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Crítica: Qvinta Essençia en Vélez Blanco

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Autor: José Antonio Cantón
30 de julio de 2021
Quinta Essência

Música de gran nobleza

Por José Antonio Cantón
Vélez Blanco, 28-VII-2021. Iglesia del Convento de San Luis. XX Festival de Música Renacentista y Barroca de Vélez Blanco. Roberta Invernizzi (soprano) - Qvinta Essençia - Manuel Vilas (arpa y dirección). Obras de Isabella Leonarda.

   El 6 de septiembre del pasado año 2020 se cumplieron cuatrocientos años del nacimiento en Novara de una de las compositoras más eminentes del seicento italiano como fue Isabella Leonarda. Dedicada a la vida consagrada desde los dieciséis años y hasta su muerte en el invierno de 1704, sus conocimientos musicales sobresalen de una  manera más que evidente por la claridad de invención, exposición y destino religioso de su muy extensa obra. Estas características han sido las que han atraído al arpista gallego Manuel Vilas a poner su atención en esta figura musical, para terminar preparando un programa monográfico con la colaboración de la soprano milanesa Roberta Invernizzi y el cuarteto vocal Qvinta Essençia, en el que se hace una pequeña muestra de algunas de sus piezas que pueden ser ejemplo del arte de esta ilustre monja piamontesa.

   El concierto se inició con dos salmos a cuatro voces pertenecientes a su Op. 19, publicado en Bolonia en 1698, Confitebor y Laudate dominum; dos cantos de alabanza con los que el cuarteto catalán dejó patente su calidad canora y su sentido estilístico, acompañado siempre por el sonido del arpa ibérica de dos órdenes de Manuel Vilas en una función de bajo continuo que enriquecía la expresividad del grupo dado el  envolvente cromatismo del instrumento. 

   Seguidamente intervino por vez primera la soprano Roberta Invernizzi con el motete Venite laetantes perteneciente a los diez que integran su Op. 14, también publicado en la capital boloñesa el año 1687.  Lo primero que destaca de su actuación es la orientación dramática de su fraseada dicción, logrando que ésta sea uno de los pilares donde se sustenta la pasión que pone en su canto. Así ocurrió también en el motete a solo Ad te festino perteneciente a una colección de doce publicados en Venecia el año 1676, todos ellos incluidos en su sexto opus, donde el grado de conjunción con el arpa fue determinante para mostrar la belleza que encierra esta singular pieza.

   El cuarteto Qvinta Essençia tuvo una muy destacada intervención con el motete que recoge letanías marianas y que lleva por título Letanie della Beata Vergina Maria perteneciente al opus séptimo publicado también en Bolonia el año 1677. Su variada orientación vocal según el tipo y grado de alabanza llamaba la atención por su acierto sensitivo en cada caso, produciéndose constantemente un intercambio vocal de cuidada  locución, que extraía todo el partido musical que permitía la fonética de cada palabra. Fue uno de los momentos del concierto de mayor significación estética.

   La segunda intervención de la soprano solista vino propiciada por dos motetes entre los que destacó la preciosa nana titulada Nive puer por la belleza con la que es tratada la ternura del sentimiento que transmite. A él se atuvo la cantante para demostrar la delicada versatilidad de su voz realzada en todo momento por la mágica sonoridad que producía el arpista compostelano.

   Un componente espacial dramático dio Manuel Vilas al diálogo entre ángeles, anunciando el nacimiento de Jesús, y los pastores, recogido en el motete que cerraba el programa. Dos de los componentes del cuarteto vocal subieron al púlpito del templo reforzando la plasticidad de la escena, lo que supuso un incentivo estético para esta pieza dedicada a glorificar a Dios por su propicia voluntad a tan importante acontecimiento. 

   El público respondió con un cerrado aplauso, como viene siendo habitual en los conciertos de esta exitosa edición del Festival, admirando la gran nobleza estética de esta música ofrecida con esencialidad por los intérpretes, que terminaron uniéndose para ofrecer como bis sones del sexto madrigal perteneciente al primer libro que Claudio Monteverdi dedicó en 1587 a esta forma musical titulado Se pur non mi consentí, a cinco voces, que sirvió de culmen a un concierto bien pensado en su dedicación monográfica a Isabella Leonarda, todo un descubrimiento, y en la elección de su contenido.

Foto: Festival de Vélez Blanco

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