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Crítica: Yuja Wang, Santtu-Mattias Rouvali y la Philarmonia Orchestra en Ibermúsica

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Autor: Raúl Chamorro Mena
15 de diciembre de 2022

Crítica de Raúl Chamorro Mena de concierto ofrecido por Yuja Wang, Santtu-Mattias Rouvali y la Philarmonia Orchestra en el Auditorio Nacional para Ibermúsica

Yuja Wang, Santtu-Mattias Rouvali y la Philarmonia Orchestra en Ibermúsica

Yuja Wang. Enfado sublime

Por Raúl Chamorro Mena
Madrid, 12-12-2022, Auditorio Nacional. Ciclo Ibermúsica. Romeo y Julieta, Obertura-fantasía (Pior Ilich Tchaikovsky). Concierto para piano y orquesta nº 1, op. 1 (Sergéi Rachmaninoff), Yuja Wang, piano. Sinfonía nº 4, op. 36  (Pior Ilich Tchaikovsky). Philarmonia Orchestra. Director: Santtu-Mattias Rouvali

   Música rusa para el último concierto del año 2022 del ciclo Ibermúsica, lo cual hay que aplaudir, cuando aún son recientes las inaceptables protestas e incomprensibles polémicas en el estreno de la temporada del Teatro alla Scala de Milán el día de Sant’Ambrogio con Boris Godunov de Mussorgsky. La cultura rusa es fecunda, muy rica en las más diversas manifestaciones artísticas y constituye un tesoro de la humanidad. Intentar enterrarla por la actual actitud de los dirigentes coyunturales que rigen tal país sería inadmisible. La ópera Boris Godunov es una obra maestra, como tantas que ha dado la música rusa y ni Mussorgski, Tchaikovsky, Borodin o Rimsky Korsakov tienen la culpa de lo que haga Putin. 

   Parece ser que el concierto ha peligrado por los problemas del tráfico aéreo, debido a las intensas nevadas, desde Londres, sede de la magnífica Philarmonia Orchestra, agrupación habitual en el ciclo y que comparecía con su actual titular Santtu-Mattias Rouvali.

Yuja Wang, Santtu-Mattias Rouvali y la Philarmonia Orchestra en Ibermúsica

   Aunque se tenga en cuenta tal circunstancia, el cansancio acumulado y la tensión, desde la entrada de la magnífica pianista china Yuja Wang, directa al piano, sin saludar ni al público, ni al director, ni al concertino, ni a nadie, algo sorprendente e insólito, se podía apreciar el enfado de la solista y tirantez de la situación. Sin poder adivinar la razón para ello, si era con el director de orquesta o por cualquier otra circunstancia, lo cierto es que ese malestar se tradujo en una interpretación sublime, esplendorosa, por parte de Yuja Wang del primer concierto para piano y orquesta de Rachmaninoff. Su opus 1, compuesto con apenas 18 años, pero revisado ampliamente en 1917. Terminado el concierto, Wang saludó brevemente las ovaciones y cuando se esperaba la habitual propina, más aún con un éxito tan indiscutible, la pianista no volvió a comparecer, el concertino se levantó y se llevó la orquesta detrás.

   En fin, lo importante fue la excelsa interpretación de una grandísima pianista como es Yuja Wang, que demostró con creces atesorar los medios y la técnica imprescindibles para hacer justicia a la exigente escritura pianística de Rachmaninoff. El sonido generoso, amplio, caudaloso, apolíneo, esplendoroso y rutilante de la Wang llenó la sala. Ni una nota abierta, todas brillantísimas, con una prodigiosa mano izquierda y una capacidad para frasear con lirismo y elegancia y, al mismo tiempo, desgranar infinitud de detalles, de primorosos nuances, con una transparencia y dominio de la digitación realmente asombrosos. Prodigiosa, áurea, deslumbrante, la cadencia del primer movimiento. La Wang cantó con primor la bellísima melodía del segundo movimiento, creando magia y haciendo plena justicia al andante cantabile prescrito. La capacidad de combinar el discurso poético con el ímpetu rítmico, la hondura musical y la capacidad virtuosística brillaron espléndidamente en el tercer movimiento. Lástima del acompañamiento insustancial y mortecino de Rouvali y la orquesta, que ya habían ofrecido previamente una Obertura-fantasía Romeo y Julieta, totalmente caída de tensión, deslavazada y plúmbea, sin rastro de amósferas, ni de los contrastes dramáticos, tan importantes en Tchaikosky. La philarmonia Orchestra atesora un indiscutible nivel y calidad de sonido, pero cada vez más lejos del que se apreciaba en el pasado más reciente, cuando visitó Ibermúsica tantas veces con su entonces titular Esa-Pekka Salonen.

Yuja Wang, Santtu-Mattias Rouvali y la Philarmonia Orchestra en Ibermúsica

   Si la en la quinta de Tchaikovsky ofrecida por el Sr. Rouvali el pasado mes de abril en este mismo ciclo, no hubo nada de nada, en los mismos derroteros se situó una cuarta sin ideas, sin un solo clímax, aburrida y plana, en la que se apreció desde el primer movimiento la falta de clarividencia, de sentido de la construcción y de concepto musical alguno. En este caso, el alumno de Jorma Panula no atesora el talento de otros de sus ilustres discípulos y fue decepcionante comprobar la buena actuación de las maderas en el segundo movimiento, pero en un contexto musical mecánico y sin alma. Igualmente, el pizzicato de la cuerda del tercero, superficial y sin vida, para finalizar en un Allegro con fuoco vacuamente aparatoso y pachanguero. Absoluta falta de ideas y de alma, superficialidad y aburrimiento

   Con ocasión de mi recensión del concierto del pasado mes de abril en el propio ciclo Ibermúsica, en el que Rouvali dirigió la Quinta de Tchaikovsky con parecidos resultados, manifestaba que alguien me tendría que explicar de forma detallada las razones por las que le había sido concedido el podio que habían ocupado Klemperer, Karajan, Muti o Salonen. Pues bien, me reafirmo en mi inquietud, porque sobre esta mítica orquesta planea el riesgo de un gran retroceso. 

Fotos: Rafa Martín / Ibermúsica

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