lo más interesante en la participación de la orquesta. Notable, por momentos, el aporte de la percusión, colorida, aunque algo excesiva, tanto en sonoridad como en su presencia durante gran parte del repertorio. No ayudo excesivamente una dirección bastante anodina y casi inexistente de Montagut desde el clave. Teniendo en cuenta que se trata de un programa rodado desde hace tiempo, no se puede decir que hubiera aquí errores de bulto, pero extrañamente tampoco el nivel que se puede esperar de un grupo que lleva interpretando las obras desde hace varios meses.

   En definitiva, un concierto que personalmente recordaré más por las ofensas musicológicas, las omisiones y medias verdades, que por lo puramente artístico. Una lástima, porque el CNDM programa mucho y muy bien, pero en ocasiones plantea espectáculos que parecen ir en detrimento de sus propios intereses. Entiendo que tenga que haber espacio para casi todo y casi todos, pero en este caso concreto, me surgen muchas dudas. En cualquier caso, seguiremos disfrutando de lo que está por venir, que resulta prometedor.

Fotografía: harmoniadelparnas.com

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