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Crítica: Concierto del Trío Castelao en el Festival de Música Ciudad de Lugo

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Autor: Pablo Sánchez Quinteiro
5 de junio de 2022

El Trío Castelao ofrece un concierto en el Festival de Música Ciudad de Lugo con obras de Francais, Durán y Beethoven

Trío Castelao

Ensusiasmo contagioso

Por Pablo Sánchez Quinteiro | @psanquin
Lugo, 25-V-2022. Círculo de Bellas Artes. Festival de Música Ciudad de Lugo. Trío Castelao. Obras de Juan Durán, Jean Françaix y Beethoven.

   Del 21 de mayo al 8 de junio la ciudad de Lugo acoge el festival de música clásica decano de Galicia, el «Festival de Música Cidade de Lugo», también conocido como «Semana de Música do Corpus». Como es habitual cada año, se presenta de forma intensiva al público lucense y gallego una programación de lo más variada, tanto en lo estilístico como en el tipo de agrupaciones que se dan cita. 

   Ya afrontando su recta final, hemos tenido hasta el momento la ocasión de asistir a tres conciertos que son un reflejo del alto nivel musical del certamen. El primero de ellos, el 25 de mayo, supuso la presentación del Trío Castelao, una formación de violín, viola y violoncello, mucho menos frecuente que el tradicional trío con piano. Se trata de una propuesta formada por el violinista Pedro Rodríguez, la violista Inés Picado y el violonchelista Raúl Mirás. Tres excelentes músicos bien conocidos en Galicia que tras iniciar su formación en la Orquesta Joven de la Sinfónica de Galicia se han especializado a conciencia fuera de España, y que, afortunadamente, han tenido la oportunidad de volver a Galicia, dónde están fuertemente implicados tanto en la música orquestal como camerística.

   El contagioso entusiasmo de los tres músicos se tradujo en breves pero amenas presentaciones de las obras interpretadas. Fue la primera de ellas el interesante Trío de Jean Françaix, obra de los años treinta inscrita en la corriente neoclásica francesa de la que Poulenc fue el máximo representante. La obra es una magnífica tarjeta de presentación para un trío tan juvenil, pues es música rebosante de humor, alegría y también virtuosismo. Pero por detrás de este carácter ligero subyace una densa escritura que requiere la máxima concentración y concertación entre los intérpretes. Estos respondieron a la perfección, con magnífica precisión en los ataques y un sonido limpio y afinado y musicalidad. Entre los cuatro movimientos destacaron el Scherzo electrizante, repetido como propina al final de la noche, y el evocador Andante.

   A continuación, fruto del interés del grupo por promover la música gallega se abordó la Metamorfosis sobre un tema de Beethoven de Juan Durán, obra de 2007. Presente en la sala, el compositor se dirigió al público una locución más extensa en la que en primer lugar agradeció la atención prestada por el grupo a la música gallega a la vez que agradecía el haber sido él mismo el afortunado en esta ocasión; probablemente con cierta ironía, pues es Durán uno de los compositores gallegos más programados. Su condición de profesor se reflejó en una muy didáctica reflexión sobre el tema de las variaciones y las diferencias. La obra parte de uno de los materiales beethovenianos más hermosos, el Adagio de la sonata Patética, sobre cuyo tema el trío realiza una progresiva deconstrucción que conduce a un clímax tras el cual se reproduce el tema beethoveniano de forma palimpseptaria. Escuchando la obra me vino a la cabeza la entrevista realizada en su día al compositor en CODALARIO en la que éste defendía con convicción el hipotético agotamiento del material musical. Afortunadamente, tan peculiar planteamiento no ha limitado en lo más mínimo su vena creadora en los últimos años.

   Concluyó la velada con el plato fuerte de la noche, perfectamente entroncado con la obra de Durán, el Trío op.9 nº3 de Beethoven. Desde el Allegro spiritoso inicial recibió una interpretación precisa y vibrante, sin amaneramientos ni tempi caprichosos y con un adecuado balance entre los tres músicos, sin que el violín principal protagonista del discurso musical, impusiese un papel preponderante. Una interpretación democrática en la que los tres instrumentistas aportaron su personalidad propia; siendo destacables por ejemplo las hermosas respuestas de la viola a la melodía del violín o los vehementes acordes del cello en la coda del primer movimiento. Toda una delicia, que se prolongó en un celestial Andante, que en su climática sección central anticipa el dramatismo de la futura producción beethoveniana. Fue igualmente impactante la vitalidad imprimida al Trío y el virtuosismo del Presto final, en cuyas escurridizas escalas el trío exhibió un sonido empastado y transparente al máximo. Cuando la obra llegó a su curiosísima conclusión, totalmente anticlimática, y en la que Beethoven se inspiró claramente en Haydn, no pude dejar de pensar: ¿Se trataría de un incipiente indicio del agotamiento del lenguaje musical? Bromas aparte, fue una interpretación modélica, que cerró un concierto, breve pero muy intenso, que hizo que el tiempo se detuviese en el Salón de Columnas del Círculo de las Artes.

 

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