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CRISTINA DEL BARRIO, mezzo: «Fuera de España la gente enardece cuando oye cantar zarzuela»

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Autor: Aurelio M. Seco
21 de enero de 2020

CRISTINA DEL BARRIO, mezzo: «Fuera de España la gente enardece cuando oye cantar zarzuela»

Una entrevista de Aurelio M. Seco / @AurelioSeco
¿Qué personas han sido importantes en su formación?

En primer lugar Ana María Sánchez. Ella fue quien me dio la oportunidad de estudiar en  Musikene, donde he podido estar en contacto con profesores de primer nivel como Maciej Pikulski, con el que conecté muy bien desde el principio y fue muy importante en mi proceso de formación. También es obligado citar a Carmen Quintanilla, a la que tengo un cariño muy especial. Fue mi primera profesora de canto y con el paso de los años tanto ella como su marido el maestro Luis Celada con quien tantos conciertos he hecho, han sido buenos consejeros. Para mí son familia.

Luego está el profesor que me ha enseñado a dominar este instrumento tan difícil que es la voz. Se trata de Dale Fundling, un conocido maestro de canto estadounidense, muy valorado internacionalmente, con el que también toman clases artistas como Piotr Bekzala o Elina Garanca. Fundling reside en Madrid. Él me ha dado la confianza de saber lo que tengo que hacer mucho más allá del concepto de «sentimiento» o «talento». Porque uno puede tener más o menos talento, pero una parte importante de esto es el saber a nivel técnico. Todo lo demás suma, por supuesto, pero lo importante es saber lo que tienes que hacer con tu instrumento.

Había gente que me decía: «Es que hay que cantar consentimiento». Fundling, por su parte, afirmaba: «¿Pero qué sentimiento?». Con él, de entrada eso no importa. Tú tienes que cantar lo que pone el compositor en la partitura, que es más importante que tú. Por supuesto que tu forma de cantar, tu emoción, también suma, pero a posteriori. Primero es domar el instrumento. Tiene que funcionar la parte técnica, porque no siempre vas a cantar con la misma inspiración o ánimo, y en todos los casos el canto tiene que funcionar.

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Parece haber reflexionado mucho sobre el asunto.

Confiar en tu trabajo técnico me parece fundamental porque te dejas de cuestiones figurativas o subjetivas y ganas en seguridad al subirte a un escenario. Sé lo que tengo que sentir y hacer a nivel físico: las partes de mi cuerpo que deben estar relajadas y las partes donde debo sentir potencia de trabajo y calor o energía, ser consciente de la parte trasera de mi cuerpo, la columna y la vertical desde mi base pélvica. Luego añades la emoción, pero situada en el lugar adecuado, para que no destruya al instrumento.

Yo trabajo a nivel muy físico. Sin embargo, muchos maestros de canto suelen decir: «Imagina un sonido». Pero esa indicación es muy abstracta. A veces te hablan de la voz como si fuera un ente extra corporal, y no es así: ¡la voz soy yo misma! Sale de mí. He pasado por muchos procesos para comprender y controlar mi instrumento. De pequeña, desde el principio la voz sonaba muy bien. Pero con el paso del tiempo, la tesitura no se terminaba de desarrollar. No todos los profesores sabían decirme qué debía hacer para evolucionar, hasta que conocí a Dale y me hizo comprender el canto desde una visión más física y por lo tanto, más controlable. El objetivo es que la voz libere todos sus armónicos y ése es el resultado de que todo a nivel físico esté en su sitio. Acercar el canto a la forma más natural posible, ni levantar el paladar, ni realizar nada construido o artificial. Una vez el sonido está emitido ya no puedes hacer nada: ya está fuera de ti. Tú tienes que anticiparte. Por eso siempre necesitamos un oído externo: nosotros mismos no nos escuchamos igual que el que nos escucha desde fuera. Si cuando cantas te guías de lo que tú estás escuchando… la cosa no funciona. De lo que sí te puedes fiar es de lo que estas sintiendo a nivel físico. El personaje de Santuzza, en la ópera Cavalleria rusticana, de Mascagni, que acabo de debutar en el Teatro Calderón de Alcoy, es un rol tan dramático… Cuando lo canto no puedo dejarme llevar por mi emoción o por lo que se está escuchando fuera. Debo confiar en que todo está donde tiene que estar a nivel sonoro y, desde luego, no empujar de más.

¿Qué quiere decir con «no empujar de más»?

Cuando estás frente a una orquesta grande, coro, los compañeros... a veces, a nivel interno, no te escuchas bien y hay tendencia a pegar empujones con la voz, querer que salga fuera, algo que no se debe hacer porque, que la voz llegue al final de la sala no es una cuestión de fuerza sino de liberación: si los armónicos están libres aunque cantes lo más piano del mundo, la voz llega.

¿Qué referentes tiene como cantantes?

Yo suelo escuchar a las antiguas. Grace Bumbry, por ejemplo, y actualmente Elina Garanca. A Maureen Forrester suelo oírla en los ciclos de lieder por su sensibilidad y naturalidad.

¿Al principio de su carrera tuvo claro que era mezzosoprano?

Tenía dudas. He cantado algunos papeles de soprano, pero el color de mi voz y su brillo están en el registro de una mezzo de forma natural. Yo siempre digo que una mezzo es una soprano con más graves, pero mi centro es carnoso y me suena de forma natural, por eso estoy centrándome en esta tesitura. De todas formas, cuando la voz está bien, se desarrolla bien tanto por arriba como por abajo, en cualquier tesitura.

Hábleme de su debut como Santuzza en Alcoy.

Ha sido muy emocionante. Era la primera vez que hacía un rol de estas características, con un protagonismo absoluto en un personaje muy dramático, ya no solo a nivel vocal sino emocional. Con el paso del tiempo todo madurará, pero hacer este papel me ha puesto a prueba. En realidad está muy bien escrito. Mascagni sabía lo que hacía. Sabe llevarte a un punto más que te hace evolucionar y siento que con este papel se ha desarrollado mi voz. A nivel interpretativo ha sido muy intenso. La reacción de público fue cercana y emocionante.

Y en febrero será Meg del Falstaff de Verdi en Las Palmas de Gran Canaria.

Sí, es otro cambio de registro. He hecho más cosas de Verdi pero en Falstaff, la última gran ópera bufa, tiene un lenguaje diferente al que Verdi muestra en Nabucco o Rigoletto. Es una genialidad, con un estilo tan dinámico… Es una ópera divertida  a la que tienes que adaptarte. Canto con unos compañeros estupendos y es un debut importante, nada menos que Las Palmas de Gran Canaria, una de nuestras grandes temporadas.

Está cantando mucho.

Sobre todo desde que gané el II Concorso lirico internazionale Teatro Besostri di Mede, en Italia. Eso me dio la oportunidad dedebutar en Nabucco y Rigoletto de Verdi y cantar en el Teatro dal Verme de Milán con Massimo Cavalletti. Hacer ópera en Italia, cuna del género, me ha enseñado muchísimo. Cuando haces cosas fuera de España te empiezan a valorar en tu país. Te tienen en otra consideración. Se puede decir que mi carrera está despegando y estoy muy contenta de las oportunidades que me están saliendo en España.

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¿Son tan importantes los representantes?

Desde que conocí a Raquel Urquijo de Iberkonzert se han vuelto imprescindibles. Me tratan muy bien y me aconsejan, lo que me hace sentir respaldada. En estos tiempos tan difíciles para lírica me siento una privilegiada porque estoy pudiendo desarrollar numerosos compromisos. Hay que tener en cuenta que sin agente es difícil acceder a determinadas ofertas laborales. Y no es algo que tenga que ver con tus capacidades. Hay otras variables que no están en la mano de los cantantes. Con mis agentes no siento ningún tipo de presión por hacer cosas por interés. Eso me da tranquilidad. Sólo tengo buenas palabras para ellos.

¿Zarzuela?

De momento sólo la he cantado en recitales, pero por supuesto que habiendo estudiado con alguien como Ana María Sánchez, que es una gran abanderada de nuestro género, me interesa mucho. El maestro Serrano me gusta, porque escribe muy bien para voces carnosas y tiene obras muy atractivas. Siempre que puedo reivindico la zarzuela, porque a veces parece que en España lo tratamos como género menor y, sin embargo, fuera la gente enardece cada vez que la oye. Tenemos que valorar un poco más nuestro género, y que se programen más autores como Serrano o Manuel Fernández Caballero, que tienen obras de mucha altura.

Parece usted una artista muy concienzuda.

Cuando me embarco en algo tengo que tener conocimiento absoluto de lo que voy a hacer para darle sentido, ser lógica y consecuente con todo.

Pero no todo va a ser música.

Me gusta mucho leer, novelas en general, pero también tratados de música. Ahora precisamente me ha llegado un tratado de música antigua. Mi marido tiene una librería de viejo, Librería Torreón de Rueda, lo que me permite adquirir ejemplares tan importantes como una primera edición del método de canto de Francisco Viñas, o el de Manuel García y cancioneros de folclore, que también me gusta mucho. He bailado siempre en grupos folclóricos y conozco bastante el de mi tierra, Segovia. Vengo de una familia muy creativa. Me gusta dibujar, cocinar, la repostería creativa... Estas navidades he hecho unas galletas de jengibre…

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