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CRÍTICA: GIANANDREA NOSEDA DIRIGE EL 'RÉQUIEM' DE VERDI EN EL AUDITORIO DE OVIEDO, AL FRENTE DE LA ORQUESTA Y CORO DEL TEATRO REGIO DE TURÍN

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Autor: Aurelio M. Seco
24 de mayo de 2011
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 La Voz de Asturias (Lunes, 23/05/11)

ENERGIZANTE "RÉQUIEM" AL HORNO

Hay ciertas cuestiones básicas de gestión que, cuando se descuidan, convierten el placer de  disfrutar de un buen concierto en un suplicio. El "Réquiem" de Verdi, interpretado por Gianandrea Noseda al frente de la Orquesta y Coro del Teatro Regio de Turín fue una cita de primera magnitud que, por desgracia, no se pudo disfrutar a gusto por culpa del angustioso calor que, tanto artistas como el propio público tuvieron que padecer durante toda la velada. Lo peor del caso no solo es que el mal funcionamiento de la climatización del auditorio se haya convertido en una costumbre muy molesta, sino que los acomodadores han sido incapaces de reaccionar por sí mismos ante lo que veían y ante las reiteradas quejas del público durante la función, que se vio obligado a usar el programa de mano a modo de abanico. El concierto dejó ver a un coro de excepcional calidad, formado por unas voces de sonoridad oscura y penetrante, que impactó por su capacidad para sobrecoger por su asombrosa técnica y capacidad dinámica. El conjunto de solistas fue de excepción. Todos participaron a un gran nivel, sobresaliendo el talento del joven Maksim Aksenov, un tenor de voz bella y bien colocada que superó con magistral resolución el exigente "fiato" del "Ingemisco". También gustaron las interpretaciones de Daniela Barcellona, una mezzo de referencia, y del notable bajo Ildar AdbrazakovTamar Iveri se mostró como una soprano solvente, de voz dúctil y consistente que, si no hizo brillar del todo su dificilísima partitura, la salvó con un notable alto. Noseda optó por una versión energizante y, desde luego, demasiado rápida. Ayudó a los cantantes con generosidad y precisión, aunque también perjudicó puntualmente su línea sonora dando excesivo protagonismo a algunos instrumentos. Estamos convencidos de que la posición de los solistas en el escenario no fue la mejor elección. La orquesta respondió a las exigencias de un director de extremos, tan capaz de llevar la dinámica del conjunto hasta fortísimos que llegaron a molestar, como de exigir la más refinada de las sonoridades a la cuerda o el coro. La versión resultó consistente y, desde luego, espectacular desde el punto de vista sonoro, pero visiblemente falta de inspiración, uniformidad estilística y, desde luego, perspectiva sonora.

 

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