Luciano Pavarotti, tenor. "Pavarotti: 50 greatest hits". Varias obras y compositores. DECCA.
En el año 2013 es imposible encontrar algo nuevo que no registrara ya la marca Pavarotti hace tiempo. De esta manera, el Tutto Pavarotti que encandiló a varias generación se transformó en Pavarotti's Greatest Hits para atrapar a la siguiente cuando el mercado discográfico y el consumo en general se aceleró al llegar la década de los noventa; más tarde, ya instaurada la agresiva y en muchas ocasiones estúpida necesidad del público por hacerse con lo "nuevo" y aparcar lo antiguo, pasamos a 101 Pavarotti (no editado en España) y al Pavarotti Forever, para llegar a día de hoy al Pavarotti: The 50 greatest tracks. El mismo perro, un perro precioso todo sea dicho, con distinto collar y alguna pincelada de color para que no se diga que la discográfica se ha limitado a cambiar la portada.
En esta reedición seguimos entontrando tomas de juventud de Luciano Pavarotti que ya se incluyeran en Tutto, en lugar de otras posteriores que el tenor grabó con más mesura, más poso y más acierto, como es el caso de Di quella Pira, grabada con Rescigno a la batuta en 1969 y con la acentuación un tanto sui géneris y se han suprimido algunos momentos estelares de su carrera de forma imperdonable, como su Rodolfo de Luisa Miller o su Riccardo de Un Ballo in Maschera, así como sus duetos con Cecilia Bartoli. A cambio disfrutamos de My Way junto a Frank Sinatra y tenemos que seguir soportando a Andrea Bocelli en Santa Lucia e incluisiones que parecen responder más a un capricho personal de su viuda, haciendo ver su trabajo como organizadora de los Pavarotti & Friends. Así, escuchamos con pavor a un Sting totalmente fuera de tono cantando Panis Angelicus o unos más acertados Eric Clapton, Stevie Wonder o U2 en sus respectivos temas.
Como falsa novedad se nos ha vendido la introducción de la primera grabación de Pavarotti cantando "Che gelida manina" en 1961, aparentemente nunca escuchada hasta ahora y recién descubierta. Debo ser muy afortunado porque la grabación completa de esa noche en la que el tenor de Módena debutaba con La Bohème en el teatro de su pueblo, descansa en mis estanterías desde hará al menos diez años, y me barrunto que en la de muchos otros melómanos también.
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