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La temporada de la Sinfónica de Castilla y León rinde homenaje a Jesús López Cobos

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Autor: Agustín Achúcarro
15 de noviembre de 2018

La temporada de la Sinfónica de Castilla y León rinde homenaje a Jesús López Cobos

   Un reportaje de Agustín Achúcarro
La Orquesta Sinfónica de Castilla y León dedica íntegramente esta temporada a la memoria del director Jesús López Cobos, que fuera su director emérito, y el concierto del jueves 15 y viernes 16 está consagrado expresamente al músico toresano. Para ello se ha confeccionado en el Auditorio de Valladolid un programa basado fundamentalmente en extractos de diversas obras cuya dirección se alternarán cuatro directores diferentes, entre los que se encuentra François López-Ferrer, hijo de López Cobos. «He viajado mucho con él, sobre todo cuando me formé en Cincinnati, pues iba siempre a los conciertos cuando mi padre ya no era su titular, y los músicos se acercaban y me decían que lo echaban de menos, que era una persona muy digna, con un gran corazón, un verdadero ser humano, algo que me ha pasado en todos los sitios, en particular ahora que estoy más tiempo en España», recuerda con emoción contenida López-Ferrer para seguir rememorando: «cuando la gente se entera que soy su hijo quieren transmitirme las vivencias que tuvieron con mi padre». Demostraciones de cariño a las que el director da un inestimable valor: «Es impresionante vivir esas muestras de afecto pues históricamente en la época de mi padre el ‘director dictador’ era muy típico y él era lo opuesto, pues tenía unas convicciones muy democráticas con las que lograba conseguir lo que quería sin forzar las cosas».

   En el trato personal se interponía la profesión de López Cobos y lo que conlleva, aunque no evitó que padre e hijo tuvieran una relación personal. «Estaba viajando continuamente y era difícil lograr pasar tiempo juntos y solos, y esos momentos fueron muy lindos, aunque fuera de su trabajo era muy tímido y había que abrirle, pero luego convivir era magnífico». Y en lo que respecta a la faceta musical López-Ferrer tiene muy claro los valores de López Cobos. «Era la persona más estudiosa que he visto, llegaba a casa, se ponía a trabajar y tenía las partituras no sólo con los arcos señalados sino con todo tipo de anotaciones para dar con el fraseo que quería, y eso supone un montón de trabajo que hacen muy pocos directores. Fue un músico que se entregó completamente a su profesión, a la vida de artista, de una manera muy sincera, sin que le tentara el poder que pudiera implicar ser director, y además era un gran psicólogo a la hora de relacionarse con los músicos de la orquesta». El programa incluye la Sinfonía nº30 de Mozart con la dirección de Andrés Salado; la Romanza para violín y orquesta nº2 de Beethoven, con la solista Patricia Cordero, y el Adagietto de la Sinfonía nº5 de Mahler, dirigidos por Lucas Macías; la Canción del destino de Brahms, que contará en el podio con Jordi Casas; y para finalizar el Allegro de la Sinfonía Nº1 de Brahms e In Paradisum del Requiem de Fauré cuya dirección recae en François López-Ferrer. Intervendrán también los coros Harmonia, Discantus, Alterum Cor, Piccolo y Audi-Nos. Una fórmula que ve bien López-Ferrer. «La idea es que sean partes de obras, ya que se trata de presentar a una generación de jóvenes directores junto a personas que estaban muy ligadas a mi padre, como yo mismo y Jordi Casas, que trabajó durante muchos años con él», defiende el director quien eligió las obras de Brahms y Fauré en base a argumentos muy claros: «El último movimiento de la Sinfonía Nº1 de Brahms lo escogí porque es casi una sinfonía por separado, muy relacionado con la quinta sinfonía de Beethoven, que pasa de la oscuridad a la luz, una idea que está muy vinculada con este homenaje, y es una obra que de alguna manera cuenta bastante la historia y la lucha en la vida de mi padre porque no lo tuvo nada fácil, ni profesional, ni personalmente, aunque siempre logró salir adelante». Por lo que se refiera a In paradisum del Requiem de Fauré tampoco tiene dudas el director. «Parece que cuando comienza con el órgano y las cuerdas es como si ya estuviera sonando hace tiempo, suspendida la música en el espacio, y se escucha el tránsito de llevar el cuerpo de la Iglesia al enterramiento por lo que, aunque es muy contrastante con lo de Brahms, pienso que resulta muy adecuado para decir: adiós, descansa en paz».

   François López-Ferrer nació en Suiza, concretamente en Lausana, de padre español y madre cubana, se formó en los E.E.U.U, comenzó a dirigir profesionalmente hace cuatro años y actualmente es director asociado de la Orquesta Nacional Sinfónica de Chile y dirige a diferentes formaciones en Europa. «He aprendido un montón, tanto en la faceta administrativa como en lo musical y, debido a mis orígenes y en donde he trabajado, he recibido muchas influencias diferentes», considera el director. Una faceta de su aprendizaje que empieza por su relación con su maestro Leonid Grin, con el que lleva diez años. «Él pertenece a la época de oro de Rusia, y aunque es ucraniano, conoció a todos los grandes profesores de aquel momento, mientras que mi padre estudio en Austria en una escuela diferente, por lo que yo tengo una mezcla de todos». Esa combinación él la concreta en los siguientes rasgos: «Mi manera de hacer música no es calculadora sino espontánea, y cuando repito una obra varias veces intento hacer siempre algo distinto». López-Ferrer trata de explicarse de manera más pormenorizada con un ejemplo: «Swarowski decía que ante una sinfonía de Mozart en la que primero está la introducción y luego el allegro, tiene que haber una conexión exacta; y aunque es una idea totalmente justificada yo tengo otra, pues para mí la música es algo muy emotivo y veo la dirección como si estuviera tocando un gran instrumento que es la orquesta y no se trata de marcarla, se trata de tomar lo que ésta te ofrece y mezclarlo con tu forma de pensar, logrando conectar ambas cosas».

   Su padre le indicó el camino de una profesión compleja al tiempo que maravillosa. «Yo le preguntaba si hubiera hecho algo distinto de haber sido posible y siempre me respondía que no, aunque algunas veces sintiera envidia de ciertos amigos que tenían más tiempo para estar con la familia; y yo me pregunto lo mismo y me doy la misma respuesta, sobre la que me he afianzado todavía más en este último año con su muerte», afirma categórico quien es consciente «de lo complicado que es empezar y mantenerse».

   No es la primera vez que López-Ferrer dirige a la Sinfónica de Castilla y León, pues ya lo hizo en el concurso Frechilla-Zuloaga. «Debuté el año pasado con la OSCyL y ahora vuelvo en su temporada y me encantaría regresar pues se trata de una orquesta fantástica con la que llegas y puedes hacer directamente música sin necesidad de armarla previamente, y este concierto resulta muy emocionante y un honor para mí ya que voy a dirigir en la Sala Sinfónica Jesús López Cobos».

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