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Crítica: Gala 60 Aniversario de la Asociación de Amigos de la Ópera de Madrid

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Autor: Óscar del Saz
17 de septiembre de 2023

Crítica de la Gala 60 Aniversario de la Asociación de Amigos de la Ópera de Madrid ofrecida en el Teatro Monumental por la Orquesta Sinfónica de RTVE, bajo la dirección musical de Thomas Herzog, con Carmen Solís (soprano), Antonio Gandía (tenor), Angélica Mansilla (mezzosoprano), José Julián Frontal (barítono), Carmen Romeu (soprano) y Francisco Corujo (tenor)

Gala 60 Aniversario de la Asociación de Amigos de la Ópera de Madrid

Futuro frente a Historia

Por Óscar del Saz | @oskargs
Madrid, 15-IX-2023. Teatro Monumental. Gala 60 Aniversario de la Asociación de Amigos de la Ópera de Madrid.  Obras de A. Catalani (1854-1893), Ch. Gounod (1818-1893), A. Thomas (1811-1896), R. Wagner (1813-1883), J. Massenet (1842-1912), G. Bizet (1838-1875), V. Bellini (1801-1835),  Ruperto Chapí (1851-1909), F. Moreno Torroba (1891-1982), G. Giménez (1854-1923), M. Penella (1880-1939), M. F. Caballero (1835-1906), P. Sorozábal (1897-1988). Carmen Solís (soprano), Antonio Gandía (tenor), Angélica Mansilla (mezzosoprano), José Julián Frontal (barítono), Carmen Romeu (soprano), Francisco Corujo (tenor). Orquesta Sinfónica de RTVE. Thomas Herzog, director.

   Comencemos por decir, y tildar de gran logro, que la Asociación de Amigos de la Ópera de Madrid (AAOM) haya podido celebrar su Gala 60 Aniversario con una orquesta del nivel de la Orquesta Sinfónica de RTVE, y ofrecer una Gala Lírica que será grabada por TVE y Radio Clásica, y emitida en el programa Los Conciertos de La 2. Deseamos que esta maravillosa colaboración se establezca como estable y a largo plazo. El segundo gran logro fue el poder convocar a un ramillete de artistas de calidad contrastada, que pudiera hacer justicia a tan importante evento, teniendo en cuenta que hubo bastantes más cantantes interesados en participar pero que por problemas de agenda no pudieron comparecer. 

   Por motivos de enfermedad, se anunció la sustitución de la mezzosoprano Marina Rodríguez-Cusí por su colega de cuerda Angélica Mansilla. También se difundió por megafonía que la soprano Carmen Romeu cantaría «a pesar de no encontrarse en óptimas condiciones». Y, como comprobamos a lo largo del concierto, el tercer logro fue contar con las magníficas prestaciones de la batuta del suizo Thomas Herzog (Basilea, 1972), director que siente una especial atracción por nuestro país y nuestro repertorio, desde hace décadas, ejercitándolo con denuedo en Centro-Europa, sin olvidar que en esos lares es especialista en los grandes repertorios de ópera y ballet.

Gala 60 Aniversario de la Asociación de Amigos de la Ópera de Madrid

   Aunque -por innecesario- no hubo reseñas en el programa de mano sobre las obras que se interpretaron, en general muy conocidas, sí queremos destacar el mensaje que el nuevo y flamante presidente de la Asociación de Amigos de la Ópera de Madrid, Alfredo Flórez, escribió refiriéndose al pasado y al futuro de esta Asociación, así como su resumen de «las labores de difusión y promoción del amor de la ópera en Madrid» que se realizan en la actualidad, a saber: 24 años de trayectoria de su Ciclo de Jóvenes Cantantes, su afamada revista Intermezzo, el Ciclo de Conferencias de Ópera y Zarzuela, Becas y Cursos de Verano para jóvenes cantantes y, muy importante, su programa Ópera Kids -dirigido por Aquiles Machado y Amanecer Sierra- como forma de crear nuevos públicos a partir del conocimiento de lo que es la ópera en los niños de Madrid.

   Evidente es que la Asociación también se enfrenta a una serie de amenazas que se han ido agudizando con el paso del tiempo, como es la pérdida estructural del número de socios, muchos de ellos de avanzada edad -no olvidemos lo ocurrido durante la pandemia del Covid-, pero también la competencia desleal que sufren en esos ámbitos que ellos mismos han protagonizado, e incluso ideado/creado, contra «grandes maquinarias» del negocio mercadotécnico de la ópera, como son -sin ir más lejos- el mismísimo Teatro Real y su plataforma «Fundación Amigos del Real», que ha arrebatado de forma inclemente socios a la AAOM, relegando a ésta a la simple gestión de los abonos de las temporadas para sus socios, pero prohibiendo -nos consta- que la Asociación pueda hacer publicidad de sus labores dentro del espacio físico del Teatro Real. Además, y esto nos parece muy injusto, no existe en ninguna parte de la web del Teatro Real alusión alguna a la historia de la AAOM que tantos años fue un puntal indispensable para la continuidad de la ópera en Madrid.

   Quizá haya llegado el momento de rebelarse y competir en igualdad, convirtiéndose en un actor activo e influyente, con autonomía, demostrando quién puede atribuirse realmente los méritos de la buena salud de que goza la ópera en Madrid, planteando incluso abrirla y capilarizarla a más ámbitos y espacios físicos de la vida cultural madrileña, de forma itinerante, incluso, generando más sinergias con la Escuela Superior de Canto de Madrid (nueva sede de la AAOM) y utilizando -de verdad- toda la potencia de las tecnologías digitales -y no sólo por la presencia en las redes sociales-, sino creando plataformas interactivas donde los socios puedan captarse beneficiarse de múltiples contenidos que ahora es posible ofrecer en virtud de «lo digital»: Futuro frente a historia.

   La gala se dividió en dos partes, fragmentos de ópera para la primera y de zarzuela para la segunda. La primera parte comenzó con la obertura de la ópera Roberto Devereux, de Donizetti. Dicha pieza remarca a las claras la rendida servidumbre de la corte a la reina Isabel I de Inglaterra, parafraseando musicalmente la melodía del conocido himno «God Save The Queen», planteada con etérea elegancia por parte de Thomas Herzog, para después contrastar muy adecuadamente las partes más rítmicas, marciales y dramáticas (resaltando los timbales, como los momentos previos a la ejecución del protagonista), encaminando la pieza a un brioso allegro y final muy bien contemporizado. 

   En el preludio de Los borrachos, de Gerónimo Giménez, Herzog volvió a demostrar, dirigiendo sin partitura, el gran conocimiento y control de nuestro repertorio sobre piezas tan maravillosamente orquestadas como lo es ésta. Ejecutó una lectura ágil y, sobre todo, muy transparente con las secciones instrumentales, que superponen sus venas melódicas, dotando a la pieza de una solidez y belleza sonora únicas.  

Gala 60 Aniversario de la Asociación de Amigos de la Ópera de Madrid

   Herzog ha sido desde sus inicios un gran valedor y conocedor del género de la zarzuela, incluyéndolo en sus programas muy frecuentemente. Hemos de decir que su concepción del género es  adecuadamente purista y preciosista, y conoce todos los códigos que se deben poner más allá del atril para poder llegar con fuerza al público, ya que sabido es que la música de zarzuela contiene dentro de ella muchos distintos estilos, y que ha de atenderse de forma diferenciada a tan diverso corpus compositivo de músicos/autores del género. 

   No descartamos que Thomas Herzog pueda ser uno de los directores más indicados para dirigir una zarzuela completa en el Teatro de la Zarzuela en virtud de la ya más que previsible internacionalización del género debida a la consecución del galardón de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por parte de la Unesco.  

   En esta gala, el maestro contó en todo momento con la gran experiencia de la Orquesta sifónica de RTVE, con la que ya ha trabajado, y con su vastísimo repertorio, encomendándose a su batuta y ejecutando todas sus órdenes al pie de la letra. Herzog, además, estuvo muy pendiente en todo momento de los cantantes facilitándoles la labor. 

   Por su belleza vocal, musicalidad, oficio, técnica y su gran poder de comunicación de los personajes que encarna -incluso en versión concierto-, Carmen Solís es el ejemplo de soprano que uno no entiende no haya aún debutado en los teatros españoles más importantes. En su primera intervención acometió el aria «Ebben? Ne andrò lontana», de La Wally, de Alfredo Catalani, en una versión muy interiorizada, intimista, y matizadísima, basada en el moldeo/énfasis dramático de cada palabra y en un canto plagado de variaciones dinámicas en muchos casos en forma de primorosos reguladores. No cortar el postludio orquestal -como debe hacerse- después del concentrado agudo final fue un plus que redondeó su magnífica versión. En la parte de zarzuela, Carmen Solís desplegó toda su vis cómico-actoral con el muy bien escenificado Brindis de Chateau Margaux, pieza de dificultad y un reto para cualquier soprano que se precie, rematada por un espléndido agudo que llenó la sala.

   Exactamente el mismo comentario que hacíamos sobre los teatros a los que deberían acceder ciertos cantantes, lo hemos de repetir con el tenor Antonio Gandía, poseedor de una voz de lírico-ligero muy técnica pero a la vez muy cálida y generosa en los agudos, así como poseedor de un envidiable centro, dicción de calidad y que aplica siempre un estilo muy ajustado a cada repertorio. En la parte de ópera se las tuvo que ver con la dificilísima aria «L’amour, l’amour…Ah lève-toi soleil», de Romeo y Julieta, de Gounod. 

   A nuestro entender, es difícil encontrar ahora mismo tenores que puedan hacer justicia a esta aria, pero Gandía supo cincelarla con el ardor de un amante Romeo al que difícilmente se le resistiría una Julieta que escuchara una interpretación tan efectiva como efectista, basada en aéreos fraseos y con todos los múltiples sobreagudos en su sitio, restallando en expansividad y proyección ‘alla Kraus’ -no en vano fue uno de sus principales alumnos-, terminando el último de forma muy prolongada. 

Gala 60 Aniversario de la Asociación de Amigos de la Ópera de Madrid

   De igual forma podemos hablar de la romanza de Luisa Fernanda, de Federico Moreno Torroba, «De este apacible rincón de Madrid», en la que parece que Gandía no necesita dosificarse para poder acometer las secciones con cincel más fraseado o las de aguerrida intención, no afectándole en ningún caso las zonas en las que hay ‘paso’ de la voz. Con su instrumento fresco en todo momento de la interpretación, arrojado y resuelto, culminó con un agudo poderoso, timbrado y muy bien proyectado.

   La mezzosoprano Angélica Mansilla interpretó «Connais tu le pays», de la ópera Mignon, de Ambroise Thomas, con una voz un tanto dura en la emisión y con un fraseo tendente a lo espartano, aunque su material vocal de mezzo es de muy buena calidad, ya que estamos ante una verdadera voz de esa cuerda, de esas que no necesita enmascarar nada para sonar verdaderamente con ese color. Su dicción francesa resultó poco resolutiva. En la parte de zarzuela, de El baile de Luis Alonso, de Gerónimo Giménez, Mansilla no supo aplicar convenientemente el acercamiento mezcla histriónico, mezcla indignado, a un personaje que clama contra los hombres: «¡Ay, malaya la persona que se fía de un gachó!», no brillando además en el raudo parlato que corre paralelo a las notas de la orquesta y donde no supo ir junto a ella. 

   El repertorio lírico alemán también estuvo presente de la mano de Richard Wagner con «Wie Todesahnung… Oh du mein holder Abendstern», del Tannhäuser. El barítono, José Julián Frontal, que parece que ha vuelto a los escenarios con su repertorio habitual, realizó una interesante interpretación, de carácter elegiaco, muy pegada en el estilo al puro ‘liederismo’, lo que implica dotar de alta importancia a los textos y, simultáneamente, aplicar un canto legatísimo y en pianísimo que enfatizó la bella melodía de la segunda sección. 

   En contra, quizá, tuvo el comienzo de la pieza, que le quedó un tanto grave, no en notas, pero sí en un color que es más apropiado para un bajo más denso. Gran especialista en zarzuela, y dotado de una de las voces más flexibles de su cuerda, brilló especialmente con «¡Soleá!.. Ya no me ‘quea naíta en la vía, ná’», de la ópera de Manuel Penella, El gato montés, en una versión muy sublimada y etérea, de alta componente sentimental a fin de dibujar acertadamente ese estado del personaje.

   La soprano valenciana Carmen Romeu, poseedora de una gran voz, tanto en belleza como en volumen, lo dio todo para cumplir con su primer compromiso operístico para cantar «De cet affreux…Pleurez! Pleurez mes yeux!» de la ópera Le Cid, de Jules Massenet, en una versión de esta dura aria -por el canto y por la fuerte componente expresiva que hay que poner en juego- que nos recordó mucho a la que realizara la Montserrat Caballé cuando interpretaba esta ópera. 

   Aunque se anunció que la soprano no estaba en óptimas condiciones, nosotros sólo percibimos algún agudo un tanto velado o alguna nota sensiblemente desafinada. En la parte de zarzuela se enfrentó a la romanza «Cuando está tan hondo», de la zarzuela de Ruperto Chapí, El barquillero, interpretada con mucho denuedo en la intención y expresando muy eficientemente las vicisitudes del personaje, realizando una muy estimable versión.

   El tenor canario Francisco Corujo se quiso citar con Georges Bizet y su ópera Los pescadores de perlas, con la paradigmática aria «Je crois entendre encore», con buenas prestaciones en cuanto a belleza vocal, calidad en el fraseo, pianos quizá exagerados, y un muy buen control del fiato para sostener la bellísima melodía, que además resultó afinadísima, y donde la orquesta nunca pudo dejarle en evidencia. Las subidas a los agudos fueron flexibles, y el final fue muy prolongado, con un regulador que acabó en un hilo de voz. 

   En la parte correspondiente a la zarzuela, se enfrentó al «No puede ser», celebérrima romanza de La tabernera del puerto, de Pablo Sorozábal, en donde primó la caracterización de la psicología de un personaje que se rebela contra el bajo Simpson y reivindica la bondad de su amada. Es posible que su interpretación actual, demasiado introspectiva a nuestro parecer, pueda tener margen para otro enfoque más aguerrido -en consonancia con la orquestación de Sorozábal- y dotarla más adelante de una mayor densidad, cuando el tenor alcance una mayor redondez en su instrumento. 

   El resto de la gala estuvo compuesta por dúos entre algunos de los integrantes. Carmen Solís y Carmen Romeu interpretaron el difícil y trepidante dúo de la ópera Norma, de Vincenzo Bellini, «Mira, o Norma», donde hay que hacer valer un belcantismo que siempre recurre a una orquesta mínima en apoyos, y donde la voz tiene que hacerlo y expresarlo todo. Ambas cantantes empastaron bien y fueron muy juntas en las agilidades y estuvieron muy seguras en la coloratura. Fueron muy aplaudidas.

   Francisco Corujo y José Julián Frontal afrontaron el dúo «Au fond du temple saint», de Pescadores de perlas, de Bizet, que incluyó entera la famosa escena de dúo entre Zurga y Nadir, desde el principio, como a nosotros nos gusta, ya que se enriquece muchísimo la ambientación del número. Aunque el dúo resultó bien caracterizado con apuntes de escenificación, en algunos momentos ambos intérpretes debieron esforzar su volumen puesto en juego para no ser cubiertos por la orquesta.

   De la ópera de Manuel Penella El gato montés, la soprano Carmen Solís y el tenor Antonio Gandía interpretaron de forma primorosa «Me llamabas, Rafaelillo» que contiene el famosísimo pasodoble «Torero quiero ser», pieza vistosísima que siempre luce cuando se cuenta con voces tan poderosas como las de estos dos artistas y se llega al clímax final con medios vocales sobrados para liberar al alimón un poderoso y contundente agudo. Fue la pieza más aplaudida de la noche, y no fue para menos.

   La gala finalizó con un broche adecuado con el paradigmático dúo «Por qué de mis ojos», de La Revoltosa, de Ruperto Chapí, a cargo de la mezzosoprano Angélica Mansilla y el barítono José Julián Frontal, muy bien conformado vocalmente, además de semi escenificado, por ambos intérpretes. Como pieza final y a modo de propina se interpretó, con distintos dúos entre los cantantes, el brindis de La traviata. Obviamente, se trataba de acabar con ópera dado el cometido de la Gala. Ya se sabe que estos dúos múltiples nunca salen como está previsto, pero al menos se hizo colaborar al público con las palmas que sustituyen a la parte de coro.

   En suma, una Gala de 60 Aniversario que estuvo a la altura de su finalidad, del lugar y de los intérpretes, muy del gusto del público, aunque quizá -y debido a los avisos por tormentas- el Teatro Monumental no se llenara al completo. Deseamos desde aquí larga vida a la Asociación de Amigos de la Ópera de Madrid para que continúen con el espíritu que nació en 1963 en el Círculo de Bellas Artes, debido al cierre de Teatro Real desde 1925. La Tosca de la grandísima Magda Olivero, en 1964, fue uno de los primeros hitos históricos de la Asociación. Ahora, sólo cuenta el futuro. 

Fotos: Facebook Orquesta Sinfónica RTVE

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