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Crítica: Roberto González-Monjas y Jan Lisiecki, con la Sinfónica de Castilla y León

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Autor: Agustín Achúcarro
22 de febrero de 2021

González-Monjas, un músico total

Por Agustín Achúcarro

Valladolid, 19-II-2021. Temporada de la OSCyL: Ciclo Invierno. Auditorio de Valladolid, Sala Sinfónica Jesús López Cobos. Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Concierto para piano y orquesta en do menor, op. 18 de Rajmáninov y Suite orquestal de Hänsel y Gretel de Humperdinck (estreno concebido por Roberto González Monjas y preparado por Takahiro Sakuma). Jan Lisiecki, piano. Roberto González-Monjas, director. Presentación del concierto, Héctor Matesanz.

   En tiempos de pandemia la sociedad vive no pocas vicisitudes, aunque se intente buscar que las cosas sean lo más parecidas a lo vivido con anterioridad. En esa lucha están las orquestas y en concreto la Sinfónica de Castilla y León. Llegaba su concierto nº 9 de la temporada, correspondiente al ciclo «Invierno» y volvió a no ser posible el que acudiera público, por lo que la actuación se emitió en streaming, a través del canal Youtube de la OSCyL. Pero hasta llegar a este punto hubo que realizar un cambio de programa ya que estaba previsto el Burlesque en re menor de Richard Strauss, pero no fue posible ya que la solista Yuja Wang, una de las pocas pianistas que tienen esta obra en repertorio, no obtuvo los permisos correspondientes y no pudo viajar desde su China natal.


   Así las cosas se cambió esta obra por el conocidísimo Concierto nº2 para piano de Rajmáninov y se encontró para interpretarlo al joven pianista Jan Lisiecki. Se mantuvo en el programa la otra obra, una suite de la ópera Hänsel y Gretel de Humperdinck concebida por el propio Roberto González-Monjas y preparada orquestalmente por Takahiro Sakuma, que se convertiría en la protagonista del concierto. González-Monjas ha dedicado años a la preparación de la obra buscando en ella algo diferente a las propuestas ya existentes y parece que lo ha conseguido.

   No resulta fácil, por lo inhabitual, dar fe de lo vivido acudiendo en directo a una sala sin espectadores salvo una esquina, en las últimas filas de butaca, ocupadas por unas pocas personas que acudieron a desempeñar su trabajo. Aun así la música pudo con todo y acabó por vencer ese vacío. Roberto González-Monjas, como ya se ha mencionado, estrenó una suite de la ópera Hänsel y Gretel. Sin perder los motivos, ni obviar los detalles, concibió una obra con un sentido global, nada compartimentada, con un desarrollo fantástico, en el que los leit motiv se colaban entre el tejido orquestal, con una densidad sonora atractiva, conjugando pasajes camerísticos, elaborados dentro de un marcado sentido sinfónico. Algo que se produjo desde la inicial introducción de las trompas, de la obertura de la ópera. La obra se divide en Preludio,  Acto I y II  y Acto III, con unos 45 minutos de duración. Se abordó la llegada a ese intermedio entre actos con un gran regulador orquestal que iría creciendo al tiempo que aumentaba la intensidad, con un bosque simbolizado de manera amenazante, de la misma manera que culminaría en un decreciendo cuando el sueño se apodera del ambiente. Y entre lo enigmático y lo bucólico, con el galope de la bruja, el baile o la oración, se crea una suite que sin dejar de ser fiel a la ópera se identifica por sí misma.  Tanto la OSCyL como el director se volcaron con la obra en la que imperó un pulso determinante, dominado por una articulación y una tímbrica muy expresivas. González-Monjas, tan ligado a la OSCyL, a la que conoce desde su infancia y con la que ha participado en no pocas ocasiones como violín solista y director, consiguió junto a la  orquesta una suerte de comunicación, que va más allá  del mero dominio formal de la obra.


   Antes, interpretaron el Concierto para piano nº2 de Rajmáninov, y la verdad es que ya sea por unas u otras razones, en las que bien pudieron pesar  las circunstancias ya relatadas, hubo que esperar al segundo movimiento para que cuajara la obra y la relación entre solista y orquesta, algo diluida inicialmente. El pianista Jan Lisiecki se explayó en el segundo tiempo, en el que surgió un ambiente cantábile delicado, claridad ante el acompañamiento del piano al tema de las maderas, el virtuosismo y el solo en manos del pianista.  Continuó en el tercer movimiento con  intercambios entre orquesta y solista, de pleno carácter romántico, con su sugerente melodía y los vigorosos acordes del piano.

   Un concierto en el que Roberto González-Monjas y la Orquesta Sinfónica de Castilla y León hicieron olvidar la sensación de una sala vacía, con intervenciones solistas muy afortunadas, para llevar al espectador todo el calor y el empuje de la música.  

Foto: OSCyL

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