Crítica de José Antonio Cantón del recital de la pianista Zitong Wang en el Festival Internacional de Piano «Rafael Orozco» de Córdoba
Sustancial Chopin
José Antonio Cantón
Córdoba, 20-XI-2025. Conservatorio Superior de Música ‘Rafael Orozco’ de Córdoba. XXIII Festival Internacional de Piano «Rafael Orozco». Recital de Zitong Wang. Obras de Frédéric Chopin.
Fruto del acuerdo firmado entre el Festival Internacional de Piano ‘Rafael Orozco’ de Córdoba y el Concurso Internacional de Piano Fryderyk Chopin de Varsovia, uno de los más destacados certámenes en su clase del mundo, en aras a promover e impulsar actividades relacionadas con este importante instrumento musical, ha sido la presencia de la intérprete mongola Zitong Wang, ganadora el presente año 2025 del tercer premio del citado concurso, ocupando una destacada jornada del Festival con un programa monográfico dedicado al célebre músico polaco que, por su casi exclusiva entrega a este instrumento rey del romanticismo, le ha llevado a ser conocido tradicionalmente con el sobrenombre de “el poeta del piano”.
Inició su actuación con el Nocturno en Fa, Op.15 nº 1 sirviéndole para presentar su vinculación emocional con el compositor como contrastadamente se pudo percibir entre el candor con el que expuso las partes extremas de la obra y la fogosidad contenida de su episodio central, pasaje que le sirvió para dejar patente su poderío técnico, destacando otro momento de su exposición como fue la suma serenidad que empleó en su conclusión.
Continuó con las Tres mazurcas del Opus 50 para adentrarse en uno de los aires de danza más queridos por el autor como seña de su estilizada identidad de músico de salón en el tratamiento de este género popular de su país. Wang jugueteó con el ritmo de la primera del grupo escrita en la tonalidad de Sol mayor, lo que le permitía comunicarla con cierta empatía para el público. La complejidad de la siguiente en La bemol mayor no significó pérdida alguna de espontaneidad, todo lo contrario; desde el dominio de su contrapunto supo realzar este factor, determinando el sensacional equilibrio dinámico de sus manos. El carácter moderado de la mazurca que cierra este opus predispuso a la pianista a lograr una preciosa y precisa lectura que abarcaba toda su ambiciosa estructura que la distingue entre las más apreciadas del amplio catálogo de Chopin dedicado a esta forma musical, generando con ella cierta expectación ante la envergadura de las obras programadas seguidamente.
La primera de ellas fue el famoso Andante spianato y gran polonesa brillante en Mi bemol mayor, Op. 22, que inició con un manifiesto sentido nostálgico que cantaba con singular belleza mantenida hasta el final del andante, que desarrolló en una constante intensidad dinámica favoreciendo así su intención evocadora. En la polonesa la pianista impulsó su temperamento personal a través de una mayor aportación de color al discurso generando una atmósfera más lúdica antes de alcanzar la coda que articuló con brillante virtuosismo, lleno de una calculada ornamentación que favorecía el carácter bailable que el compositor destaca sobremanera como en pocas obras de su catálogo, aproximándose a la expansión expresiva que requiere la versión orquestal de esta obra. Sin duda, su interpretación constituyó uno de los momentos más relevantes de su actuación junto a la de la Segunda Sonata en Si bemol menor, Op. 35 que tocó a continuación.
En ésta se pudo disfrutar de la capacidad extraordinaria de Zitong Wang en su construcción que, dada la calidad desarrollada, lleva a comprender cómo ha sido galardonada dentro del Concurso Chopin, además de la obtención del tercer puesto anteriormente indicado, con el prestigioso premio ‘Krystian Zimerman Award’ a la mejor intérprete de sonata, instituido en honor a uno de los mejores panistas a nivel mundial del último tercio del siglo XX nacido en Polonia, que fue también ganador del mencionado concurso en su edición de 1975 con sólo diecinueve años.
Entrando muy resumidamente en cómo afrontó su interpretación hay que resaltar la vitalidad con la que expuso el primer movimiento, con un desbordamiento absoluto de sentimientos, cuya presteza fue creciente en el Scherzo subsiguiente, sólo apaciguado por el ensoñador lirismo dado al trío con el que la pianista sedujo a la audiencia. La lentitud de la Marcha fúnebre la cargó de solemnidad que acentuaba la enorme inspiración temática de su presentación antes de alcanzar uno de los momentos más conmovedores de su actuación con un muy sentido trío central lleno de nostalgia. En su concepto “meta-impresionista” del último movimiento quedó patente la grandeza musical de esta intérprete que está llamada a desarrollar una carrera singular de enorme éxito.
Culminó el programa con una electrizante versión del Primer Scherzo en Si menor, Op. 20 que se convirtió en la auténtica apoteosis del recital por la madurez y el poderío de los que hizo gala ante el teclado. Su versión recordaba a la sublimación que alcanzó en esta obra el extraordinario pianista serbio-croata Ivo Pogorelich al situarla en un inalcanzable nivel expresivo pocas veces logrado en las últimas décadas. Zitong Wang, con su particular atrevimiento, ha dejado con esta interpretación un referente absoluto para la historia del Festival.
Se despidió del público cordobés con una distendida versión de las Tres escocesas que integran el Tercer número del Opus 72 también del gran compositor polaco y el último Preludio de su Opus 28 en Re menor que significó un dechado de equilibrio y claridad entre la uniformidad de las extensiones de la mano izquierda y el arrebatado desarrollo cromático de la mano derecha. Esta extraordinaria pianista venida del Concurso Chopin quedará en la memoria del Festival con la máxima dignidad artística de resultas de la sustancialidad que tiene del pensamiento musical de Chopin. Habrá que seguir su carrera con máxima atención.
Foto: Patricia Cachinero
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