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Crítica: Christoph Koncz con la Sinfónica de Castilla y León

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Autor: Agustín Achúcarro
12 de marzo de 2024

Crítica del concierto de Christoph Koncz al frente de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León. En el programa, música de Mendelssohn y Mahler

Christoph Koncz con la Sinfónica de Castilla y León

La importancia de contar con un coro

Por Agustín Achúcarro
Valladolid, 9-III-2024. Auditorio de Valladolid, Sala Sinfónica Jesús López Cobos.  Alicia Amo y Ulrike Haller, sopranos, Tuomas Katajala, tenor. Director del coro: Jordi Casas. Director: Christoph Koncz. Obras de Mahler y Mendelssohn.

   Este concierto tenía un aliciente añadido, al poder comprobar cómo iba el proyecto del Coro de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, que, desde sus inicios en 2013 dirige Jordi Casas. Se enfrentaban a una obra exigente como la Sinfonía nº2 en si bemol mayor, op. 52 Lobgesang (Himno de alabanza) de Mendelssohn, que además era la primera vez que la interpretaba la OSCyL. Y lo cierto es que, por lo escuchado, se puede deducir que el proyecto marcha, lo que abre no pocas puertas a un repertorio tan magnífico como el sinfónico coral.

   Antes de la interpretación de la obra referida, la Sinfónica de Castilla y León, bajo la dirección de Christoph Koncz, afrontó Totenfeier (Ritos fúnebres) de Mahler, versión originaria del primer movimiento de su segunda sinfonía. Una interpretación destacable en el dominio de los aspectos retóricos y técnicos, que quizá por esa precisión formal pudo llevar en algunos pasajes a cierta contención, lo que limitó algo la carga expresiva. No es menos cierto que, desde el mismo instante en que se escuchó con una energía abrumadora el trémolo de las cuerdas, engrandecida por la percusión, se pudo concretar que Koncz estaba dirigiendo una versión lúcida, en la que los diálogos y confrontaciones entre secciones, los cambios dinámicos y el empuje inapelable de los tutti orquestales se planteaban de manera muy efectiva. No menos sugerentes, por unos u otros motivos, resultaron detalles tales como el sonido del par de clarinetes, las maderas en general, las trompas, los solos de flauta y violín, el sonido de los contrabajos o la firme presencia de los trombones y el resto de los metales.  

   Tras el intermedio, volvió al escenario del Auditorio la Sinfónica acompañada por el Coro de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, con una plantilla en torno a un centenar de voces. El director y la orquesta abordaron los tres primeros movimientos, y en particular el scherzo con sus variaciones de la Sinfonía nº2 «Lobgesang (Himno de alabanza)», acentuando la variedad de colores, con una articulación muy dúctil.    

   La entrada del coro se produjo de una forma impactante, directa, sin titubeos en «Alles, was Odem hat, Iobe den Herrn (Todo lo que tiene aliento alabe al Señor)», lo que en cierto modo iba a ser un resumen del comportamiento de sus voces durante toda la obra. Y a ellos se sumó en esa inicial alabanza, Alicia Amo, emotiva en su expresión y en su alternancia con el coro. Quizá el máximo valor de la agrupación coral residió en solventar los momentos en donde pudieron surgir las mayores dificultades, como en el Coral, que exige a las voces que dejen las pulsiones más románticas y se expongan a un fraseo que no permite refuerzos. Al igual que en «Die Nacht ist vergangen! (¡La noche ha pasado!)», donde se vieron exigidos al extremo, en un clima de tensión, en que los posibles limites se superaron sin desfallecimientos. En el resto, subrayar el empaste de las voces y el equilibrio entre las secciones, ya fuera en los pasajes imitativos o en sus diálogos. De los solistas, Amo mantuvo un intenso canto, si bien en la parte aguda de su tesitura tendió a una emisión de la voz algo rígida. En el dúo de Alicia Amo y la soprano Ulrike Haller, el timbre pastoso de ésta última favoreció el logrado empaste de ambas voces. El tenor Toumas Katajala evidenció una voz de presencia indudable, capaz, abrumadora en su «Stricke des Todes hatten uns umfangen (Los dolores de la muerte nos rodean)». Precisó de mayor ductilidad vocal y aliento poético, y se mostró implacable en frases tan concluyentes como las relacionadas con el mundo de las tinieblas. Tuvo su efectiva contraprestación en la inmediata llegada del día y la luz a cargo del coro y soprano. Un concierto en el que, entre otras cosas, se puso de manifiesto las capacidades de un coro en alza, dirigido por Jordi Casas

Foto: OSCyL

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