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SALVADOR VÁZQUEZ, director: 'Se aprende a dirigir con la batuta en la mano'

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Autor: Alejandro Fernández
15 de septiembre de 2016

El ganador de la cuarta edición del Concurso de Dirección Orquestal de la Orquesta de Córdoba, entrevistado en CODALARIO.

SALVADOR VÁZQUEZ, director: 'Se aprende a dirigir con la batuta en la mano'

   Una entrevista de Alejandro Fernández
El pasado dieciséis de septiembre la Orquesta de Córdoba fallaba los premios de la cuarta edición del Concurso de Dirección Orquestal. Presidía el tribunal el maestro Lorenzo Ramos director titular y artístico de la sinfónica cordobesa. Tras las deliberaciones se alzó con el primer premio el director malagueño Salvador Vázquez Sánchez. Este músico andaluz tendrá la ocasión de subir a los podios de las cuatro orquestas profesionales de Andalucía: Sevilla, Córdoba, Granada y por supuesto la Filarmónica de Málaga, entidad, esta última, testigo del desarrollo artístico de una nueva batuta que anhela su oportunidad entre los conjuntos nacionales. En un encuentro informal charlamos en exclusiva para Codalario con el maestro Vázquez entre el piano de su aula en el Ateneo de Música y Danza de Málaga y pliegos pautados.

Permítame, antes que nada, trasladarle mi más sincera enhorabuena. Supongo que alcanzar este hito no ha sido fácil.

Muchísimas gracias, cualquier cosa que en el mundo de la música sea competición implica un trabajo intenso, al menos la semana que dura el encuentro. Es una semana llena de presión, nervios, e incluso incertidumbre y dudas del trabajo que haces. Te cuestionas si lo estás haciendo correctamente, si debieras hacer este gesto o enfocar la página desde esta otra perspectiva. Dudas en las que te das cuenta finalmente que, a un concurso, debes presentarte con tus propias formas de entender la música.

¿Estudió dirección en Conservatorio Superior de Música de Málaga. Octav Caleya, primer Titular de la Filarmónica de Málaga, está entre sus maestros aunque no ha sido el único ¿Cómo llega a la música y por qué la dirección de orquesta?

La música llegó  a los cuatro años.  Mi padre y mi hermana tocan en la Banda Municipal de Rincón de la Victoria, de manera aficionada. Con decirte que ellos son boticarios y yo la oveja negra de la familia. Mi hermana toca el requinto y mi padre el clarinete, desde pequeño los oía a ambos, en mi casa se escuchaba música a todas horas y acabé entrando en la banda. Empecé a estudiar piano pero el conjunto siempre me atrajo, hacer música en grupo, de hecho pertenecían a un conjunto de cámara con el que conseguimos algunos premios; es una de mis pasiones. La dirección siempre me atrajo y tuve la oportunidad de poder dirigir a la banda en un concierto, tenía trece años. Cuando decidí hacer las pruebas de ingreso al superior en ese momento todo fue descubrir, cosas que desconocía en cuanto a mis posibilidades. Empecé con Caleya y Juan Pablo Gómez, mi primer profesor. Ambos han sido una gran guía y uno de mis pilares como director. Aposté por la dirección y la vida me ha ido dando pequeños regalos como la experiencia del Coro de Ópera de Málaga y las dos orquestas de Málaga posteriormente. Aunque estudies dirección en un conservatorio a dirigir se aprende con la batuta en mano. Es la única realidad y hasta que no he trabajado con estas entidades no he percibido la auténtica  profundidad de esta labor, lo que debes estudiar, de cómo debes trabajar… Cada ensayo es una clase más que me ayuda a evolucionar. En este camino me he desarrollado y a partir de ahí, en paralelo, sigo aprendiendo de otros maestros, encuentros... Podría haber optado por un master pero pienso que cuanto más te formes con distintas opiniones y técnicas, cada maestro tiene su experiencia y punto de vista, más enriquecido puedes construir tu mundo.

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Simultanea la docencia con la dirección

Algo con lo que también me formo. Trabajo en el Ateneo de Música Y Danza de Málaga, que es un conservatorio privado donde impartimos clases hasta sexto de grado medio. Debo confesarte que valoro mucho todo lo que me pasa, bueno y malo, me refiero a malos conciertos… Las clases que imparto me han servido para reciclarme, es decir, conceptos elementales de armonía, análisis, de lenguaje musical, etc. que lo aprendes de pequeño y olvidas cómo quien estudia un examen y tras este lo evaluado cae en el olvido. Me han ayudado a estar al día en todo momento por lo que a la hora de enfrentarme al estudio de una partitura lo veo desde un punto de vista muy didáctico y puedo ahondar más en ella. Aquí doy clases de armonía, análisis, piano, orquesta y coro. El coro lo forman niños que son la base de este mundo llamado música. La docencia me abre muchas posibilidades. Recuerdo un alumno muy concreto que estaba por encima de la media del grupo hasta tal punto que tomábamos, en ocasiones, el propio repertorio que estaba estudiando y lo trabajábamos  en clase por lo que era toda una experiencia.

Usted es titular de una de las orquestas más antiguas de España, bastante mal tratada institucionalmente en los últimos tiempos, la Orquesta Sinfónica de Málaga con la que ha crecido como director. A ella se han sumado, entre otras la Filarmónica de Málaga con programas dentro de su temporada. ¿Con qué otras orquestas trabaja actualmente?

He tenido la oportunidad de poder trabajar con la Orquesta Académica de la Fundación Barenboim-Said de la mano de Domingo Hindoyan. Una experiencia que marca un antes y un después es el trabajo que realizó como director asistente con la Orquesta Joven de Extremadura. Se trata de una de las orquesta jóvenes españolas con un nivel  asombroso que la sitúa en los primeros puestos de los conjuntos de estas características en nuestro país. Aprendo con ellos aún siendo  músicos de diecisiete hasta veintipocos años. Recuerdo el primer ensayo parcial donde me tocó montar la Segunda Sinfonía de Rachmaninov con los vientos. Llegué con todo muy estudiado y preparado y cuando terminó el ensayo mi sensación fue mirar al cielo y pensar  -me voy corriendo al hotel porque mañana tengo que aportar cosas nuevas. Por supuesto, su titular Andrés Salado posee una sensibilidad enorme, su forma de entender la técnica de cara a la música me ha ayudado incluso para encarar el Concurso de Córdoba al que me había presentado hace dos años y donde quedé finalista. Ahora han valorado mi evolución gracias al Coro de Ópera como la Sinfónica y la Filarmónica que han sido un regalo para mi. Primeramente comencé con la Sinfónica que decidió que fuese su titular a raíz de colaborar con ellos en varios programas. Tienen las circunstancias que tienen pero decidí trabajar juntos. Es una orquesta de la que me siento contento y agradecido, además de un profundo respeto hacia los músicos y creo que ellos igualmente. Han cambiado mucho en su mentalidad y aunque está maltratada, en el sentido de no poder desarrollar una temporada estable dado los pocos recursos que tenemos, hacemos lo que podemos con mucha ilusión. El Coro de Ópera es otra gran experiencia porque lo que aprendes con la música vocal no lo aprendes en otras facetas y abre nuevas posibilidades de estudio. Y después está la Filarmónica que te imprime un nivel enorme dada la talla de los profesores. Hace que te crezcas más aún si cabe sin contar la exigencia personal que supone. En una palabra te hace autoexigirte más. Después están los músicos que quieren que vayas, el propio gerente o incluso el maestro Hernández Silva que ha sido un apoyo. Precisamente tuve una llamada de él ofreciéndome un programa de abono en la próxima temporada de la OFM cuando el compromiso de la orquesta era dirigir en el ciclo La Filarmónica Frente al Mar. Es todo un honor.

Dirigió en el mes de junio, coincidiendo con la candidatura de los Dólmenes de Antequera para ser inscrita en el catálogo de la UNESCO del Patrimonio de la Humanidad, la Cantata Carmina Burana, de Carl Orff con éxito notable de público ¿Cree que abandonando el chaqué y el papel pautado por la tableta es posible conectar el oyente? ¿Cuáles son sus claves para atraer a nuevos aficionados? Por cierto, ¿Repetiría la experiencia de dirigir en un espacio abierto?

Debo confesar que repetiría la experiencia, pero cuando las condiciones sean positivas, digámoslo así. Hicimos un Carmina Burana con muchas dificultades y a pesar de ellos el concierto resultó aceptable. El problema de los conciertos al aire libre dependen mucho del sitio donde te encuentres, la acústica, qué público viene a escucharlo, el programa y no contar con condiciones meteorológicas adversas que puede suponer un problema. En los Carmina Burana tenía al coro exactamente a dieciséis metros y en el ensayo general recuerdo que no escuchaba al coro, simplemente les leía los labios. Así es complicado trabajar, lo asumo como una experiencia y como otro paso más para crecer con este tipo de circunstancias. Respondiendo a la primera pregunta diré: renovarse o morir. La idea de ver la mal llamada música clásica reservada para un espacio y una élite está pasada de moda y si hay que cambiar el chaqué por unas converse lo haría sin ningún problema,  si con ello conseguimos atraer a público nuevo. La gente joven no saben lo que es ir a un concierto, escuchan la música pero no acuden a la sala de conciertos y como diría uno de los grandes “no es lo mismo un disco que el directo” y es una gran verdad. El problema está, tal vez, en la propia imagen que generamos de cierta distancia,  de elitismo y que no es así. Mi experiencia más cercana fue un concierto con la Sinfónica con un programa muy conocido, entre ellas Scherezade, asistieron muchos alumnos y entre ellos un joven de unos treinta años que nunca había escuchado una orquesta tocar en directo. Después del concierto estaba exaltado de la emoción. Cuando esa persona vea ahora la programación de la Filarmónica tiene más posibilidades de acudir a sus encuentros. Al fin y al cabo lo que hacemos es música, un arte más sin etiquetas. Schubert no conoció en vida la interpretación de su Cuarta Sinfonía y hoy existen multitud de ediciones de esta página, quiero decirte que los tiempos cambian y en este caso como los tiempos cambian esta cuestión debe ser reinterpretada también.

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Dirige desde 2013 el Coro de Ópera de Málaga ¿Hay diferencias con la dirección de un conjunto sinfónico? ¿Ve prioritario que el Teatro Cervantes se replantee la Temporada Lírica que mantiene actualmente?

Como sabe estamos con los ensayos de Nabucco y hasta ahora lo que sé es que el Cervantes está en una nueva línea replanteándose un cambio que ya empieza a notarse, al menos en la intención de esta producción que estamos montando con el maestro Díez Boscovich, de cómo está planteándose esta temporada y cómo se está dibujando la temporada siguiente. Me he encontrado por primera vez que el teatro está programando a dos años vista. Es un signo de mejoría. Poco a poco las cosas inevitablemente deben cambiar, a peor no se podía descender más. Hemos vivido una época muy compleja económicamente, cuestiones de abono y cartel donde actuaban compañías en las que el Coro de Ópera no participaba porque sólo hacían un ensayo, cuando ahora por ejemplo llevamos varias semanas de ensayos de escena, decidimos no participar en esa clase de montajes. En ese camino iniciado, de recuperación, vamos bien. Los abonos de la Lírica  han subido. Entre todos, el teatro por el cambio de rumbo y, el público y los profesionales que trabajamos podemos cambiar y hacer crecer la lírica. Con relación a la diferencia entre dirigir un coro y una orquesta  te diré que al final estás dirigiendo o haciendo música. La única diferencia es cómo tratas. Cuando trabajo con el coro lo hago con instrumentos humanos, voces que llegan a una hora del día muy cansadas y dependiendo del repertorio debes cuidar el ensayo para no dañar la voz. En una Novena  de Beethoven no puedes alargar el ensayo más allá de una hora y cuarto. Tienes cuatro líneas horizontales por lo que posees una música muy pura, todo está descubierto y te permite pensar el hilo en el que engarzar el color de cada voz. Si vamos a la orquesta nos encontramos una paleta enorme de colores y puedes jugar con infinidad de posibilidades, tanto de timbre, ideas musicales, e incluso ideas aún por descubrir. Para mí es clave el color orquestal, en Córdoba me tocó el minuet de la Cuarta Sinfonía de Schubert y lo enfoque precisamente  sobre esa idea del color orquestal que coincide con el gusto del compositor por los acentos.

Además  de empuñar la batuta también escribe música ¿Es una vía de escape o corre en paralelo a la batuta? Andalucía es tierra de bandas de música y algún que otro palio se acompaña con páginas suyas. ¿Ya podríamos empezar a hablar de género propio?

Mi familia siempre se ha sentido muy vinculada con la tierra. El Barrio de la Victoria lo llevamos a gala. Es uno de esos barrios antiguos de Málaga y por tanto muy apegado a la tradición. La composición no es algo que me llame a grandes propósitos pero es cierto que he escrito mucho para música de banda y siempre como algo personal, por afecto. Me he criado en una banda conozco bien ese color y cómo funciona por dentro. También he escrito algo para coro, aunque sin pretensiones. No obstante, no descarto nada aunque mi objetivo está marcado, escribir música queda como una cuestión de tiempo libre.

Usted se ha alzado con el primer premio del Concurso de dirección de la Orquesta de Córdoba ¿Qué fases y pruebas ha tenido que sortear? ¿Eligió usted mismo el repertorio para la final?

Los repertorios de las distintas fases están propuestos desde el comienzo. Piensa que trabajas con una orquesta. Para la semifinal y final teníamos la segunda de Schumann y la cuarta de Schubert; en la eliminatoria teníamos la obertura de Oberon de Weber, La flauta mágica y Ruslan y Ludmila de Glinka. Una de esas oberturas la debíamos interpretar los veinte inscritos por indicación del presidente del tribunal, el maestro Lorenzo Ramos. Me tocó Oberon, ahí no había que trabajar simplemente que los músicos de la orquesta te vieran y pasar sin más explicaciones. De ahí pasábamos a semifinal donde sí contamos con media hora de ensayo, quince minutos para dos movimientos de sinfonías por indicación del tribunal. Ahí tienes que desarrollar tu trabajo, en mi caso suelo pasar el movimiento y a partir de ahí trabajar. Como tenía la limitación de tiempo me conformé con las exposiciones y  destacar las indicaciones que pensaba oportunas. En la final,  conté con varios ensayos, un general y el concierto. Una de las peculiaridades de este concurso es que el tribunal es la propia orquesta, son ellos quienes te valoran y creo que es un acierto. Trabajas con un equipo humano que son los músicos, están en los atriles y te van a aguantar después, por lo que la mejor opción es que ellos te valoren.

Al acceder a lo más alto de este galardón se abren las puertas para ti de las cuatro orquestas andaluzas. El programa cordobés ya está dibujado ¿Tendrá la posibilidad de elegirlo con el resto? ¿Sus obras con la OFM?

En Córdoba ya estaba establecido y no sé con el resto de las orquesta si podré tener alguna opción de proponer algún repertorio. Si me dan opciones me gustaría hacer Sibelius, Falla, adoro la música española y la escuela rusa, pero hay tanta música que resulta complicado elegir, aunque no imposible. Mis tiros van por ahí -risas compartidas-

El próximo 27 de octubre sube al podio de la Orquesta de Córdoba dirigiendo páginas de Mendelssohn, Bruch y Schubert. Programa sólido y atractivo por su estructura clásica, concertante y su alineación alemana. ¿Parte de alguna idea concreta para afrontarlo?

Parto siempre de la misma idea: primero abrir la partitura y ver qué hay musicalmente, los motivos, todo lo que hay escrito... Después me centro en las ideas que hay alrededor, contexto histórico, el color orquestal que precisa, no es lo mismo una sinfonía de Schubert que de Mendelssohn porque cada una posee unos destellos determinados y concretos. En este punto, conociendo ya los entresijos, me planteo la imagen sonora que quisiera retratar. Esto tiene mucho que ver con el estilo, “las tradiciones” y las ideas o el hilo conductor que une las distintas páginas que componen el programa. -¿Te refieres a plasmar una idea de conjunto? Exactamente, una idea de sonoridad que sucede cuando los programas están bien trabados, con una línea de principio a fin del conjunto sonoro que deseas en todo el concierto. Puedes hacer Bach en una primera parte y un Schoenberg en la segunda, a simple vista puede parecer raro pero debes pensar en esa idea general que intentas dibujar al oyente. Los maestros programan siempre con una cierta pauta y no atienden a un criterio arbitrario sino a una senda argumental, por lo que no se trata de una página de Mendelssohn, Bruch y Schubert sino una propuesta sonora.

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Si bien es cierto que en no pocas ocasiones es apreciable tanto la mera  imitación como la ejecución inexpresiva ¿Cree necesario mirar la discografía e impregnarse de las visiones de las grandes batutas o por el contrario se mantienes fiel a sus propios presupuestos? ¿Sus compositores y batutas de referencia?

Como director debes crear esa imagen sonora de la que antes hablábamos, para ello te sirves del análisis, la historia, el uso del piano…Pero hoy contamos con un recurso nada despreciable como son las grabaciones de los grandes maestros que han hecho muchísimas versiones bajo planteamientos e ideas bien distintas, en los que también está presente la tradición. Eso es una gran fuente de información para las batutas. Se trata de ver qué se ha hecho cuando no has tenido la oportunidad de viajar o conocer en el tiempo a esos genios de la dirección. Desde ahí realizas tu propia crítica y concretas ideas y conceptos; todo lo positivo que puede ofrecerte una versión pero también todo lo que piensas que es equivocado. De una misma página siempre recurro a todas la versiones que me es posible, enriquece tanto como leer un libro. Entre mis compositores favoritos están Falla, Turina y la escuela española en general, para continuar con los rusos, Rachmaninov, Prokofiev, entre los alemanes, Mahler y por supuesto Brahms, que es una de mis grandes pasiones, tengo tantas ganas de dirigir una de sus sinfonías . Siempre digo lo mismo, si un compositor tan grande tardó tanto en escribir su primer trabajo sinfónico, dónde voy yo con treinta años a intentar leer uno de sus trabajos. En cuanto a batutas, más que hablar de favoritos me muevo sobre estilos concretos, lo que hace cada director, no obstante me gusta Bernstein, al ser compositor también sabía cómo sacarle color a la orquesta, te descubre motivos nuevos que no habías reparado y cuando vuelves sobre la partitura te das cuenta que estaban escritos y sencillamente los había hecho aflorar. Por supuesto nombres como Claudio Abbado y Zubin Mehta, ellos no imponen una verdad sino que hacen una propuesta, lo cual es muy interesante. No puedo olvidarme de Celibidache porque partí de su técnica. Trabajo con Miquel Ortega y Carlos Aransay de ellos voy aprendiendo y entendiendo la técnica sobre la base que he adquirido y no quedarme con una sola idea, que por otro lado pienso que sería un gran error.

El panorama nacional ha cambiado ostensiblemente en las dos últimas  décadas, Andalucía cuenta con cuatro conjuntos orquestales principales, aunque existen otras orquestas como la Sinfónica de Málaga y jóvenes orquestas como la OJA. ¿Sabría valorar el nivel en el que nos encontramos? ¿Cabe por otro lado la excelencia? Una pregunta muy concreta: a tenor de lo que ha sucedido con instituciones como la Orquesta de Gran Canaria ¿Debemos pensar que hay demasiadas orquestas?

Piense en esta idea, si cada vez hay más música, más conservatorios, Andalucía cuenta con cinco superiores lo cual es una gran apuesta por parte de la Comunidad, se hace entonces necesario darle salida. No sobran orquestas, al contrario porque cada vez la oferta formativa es mayor y al acotar estas limitando las posibilidades de salidas laborales. Nuestro país posee un nivel altísimo, no lo percibes en toda su magnitud hasta que sales fuera. Siempre hablamos de lo que hay fuera y no reparamos en el talento nacional. Tenemos músicos de una talla excepcional a nivel, humano, profesional y técnico. Quizás es necesario generar oportunidades y pensar que en España se hace buena música, porque nivel hay y cada vez más. Lo que no podemos decir es que en España hay tres salidas: por tierra, mar y aire. Si nos cargamos las orquestas entonces sí habría que pensar en huir porque perderíamos también ese referente de excelencia que mencionas  en tu pregunta. Sería un error afirmar eso.

Son tantas las ocasiones donde según qué autores y páginas la sala de conciertos fluctúa ostensiblemente. Ha dirigido programas con el veinte en el atril como la final de Talentos Andaluces de la OFM. Maestro por qué el público se muestra tan reacio al siglo pasado ¿Es una cuestión de madurez o tal vez de comunicación de las orquestas?

Se trata de una cuestión de cultura, de recepción, por así decirlo, de lo que se ha querido mal llamar música contemporánea. Digo esto porque al programar una sinfonía de Nielsen, si te paras a escucharla con atención puedes descubrir que esa música puede convencer y hasta seducirte, se produce la desbandada y en cambio si  tomas La Consagración de la Primavera,  la sala se llena. Primeramente se trata de una obra de referencia pero también porque el público acude a escucharla sin más. Qué hace que otro tipo de repertorio desmovilice, sin duda es miedo, cultura, tópicos o pensar sencillamente que eso no les va a gustar y llenar. Quieren escuchar una sinfonía de los grandes clásicos. Deben estar, por supuesto, en el repertorio por una cuestión de identidad por parte de los conjuntos sinfónicos. Personalmente la música del siglo veinte me llena muchísimo y fíjate que retrata a la perfección todas aquellas tensiones que rodearon a sus compositores. Casa con la sociedad actual, y hay que mirar a la sociedad para ver qué refleja el arte y este retrata lo que acontece socialmente en ese momento. No hay que tener miedo , más bien un esfuerzo por acceder al juego que esa música te ofrece. La orquesta es un organismo tan vivo que “la Quinta Sinfonía de Beethoven nace tantas veces como se toca” como decía Celibidache. Como el experimento de Cage 4:33 cuál es la verdadera música. En el directo la música está tan viva que cualquier interpretación nace, todo puede pasar, la conexión ese día con la orquesta o incluso tu estado de ánimo. Que seas más o menos comunicativo un día  ya no es una cuestión de brazos, técnica o el estudio que hayas realizado de la página es una cuestión muy personal.

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¿Sus próximos compromisos?

Lo más inmediato ahora mismo es el trabajo con el Coro de Ópera, estamos con los ensayos de escena para Nabucco, después llegará casi para final de temporada una antología de la zarzuela, y los tradicionales programas corales de Navidad y Semana Santa y que culminan en Junio con la participación en la Tercera Sinfonía de Mahler. Con la Sinfónica provincial tenemos varios programas para noviembre a los que se sumarán otros hasta final de año y primer semestre del próximo. En octubre  el segundo  abono de temporada con la Orquesta de Córdoba. Y en Málaga el diecinueve de ese mismo mes la Sinfónica y la Filarmónica presentan un programa conjunto con motivo del cincuenta aniversario de las emisiones de una emisora en Málaga.  También está el proyecto con la Joven Orquesta de Extremadura. Y por supuesto seguir formándome, de hecho el concurso de Córdoba lo he preparado minuciosamente en París este verano.

¿Con qué sueña Salvador Vázquez?

Una pregunta difícil de contestar. Sueño con tener la oportunidad de dirigir para hacer música y simplemente eso. Quisiera que mi vida fuese ésa aunque entiendo que dentro de este mundo es algo muy complicado, difícil. Debes buscar la forma de alcanzarlo a través de concursos, que te escuchen, que sepan valorar tu trabajo y te ayuden. Mi sueño real es trabajar con la música.

Foto: Cortesía de Estudio Santa Rita.

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