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Vladimir Fedoseyev y Egils Silins, protagonistas del cuarto concierto de la Sinfónica de Castilla y León

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Autor: Codalario
17 de noviembre de 2016

 4º Concierto de la Temporada de la OSCyL: Fedoséyev y Silins elegidos para un programa de música rusa

   Por Agustín Achúcarro
El cuarto concierto de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León (17 y 18 de noviembre) en el Auditorio de Valladolid está dedicado a dos compositores rusos, Músorgski y Prokófiev. En relación al primero la ópera y el canto son los protagonistas, ya que interpretarán el preludio de Jovánschina (Amanecer sobre el río Moscova), inicio de la ópera calificada como un drama musical popular, y los Cantos y danzas de la muerte, en la orquestación de Shostakóvich. Del segundo tocarán la Sinfonía Nº7 en Do sostenido menor, Op. 131, aunque inicialmente estaba programada la Nº6.

   La OSCyL cuenta para este repertorio con dos músicos muy afines al mismo, el director Vladimir Fedoseyev y el bajo-barítono Egils Silins, que interpretará las canciones de Músorgski, algo que ambos ya han hecho juntos. Silins posee la dicción y el fraseo adecuados para esta obra, y combina el timbre y los colores oscuros que le pide el registro grave, al tiempo que posee la ductilidad baritonal de su registro agudo, dentro de unos parámetros de equilibrio. Así que es un intérprete capaz de trasmitir lo que provocan estas canciones, en las que la muerte es el personaje que llama a la puerta de los humanos para reclamar lo que es suyo. En la Canción de cuna la muerte se cambia por la madre que cuida a su hijo enfermo, para llevarse al bebé con ella; en la Serenata la  muerte canta para reclamar la vida de su amada; en Trepak la parca es compañera de baile del viejo campesino; y en El mariscal de campo la muerte pasa cruel revista a sus tropas, formadas por los fallecidos en el campo de batalla.

   En el repertorio de Silins figuran papeles wagnerianos como los de El holandés errante, Wotan, Amfortas, Telramund o Kurnewal y, en relación al italiano, ahí están su Scarpia, Don Basilio o los verdianos Attila, Felipe II, el Gran Inquisidor, Procida, Iago o Giorgo Germont. Por supuesto no falta en su repertorio la ópera rusa, como demuestran El príncipe Igor de Rimski-Korsakov, Aleko de Rajmáninov, Eugenio Oneguin de Tchaikovski, y Boris Godunov de Músorgski, del que ha encarnado desde su protagonista a papeles secundarios, ya que ha interpretado al zar Boris, Pimen, el monje cronista de la historia de Rusia, Varlaam, el monje prófugo, el oficial Nikitich y el jesuita Rangoni.

  En cuanto a la Sinfonía Nº7 de Prokofiev, en la que no falta la melancolía, se recogen aquí las palabras de Enrique Pérez Adrian reveladoras de las circunstancias que rodearon a la creación de esta obra:” Compuesta pocos meses antes de su muerte, es un ejemplo de cómo un hombre viejo, gastado, enfermo, no poco amargado y escéptico, es capaz de escribir una composición de aspecto juvenil y de apariencia optimista”.  

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