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CD: 'DIVAS Y DIVOS DE LA ZARZUELA' VV.AA. Por Arian Ortega

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Autor: Arian Ortega
31 de mayo de 2013
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"DUELO DE DIVOS"

La editorial Sony acaba de lanzar al mercado una recopilación de grandes cantantes españoles bajo el título de "Divas y Divos de la Zarzuela". Esta nueva edición, de sonido algo mejorable en determinadas piezas, ofrece una selección de romanzas de diversos compositores, en su mayoría perfectamente encontrables por otras vías y grabaciones, si exceptuamos alguna particularidad como esa "Canción de la Paloma" a cargo de la soprano catalana Montserrat Caballé.

PLÁCIDO DOMINGO
El prolífico tenor madrileño es el encargado de abrir la selección con una serie de fragmentos que han formado parte de su carrera casi desde sus inicios. De inmediato seduce por la belleza del timbre, siempre tan característico y reconocible con apenas unos compases. En la Jota de "El trust de los tenorios" se muestra de lo más arrebatado, con sonidos redondos y perfectamente coloreados, además de permitirse una cadencia al cerrar "como se quiere una madre" en un glissando ágil y controlado. Lamentablemente rehúsa escalar al agudo final no escrito que según que cantantes llegan a rematar con un re natural sobreagudo. De Luisa Fernanda toma la famosa "De este apacible rincón", pieza clave en la vida del tenor, que siempre supo escanciar con clase y pureza. Atentísimo al texto, como acredita en el diminuendo que hace sobre "y un amor por ideal" y en una no menos incisiva "como un remanso de paz y de amor". En el "Canto a la espada toledana" (El huésped del sevillano) evidencia un respetable fiato ("Hecho de un rayo..."), mientras que la orquesta responde a las órdenes de García Navarro, especialmente evocador en la sección previa a "sombra misteriosa".

MONTSERRAT CABALLÉ
La soprano nacida en Barcelona se mueve con soltura por el lenguaje belcantista que se desprende de alguna de las páginas de la zarzuela española. La voz que por aquel entonces se mostraba fresca y luminosa, se prodigaba en sus habituales trinos y escalas descendentes, y no menos, en esos perfectos pianos y pianísimos capaces de cortar el aire. "Me llaman la primorosa" es además adornada con una serie de notas picadas, en un control de la emisión sin precedentes, por momentos aliviada y limpia en el agudo, pero capaz de reducir al más sutil filado, marca de la casa. La nítida articulación queda patente en su desbordante versión de "La rosa del azafrán" dicha en un puro andaluz, irresistible en esa "y" ("malhaya") que pocas han sido capaces de pronunciar con corrección. La rarísima versión de "El barberillo de Lavapiés", editada originalmente para Alemania y rescatada para este recopilatorio, está plagada de detalles en el aquilatado fraseo, destacando ese legato en la larga frase "siempre está blanca y clara como la espuma".

JAUME ARAGALL
La voz del tenor Jaime Aragall- Giacomo para los italianos-, es muy probablemente, una de las voces más bellas que ha dado la península en el último siglo. Ese timbre bruñido y solar, sedoso en toda la gama central y aguda, queda sin embargo algo desdibujado en estas piezas en concreto, que sucumben a los defectos sonoros y bajan enteros en la labor de conjunto. "La roca fría del calvario" está articulada y llena de refinadas ligaduras. Muestra en cambio, sonidos altos opacos y carentes de expansión en una grabación poco depurada. La romanza de "El caserío", obra maestra del género, se vuelve de lo más poética a manos del catalán, incluido el destacado diminuendo en "esa tierna y linda flor" que acaba en una smorzatura de hondo calado. "Paxarín, tú que vuelas" ofrece una mayor variedad y aparecen las resonancias etéreas, además de un si natural levemente portamentado y rápidamente corregido que despunta radiante y con metal.

MIGUEL FLETA
De Miguel Fleta poco se puede decir que no se haya dicho ya. El celebérrimo tenor siempre mantuvo esa entereza y suntuosidad en una voz lírica con matices heroicos, que le permitieron abordar un repertorio amplio y exigente. Las obras seleccionadas resultan de tan alta calidad que es difícil decantarse por ninguna, aunque "Flor roja" del maestro Guerrero le da pie a aportar sus magníficos filados, apoyados en todo momento por la columna de aire en una continua regulación del sonido.

TERESA BERGANZA
Hay cantantes que han trascendido por ese "algo más" que transforma a un cantante normal en un artista. Es precisamente el caso de la mezzosoprano española. La voz siempre tuvo de partida sus limitaciones, en cuanto a volumen y anchura, pero la creatividad y rigurosidad a la hora de decir, el color dulce, el sonido mórbido y dúctil, la musicalidad innata y ese primer agudo sano y lozano compensaban con creces ese debe. Ese casticismo que desprende en la romanza de "La chulapona" no podría sentarle mejor a su voz, acentuando perfectamente un sillabato que se entiende a la primera, con una emisión relajada y volátil.

ALFREDO KRAUS
El paradigmático cantante canario es un caso similar al de Domingo en cuanto a la voz única y perfectamente reconocible al oído, pero con ese sonido peculiar resuelto técnicamente con su habitual proyección in maschera, que le permitía ir a los resonadores superiores a fin de resultar luminoso y lograr punta y brillantez. Todo esto sin el mínimo titubeo en el vibrato. El alarde de intención con que recita "El que te dio vida entera" ("Mujer de los negros ojos") resalta su fidelidad y pulido conocimiento del texto. Su habitual canto aristocrático, distante si se prefiere, pero en todo momento elegante y refinado en el decir se hace patente en la poco representada "Alegría del batallón". Capaz eso sí, de desesperarse en "Y el que nade de perder", llevado al forte con seguridad y aplomo.


PILAR LORENGAR
Pilar Lorengar participa en el dúo con la mezzo de "El Rey que rabió" (cuyos datos son inexactos) bajo la dirección de un inspirado Ataúlfo Argenta y la Orquesta Nacional de España. El instrumento es carnoso, oscuro y con presencia en grave, si bien la extensión es bastante amplia. "La parranda" le sirve para jugar en ese "¿será?", en un constante cambio del piano al forte y viceversa. Buena prestación asimismo su "Canción del Olvido".

MANUEL AUSENSI

A Ausensi le toca lidiar con una época en la que se mostraba más fatigado y menos grato al oído (su más postrera grabación es de 1993). Tiene esporádicos detalles aquí y allá, como un logrado trino en el suspiro "Ah", continuado con "tú me puedes olvidar" en un pianísimo resultón. Sin embargo, el sonido no termina de fluir con naturalidad, ocasionándole ascensos al agudo desairados y estridentes. Curiosamente el mejor desempeño viene en "La mujer rusa" de principios de los 90 a la que nos hemos referido antes, aunque por momentos descuide la dicción del texto.

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