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CRÍTICA: 'MANON' DE MASSENET EN LA ÓPERA ESTATAL DE VIENA

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Autor: Raúl Chamorro Mena
2 de junio de 2011
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ÓPERA DE SOPRANO CON TRIUNFO DEL DIVO TENORIL

"Manon" (Massenet) Opera Estatal de Viena. 28 de Mayo de 2011 Norah  Amsellem, Roberto Alagna, Dan Paul Dumitrescu, Tae Joong Yang. Dirección musical: Jesús López Cobos. Dirección de escena: Andrei Serban.

La  parisina Norah Amsellem interpretaba en esta serie de funciones a Manon, en lugar de la tantas veces habitual Anna Netrebko en esta producción de Andrei  Serban, que traslada la acción de las aventuras y desventuras de la bella y caprichosa muchacha, a los años 50 del siglo pasado con algunas  referencias cinematográficas relacionadas con el devenir de la  protagonista de la ópera, como un enorme cartel de la gran cinta de  Mankiewicz "La condesa descalza". Por lo demás, la producción permite  seguir la obra sin sobresaltos, sin que, en mi opinión, el cambio de  época aporte nada. La soprano francesa posee una instrumento limitado en cuanto a volumen, potencia, timbratura y sonoridad. Además, la  proyección se ve perjudicada por una emisión totalmente in gola, nada libre y ayuna de enmascaramiento. Grave inexistente, centro pobre, sordo y estancado, el sonido gana brillo y timbre cuando asciende al agudo. Cantó y fraseó con gusto y cuidado, aunque sin contraste. Es lógicamente, idiomática, pero como intérprete, su Manon resulta más bien vulgar y falta de carisma.  Roberto Alagna posee, quizás, el último instrumento tenoril de verdadero divo. El timbre áureo, que parecía haberse transmutado en carbón no hace mucho, vuelve a lucir quilates. Con belleza, riqueza, expansión y personalidad tímbrica se enseñoreó de todo el recinto de la Staatsoper en cuando abrió la boca. Eso sí, los papeles dramáticos que ha afrontado, ya no le permiten estar cómodo en un papel como Des Grieux. El timbre se ha endurecido, está pesante y falto de elasticidad, lo que se puso especialmente de relieve en el aria del sueño. Asimismo, el paso al agudo resulta muy esforzado y apretado. Pasó las de Caín en el aria "Ah Fuyez" con ascensos estrangulados y cogidos a la gola, que no pasaban. Aún arrebatado, ardoroso y carismático, puede pasar por el juvenil Chevalier Des Grieux. Muy flojo el resto del elenco con un Lescaut y un Conte de  Grieux pésimos. Jesús López Cobos se limitó a ejercer de routinier de semi lujo y exhibió la calidad de la magnífica orquesta, que ofreció detalles primorosos, pero completando un trabajo impersonal, anodino, sin verdadera tensión ni sentido narrativo y teatral.                                    

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