Crítica de Raúl Chamorro Mena del concierto ofrecido por la Joven Orquesta Nacional de España [JONDE] en el Auditorio Nacional de Música de Madrid, bajo la direccion de Vasily Petrenko
Entusiasmo juvenil
Por Raúl Chamorro Mena
Madrid, 20-I-2025. Auditorio Nacional. Le boeuf sur le toit – El buey en el tejado, Op. 58 (Darius Milhaud). Daphnis et chloé, suites nº 1 y 2 (Maurice Ravel). Concierto para orquesta, Sz. 116 (Béla Bartók). Joven Orquesta Nacional de España. Director: Vasily Petrenko.
Muy interesante concierto el que aquí se reseña, pues permitió ver a los jóvenes músicos de la Joven Orquesta Nacional de España [JONDE] tocar con fervor y entrega bajo la dirección de un maestro consolidado como es el ruso Vasily Petrenko, actual titular de la Royal Philarmonic Orchestra.
El evento forma parte de una gira de conciertos en cinco ciudades españolas y las obras contenidas en el programa –todas del siglo XX- constituían, desde luego, una piedra de toque para cualquier agrupación. Hay que subrayar que, con aspectos por pulir, por supuesto, la impresión fue positiva y así lo mostró el público con sus ovaciones que tuvieron como premio hasta tres propinas.
Los recuerdos de su estancia en Brasil como miembro del cuerpo diplomático, fundamentan la composición de Darius Milhaud El buey en el tejado, destinada en un principio a una película de Charles Chaplin. Sin embargo, por iniciativa de Jean Cocteau la obra devino en una especie de ballet-pantomima o «farsa surrealista». La JONDE, bajo la dirección de Vasily Petrenko, resaltó con fogosidad los ritmos brasileiros en forma de tangos, maxixes y sambas, tan presentes en la partitura, si bien predominaron la frescura, el entusiasmo y el ímpetu danzable sobre la claridad expositiva y la diferenciación de planos orquestales.
Igualmente, en las dos suites del ballet Daphnis et chloé de Ravel faltó limpieza en las texturas y una mayor gama de colores para resaltar en todo su esplendor la fascinante orquestación del gran músico francés. De todos modos, la batuta de Petrenko, con su gesto amplio y claro, perfiló bien la atmósfera de misterio del nocturno y el amanecer, mientras la danza guerrera y la general surgieron con brío, fogosidad y pulso enérgico con una orquesta intensa e incandescente.
Petrenko, sin poder evitar borrosidades, puso orden en el muy exigente concierto para orquesta de Béla Bartók y garantizó una interpretación de impecable acabado canalizando el entusiasmo de la orquesta. Se impusieron la entrega, determinación y ardor juvenil sobre las sutilezas. Faltaron transparencia, detalles y contrastes, pero no puede negarse la factura musical de la versión, en la que brilló especialmente la entrega de los músicos a la guía de Petrenko. Un placer, conviene insistir, ver una batuta consolidada implicada con una orquesta joven y a sus músicos plenos de ánimo y motivación.
Hasta tres propinas ofrecieron Petrenko y la Joven Orquesta Nacional de España. En primer lugar, una animada Danza húngara nº 1 de Johannes Brahms y después de La Arlesiana de Georges Bizet, el pasodoble Amparito Roca de Jaume Texidor acompañado por olés de los músicos, que terminaron la pieza con brillantez puestos en pie.
Fotos: JONDE / Elvira Megías
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