
Crítica de Raúl Chamorro Mena del concierto protagonizado por Sabine Devieilhe y Stéphane Degout en el Teatro Real de Madrid
Finura francesa
Por Raúl Chamorro Mena
Madrid, 13-V-2025, Teatro Real. Réquiem por Ophélie. Evento formado por extractos de la ópera Hamlet (Ambroise Thomas), Tristia Op. 18 (Hector Berlioz) y el Réquiem (1888) de Gabriel Fauré en su integridad. Sabine Devieilhe, soprano; Stéphane Degout, barítono. Pygmalion, coro y orquesta. Dirección musical: Rapháel Pichon.
Este peculiar concierto dedicado a Ofelia –o mejor Ophélie en este contexto de música francesa--, la infortunada protagonista femenina del inmortal Hamlet de William Shakespeare, se articuló en cuatro escenas que tienen como pórtico la meditación religiosa de Tristia, Op. 18 de Hector Berlioz. A continuación, extractos de la ópera Hamlet (París, 1868) de Ambroise Thomas y, posteriormente a la escena de la locura y fallecimiento de Ophélie, se interpretó la Marcha fúnebre del referido Tristia de Berlioz. Se añadió completo, dedicado al descanso eterno de la desdichada Ophélie, el Réquiem de Gabriel Fauré. Programa ciertamente extraño y con escasa cohesión estilística, pero con música muy hermosa que es lo fundamental.
El gran aliciente del evento se centraba en la soprano francesa Sabine Devieilhe, que obtuvo un gran éxito en el Teatro Real con Lakmé en versión concierto. Mucho menos con la Micaela de la Carmen original oficiada por René Jacobs. Aún queda pendiente una intervención de la soprano francesa en el coliseo de la Plaza de Oriente en ópera representada.
Las piezas a interpretar se ajustaban como anillo al dedo a la vocalidad y arte canoro de la Devieilhe, soprano ligera de justo caudal, pero con proyección e impecable colocación, así como dominio total del canto de escuela francesa. El Hamlet de Ambroise Thomas es la única ópera dedicada a la tragedia Shakespeareana que ha entrado, siquiera limitadamente, en el repertorio operístico. La gran escena de la locura de Ophélie ha sido interpretada y grabada por innumerables sopranos con dominio de la coloratura. Entre ellas, Maria Callas, que realizó una memorable creación de la escena –cantada en italiano- en su recital del día 5 de agosto de 1957 en el Teatro Herodes Attico de Atenas, del que se conserva registro en vivo. En los últimos tiempos fue Natalie Dessay la que realizó una excelente creación, vocal y dramática, del papel de Ophélie logrando imponer la programación de la ópera en diversos teatros.
Por supuesto, la Devieilhe cantó primorosamente su aria del acto segundo, con un fraseo exquisito, sobre la emisión siempre mórbida y un gran control de dinámicas. La francesa expresó la candidez del personaje y la angustia ante la actitud esquiva de Hamlet hacia ella, pero siempre desde una óptica interpretativa demasiado planificada, ayuna de espontaneidad.
Notable, cómo no, la escena de la locura por parte de la soprano francesa, con apropiada reproducción de la abundante coloratura, y notas sobreagudas de buena factura, aunque faltas de mayor expansión, punta y squillo (metal). Un ovación del público saludó el final de la escena, que dio paso a la muerte de Ophèlie, de refinada belleza y sereno estoicismo culminada con una hermosa nota filada junto al pianissimo del coro.
Una exquisita, musicalísima y fraseada con primor Pie Jesu, sublime pieza, del Réquiem de Fauré selló la intervención de la gran protagonista del evento.
Stéphane Degout posee un material vocal sonoro y extenso, pero sin riqueza ni calidad tímbrica. Mejor en la franja grave, pues las notas altas se clarean y endurecen. Su canto, tanto en Hamlet como en la obra de Fauré, fue irreprochablemente musical y en estilo.
No le faltaron propiedad estilística y elegancia a la dirección de Rapháel Pichon, pero a veces sobraron decibelios –incluso llegó a tapar en algún momento a la soprano protagonista del evento- y no se alcanzó ni un gramo de trascendencia en el Réquiem. La formación de instrumentos antiguos Pygmalion fundada por el propio Pichon ofreció un sonido –descolorido, mate, grisáceo- más cercano al carbón que a cualquier metal precioso.
El paramento a modo de caja acústica que se colocó detrás del coro distorsionó el sonido de éste, que resultó agrio desde el primer momento en la sección femenina y excesivo y desequilibrado durante toda la velada. Por tanto, estuvo lejos de lograr el recogimiento que pide el Réquiem de Fauré.
Fotos: Javier del Real / Teatro Real
Stéphane Degout en el Teatro Real (Foto: Javier del Real / Teatro Real)
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