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Crítica: Thomas Hengelbrock y la Balthasar Neumann Choir and Orchestra interpretan la «Missa Solemnis» de Beethoven

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Autor: José Antonio Cantón
11 de marzo de 2025

Crítica de José Antonio Cantón de la Missa Solemnis de Beethoven, interpretada en Muria por Thomas Hengelbrock y la Balthasar Neumann Choir and Orchestra 

Thomas Hengelbrock

Memorable Missa Solemnis 

Por José Antonio Cantón
Murcia, 08-III-2025. Auditorio y Centro de Congresos “Víctor Villegas”. Balthasar Neumann Choir and Orchestra. Solistas: Regula Mühlemann (soprano), Eva Zaïcik (contralto), Julian Prégardien (tenor) y Gabriel Rollinson (barítono). Director: Thomas Hengelbrock. Obra: Missa Solemnis de Ludwig van Beethoven.

   La presencia del Coro y la Orquesta Balthasar Neumann en el auditorio regional de Murcia constituía la cita más significativa anunciada de su ciclo sinfónico de la presente temporada, máxime, si se tiene en cuenta que se producía con la interpretación de una de las cumbres de la creación sinfónico coral como es la Missa Solemnis, Op. 123 de Beethoven, la composición preferida del compositor de toda su genial producción, que la convierte en un verdadero hito de la historia del arte universal. Entrar en la valoración de esta interpretación supone un verdadero reto para el que suscribe dada la extraordinaria materialización artística y sonora que ha significado el análisis de esta obra realizado por una de la batutas más prestigiosas de Europa durante las últimas décadas como es el maestro Thomas Hengelbrock

   Utilizando el curioso temperamento que articuló el gran polímata británico Thomas Joung en 1799 con miras a mejorar y precisar físicamente la afinación de los instrumentos en pos de incrementar la brillantez de su respuesta sonora, el maestro inició la dirección de la obra con esa disposición de estar seguro de su paradigmática dimensión estética que implica exigir siempre el máximo de cada uno de los amplios elementos que le son necesarios. Así hay que decir que la orquesta se presentaba haciendo gala de un sonido realmente sugestivo y atrayente que predisponía a una impactante entrada del coro en el Kyrie en el que quedó patente la afinación, cohesión tímbrica y capacidad expresiva de los cantores a un alto nivel, que hacía presentir una espectacular interpretación, como quedó confirmada a lo largo de la actuación. El cuarteto solista no les fue a la zaga sino que quedó muy definido en cada registro desde el primer momento en el desarrollo de este primer número de la misa, acentuando la función de necesaria primera invocación que tiene desde el punto vista litúrgico reconociendo la grandeza del Altísimo junto a una ansiada petición de piedad.

Thomas Hengelbrock

   Con la llegada del Gloria, el maestro Hengelbrock expandió todas las posibilidades tanto de la orquesta como del coro, que reflejaban el estado anímico del compositor en una constante agitación. El titular y fundador de Balthasar Neumann Choir&Orchestra, dio prioridad a la intención descriptiva que propone Beethoven en esta página sublime culminada con la grandiosidad de la fuga conclusiva donde quedaba patente la superación del contrapunto barroco por los postulados estéticos del klingeriano movimiento Sturm und drang. Poder escuchar en música ese momento con tanta autenticidad y hondura significaba todo un privilegio para el oyente que podía así disfrutar de la enorme humanidad de este gigante de la creación musical. Con el glorioso final de este perfectamente estructurado movimiento sinfónico se pudo admirar la excelencia del coro desarrollando una capacidad de contra-canto que se hizo extensiva al cuarteto solista en la coda previa a su terminación, que llevaba a recordar la exultante conclusión de la Novena Sinfonía.

   El estado de admiración en que se encontraba el auditorio tuvo su continuidad en el acto de fe de Beethoven que significa el Credo de esta misa, enunciado en la partitura con la rotunda afirmación del músico: “Dios por encima de todo. Dios jamás me ha abandonado”. Considerando el poder simbólico que puede ofrecer su contenido, Hengelbrock distinguió cada una de las etapas de la vida de Jesucristo según los recursos de los que se vale el compositor; una estructura rítmica fugada en los momentos de mayor densidad del texto, líneas melódicas de amplios intervalos descendentes, el soporte camerístico instrumental a cargo del cuarteto de cuerda y la flauta para sustentar el etéreo Misterio de la Encarnación expresado por los solistas o el portentoso pasaje de la Crucifixión hasta llegar a la imponente exaltación orquestal impulsada por unos timbales accionados espectacularmente por su titular, Mike Asche, en sus pasajes finales, de modo impactante el Amen al reafirmar nuevamente la esencia temática de esta parte fundamental de esta obra.

   El Sanctus fue todo un discurso meditativo por la forma de tratar su razón de ser. El maestro intensificó su carácter mistérico, especialmente en el advenimiento del vivificante Espíritu transmitido por el solo de violín a cargo del concertino madrileño, Pablo Hernán Benedí, que se adaptó a la serenidad y el sosiego con los que el compositor quiere presentar la trascendente transubstanciación eucarística, que se convertía en un momento clave de inflexión de la obra antes de abordar el Benedictus con el que concluye, en el que cuarteto solista brilló en todo su esplendor superando las enormes dificultades técnico-vocales que plantea Beethoven.

   Siguiendo los deseos de éste, Thomas Hengelbrock llegó al culmen de su constructo planteamiento en el Agnus Dei alcanzando la sustancia dramática que lo anima haciendo plena distinción de esa especie de contraposición entre orquesta y coro dentro del carácter hímnico que el compositor nuevamente quiso orientar en palabras escritas en la partitura: “Plegaria para invocar la paz interior y exterior”. La contrastada función del cuarteto vocal quedó perfectamente reflejada como elemento catalizador entre la orquesta y el coro, permitiendo que el enorme caudal espiritual que fluye de esta obra se materializara en sonido, cuyo efecto llevaba al oyente a ser testigo privilegiado del arte vivo, original y puro que contiene esta creación incomparable de la historia de la música.

   Sin duda la experiencia que significó su escucha, por tan elaborada y analizada lectura por parte del maestro Hengelbrock, llevó a que en todo momento se pudiera discernir, en la compleja transmisión a sus pupilos, la consideración de que la música es sabiduría, magia, amor y una fuente de narración insuperable cuando en plenitud está al servicio de un texto. Este propósito se hizo realidad, llegando a constituirse esta interpretación de la Missa Solemnis de Beethoven en un memorable referente de los más de treinta años de existencia del auditorio de Murcia.

Fotos: Marcial Guillem

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