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CRÍTICA: 'LA ATLÁNTIDA' EN EL GRAN TEATRE DEL LICEU. Por Alejandro Martínez

Autor: Alejandro Martínez

22 de diciembre de 2013

UNA ATLÁNTIDA A MEDIO REFLOTAR

L'Atlàntida (Manuel de Falla). 27/11/12, Gran Teatro del Liceo

Cuarenta años después de la desaparición del gran Pau Casals, y para conmemorar el 75 aniversario del concierto que ofreciera el 19 de octubre de 1938 en el Liceu (su último concierto en Cataluña, antes de partir al exilio) a beneficio de los niños que habían sido víctimas de la guerra y de los bombardeos, el teatro de las Ramblas, en colaboración con la institución Memorial Democràtic, programó la interpretación en concierto de L'Atlàntida, una obra de Falla estrenada en 1961 en el Liceo, y por tanto con poco más de cincuenta años a sus espaldas. La obra se estrenó en su día con Victoria de los Ángeles como la reina Isabel y con la dirección musical de Eduard Toldrà. Estamos ante una obra que quedó inacabada a la muerte de Falla en 1946. La idea de poner música al poema épico de Jacint Verdaguer había sido obsesión del compositor gaditano desde aproximadamente 1929. A la muerte de Falla la partitura fue culminada por Ernesto Halffter, por encargo de Ricordi. Esa versión se estrenó en el Liceo en 1961, pero el propio Halffter revisó más tarde la partitura para su interpretación en 1976, en la llamada versión de Lucerna.Nos encontramos, a decir verdad, ante una partitura desconcertante, irregular, de inspiración dispar, con una escritura vocal a veces desquiciante, a veces bellísima. En todo caso, cabe destacar como más logrados al menos tres momentos: el Sanctus, como página coral epatante, la intervención de Isabel, como página solista más relevante, y el final, resuelto con mano inspiradísima por Falla.

En términos musicales, por cuanto hace a esta interpretación que nos ocupa, cabe destacar la evidente e innegable mejora de la orquesta titular de Liceo. Desde que Pons tomará las riendas de esta formación, sólo se advierten síntomas de un trabajo bien hecho y que acumula progresos. En esta ocasión, destacó un desempeño muy eficiente de las cuerdas. Los metales siguen siendo la sección menos aquilatada, aunque en franca mejoría. Al coro titular del Liceo se sumaron los Pequeños Cantores de Cataluña y el Coro de los Amigos de la Ópera de Gerona. Aunque voluntarioso, no fue fácil el empaste entre todos ellos.
En términos vocales, nos centraremos en comentar los casos de los intérpretes con alguna intervención solista, obviando, por solvente, el buen desempeño del extenso conjunto de Pléyades y el Gerión Tricéfalo. Nos agrado, así, el material dúctil y bien administrado de Gemma Coma-Alabert, con una impecable intervención como Pirene en la primera parte. Ángel Ódena, aún teniendo un dotadísimo y sobrado instrumento de barítono, persiste en su tendencia a buscar más sonido y decibelios que expresividad, con un canto de matiz irregular y de emisión demasiado muscular. Para nuestra sorpresa, encontramos en Ofelia Sala a una solista de instrumento menos estridente e ingrato que en otras ocasiones, muy solvente en su intervención de la tercera parte.

Un último comentario, no musical. Hemos venido observando una mejoría creciente en la política de comunicación del Liceo, que se traduce sin ir más lejos en el contenido y frecuencia de sus entradas en las redes sociales, por ejemplo. Pero con esta Atlántida se dio un paso atrás, al cometer el error de editar el programa de mano únicamente en catalán, y no en castellano como es costumbre en ese teatro y como parece imperativo demandar a un teatro tan español como catalán. Convendría mimar estos detalles, para que la atención no se deba distraer nunca de lo primordial, que es la música.