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Crítica: «Diálogos de carmelitas» en el Palau de les Arts «Reina Sofía» de Valencia

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Autor: Raúl Chamorro Mena
27 de enero de 2025

Crítica de Raúl Chamorro Mena de la ópera Diálogos de carmelitas en el Palau de les Arts «Reina Sofía» de Valencia

«Diálogos de carmelitas» en el Palau de les Arts «Reina Sofía» de Valencia

Robert Carsen y Doris Soffel enaltecen las carmelitas de Poulenc

Por Raúl Chamorro Mena
Valencia, 25-I-2025, Palau de les Arts Reina Sofía. Dialogues des carmélites–Diálogos de carmelitas (Francis Poulenc). Alexandra Marcellier (Blanche de la Force), Doris Soffel (Madame de Croissy, la anciana priora), Ambur Braid (Madame Lidoine, la nueva priora), Michèle Losier (Madre Marie de L’incarnation), Sandra Hamaoui (Sor Constance de San Dennis), Nicolas Cavallier (Marqués de la Force), Valentin Thill (El Caballero de la Force), Michael Colvin (Capellán del Carmelo). Coro y Orquesta de la Comunidad Valenciana. Dirección musical: Riccardo Minasi.  Dirección de escena: Robert Carsen

   El miedo, presencia fundamental en la ópera Diálogos de carmelitas de Francis Poulenc sobre libreto propio basado en la obra de Georges Bernanos, simboliza adecuadamente el llamado Reinado del terror (1793-1794), período de sangrienta represión de la revolución francesa protagonizado por Maximilian Robespierre. Víctimas de aquella masacre, basada en las cotidianas ejecuciones públicas, fueron las 16 monjas del Convento de Compiègne guillotinadas el 17 julio de 1794 y posteriormente beatificadas por la Iglesia católica. Por cierto, para quien quiera profundizar en el texto teatral origen de esta ópera, resulta muy recomendable el Estudio 1 de RTVE (1973), disponible en RTVE play, con la obra de Bernanos interpretada por un excelso elenco encabezado por Mary Carrillo, Mercedes Prendes, Amparo Baró y María Asquerino. 

«Diálogos de carmelitas» en el Palau de les Arts «Reina Sofía» de Valencia

   El miedo ante la angustiosa situación política y social lleva a Blanche de la Force, hija de un acaudalado marqués, a ingresar en el convento. En el caso de la vieja priora, en la hora del tránsito, el terror ante la muerte triunfa ante la Fe a la que ha consagrado su vida. “Dios es ahora una sombra”. “¡Que se ocupe Dios de mí!”. En fin, el miedo, la angustia y las dudas ante la posible falta de entereza a la hora de enfrentar el camino elegido del martirio, inquieta al grupo de religiosas. 

   La Fe y la espiritualidad, la lealtad y el sacrificio, la intolerancia y la actitud ante la muerte están también muy presentes en la magnífica ópera de Poulenc, estrenada en 1957, y que supone una de las grandes creaciones para el teatro lírico del período posterior a la segunda guerra mundial.

   Un gran acierto por parte del Palau de Les Arts de Valencia no sólo la programación de este título, también, por supuesto, la elección de la puesta en escena de Robert Carsen, que data de 1997 y que pudo verse en 2006 en el Teatro Real –el que firma presenció hasta 4 funciones de aquella edición- con la grandísima Raina Kabaivanska como anciana priora.   

   La producción de Robert Carsen no solo potencia la obra, la expone con su espíritu y toda su fuerza, de tal manera, que le queda a uno la sensación de no querer ver esta ópera con otra puesta en escena, especialmente el conmovedor final, toda una genialidad. La inteligencia y dominio teatral del montaje culmina en esa conclusión con las 16 monjas vestidas de blanco impoluto y que efectúan una danza catártica mientras cantan el “Salve Regina coeli” para ir cayendo lentamente según suenan los tremendos golpes de guillotina. El montaje demuestra grandes dosis de inteligencia con un escenario fundamentalmente desnudo, magnífica iluminación y estupenda dirección de actores, a lo que se añaden aspectos simbólicos bien pensados y de gran fuerza teatral. Entre ellos, la turba revolucionaria siempre presente, amenazante; el sillón, muestra de autoridad, que primero usa el marqués Delaforce y, posteriormente, la anciana priora y que, derrengado, representa el fallecimiento del Marqués y masacre de toda la familia de Blanche. Por no hablar de las monjas colocadas a modo de barrera que separa a Blanche de su hermano -y con ello de su familia- cuando éste acude al convento para convencerla de que lo abandone. 

«Diálogos de carmelitas» en el Palau de les Arts «Reina Sofía» de Valencia

   En el reparto vocal emergió por encima de todos la extraordinaria creación de la vieja priora por parte de la veterana mezzosoprano alemana Doris Soffel. La importancia de la técnica y la sabiduría tras tantos años de carrera se plasman en un timbre sin oscilación, ni acritud, que aún es capaz de emitir notas graves bien apoyadas, agudos certeros y un centro bien armado. Las dotes de actriz de la Soffel y el juego de acentos en su canto cimentaron una impresionante y conmovedora creación de esta mujer, que, en su final no sólo no le conforta la Fe a la que ha consagrado su vida, si no que la misma cede totalmente ante el terror, angustia e incertidumbre ante la muerte. Dios es una sombra para ella en un tránsito sin grandeza, que no se corresponde con su trayectoria vital. Realmente impresionante la agonía de la vieja priora en un emocionantísimo final del primer acto protagonizado por la mezzo alemana. 

   El resto del elenco bajó muchos enteros, con cantantes en su mayoría de escaso relieve, tanto vocal como interpretativo. A destacar entre las monjas del carmelo a la soprano canadiense Ambur Braid como nueva priora, por su timbre atractivo con cierto cuerpo y canto correcto, pero sin especiales acentos ni sutilezas, faltándole, además, el necesario carisma como líder que impulsa al martirio a la comunidad. Frente a ese aliento hacia el sacrificio, se encuentra la oposición de la joven novicia Blanche de la Force, otrora aristócrata acomodada y temerosa, que es partidaria de evitar el cadalso y, de hecho, huye cuando se toma la decisión, para retornar al final y ser la última en ser aguillotinada. “La última del patíbulo”, que inspira el título de la novela de Gertrud von le Fort en la que se basan la obra teatral de Bernanos y la ópera de Poulenc. Apropiadamente juvenil y entregada resultó la soprano Alexandra Marcellier como Blanche, a despecho de una emisión gutural y de muy justa proyección. Algo más de soltura y presencia sonora, además de desenvoltura escénica, mostró Sandra Hamaoui en el hábito de su compañera en juventud, la soñadora Sor Constance de San Dennis. Muy discreta Michele Lòsier en el papel de la Madre María de la Encarnación, incapaz de transmitir la dureza, severidad y rigor de este personaje. 

«Diálogos de carmelitas» en el Palau de les Arts «Reina Sofía» de Valencia

   Flojo nivel el de los cantantes masculinos comenzando por un Nicolas Cavallier de timbre árido y canto plano como Marqués de la Force, continuando por su hijo, el caballero, interpretado por Valentin Thill con unos modos canoros rudos y fuera de estilo. Muy liviano y casi inaudible Michael Colvin en el papel del capellán del convento.

   No se puede negar eficacia, pulso y teatralidad a la dirección musical de Riccardo Minasi, pero sorprende que un especialista en música barroca no fuera capaz de extraer todos los nuances, los detalles, el refinamiento y la gama de colores de la espléndida orquestación de Poulenc. La orquesta de Les Arts demostró su nivel, por supuesto y atesoró pasajes brillantes y de gran intensidad, pero alejada de la elegancia y distinción genuinamente francesas. La cuerda resultó demasiado oprimida por los metales, además de sobrar decibelios y el insistente forte.  

Fotos: Miguel Lorenzo, Mikel Ponce / Palau de les Arts «Reina Sofía»

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